El Asad arrebata a los rebeldes su bastión en Alepo
El Ejército Libre deja el barrio clave de Saladino, bombardeado por el régimen, tras perder sus líneas de suministro
El Ejército Libre de Siria (ELS) reconoció este jueves que sus hombres han tenido que huir sin demora del barrio de Saladino, distrito clave en la batalla de Alepo, y replegar sus posiciones ante la ofensiva por tierra y aire lanzada durante la madrugada por las fuerzas leales a Bachar el Asad. Durante las últimas jornadas, Saladino, una de las puertas de la entrada sur a la capital comercial de Siria, se ha convertido en el frente de batalla entre rebeldes y Ejército regular. Pese a que los alzados mantienen puntos de control en el cinturón este de Alepo, la carga simbólica de Saladino ha asestado un fuerte golpe al ELS. “Y no solo porque sea una puerta de entrada”, explica Ahmed, de 22 años y natural de Alepo, “sino, sobre todo, porque en el barrio Saladino se inició la revuelta de la ciudad”.
Según la información del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), grupo activista con sede en Londres, el bombardeo nocturno contra Alepo, que solo en las primeras horas ya había causado una decena de muertos (una treintena durante todo el miércoles), puso en el centro de su diana Saladino, pero también otros barrios controlados por los rebeldes como Sajur, Hanano, Saif al Daula o Shaar. “El ELS mantiene puntos de control en Alepo, pero les falta munición”, explica Ahmed, ya en territorio turco y muy activo en las redes de información que comparte el bando revolucionario.
La falta de munición y, sobre todo, armamento pesado es lo que ha echado a los rebeldes de Saladino. Y ha abierto así el paso a la reconquista, lenta pero aparentemente segura, del régimen. Ante los lanzagranadas y los fusiles de asalto Kaláshnikov del ELS, las fuerzas del régimen de El Asad ponen en escena su artillería desde el aire con helicópteros y aviones de combate, que campan a sus anchas en el cielo de Alepo. Esto y los tanques (hasta tres durante la pasada noche, según el testimonio del OSDH) desplegados en las calles de la ciudad. “La situación se ha hecho muy difícil en Alepo, los bombardeos han durado hasta la tarde”, manifestó ayer en conversación telefónica Faruk, un miembro del OSDH, que permanece aún en la ciudad. “El régimen tiene artillería pesada y atacan por el aire con los Mi-23, Mi-24 [ambos helicópteros de combate] y con los aviones Sukhoi [de fabricación rusa]”. “Los ataques aéreos”, señaló este activista, “son los que han obligado al ELS a irse de Saladino”. Los alzados no tienen, por el momento, fuerza para hacer frente a la arremetida aérea del Ejército de El Asad.
El fuego de artillería no solo ha hecho retroceder a los rebeldes del puesto de Saladino, sino que, según el relato de los activistas en el terreno, ha arrasado con los edificios que ha alcanzado a su paso y ha elevado el peligro sobre la población civil (la ciudad estaba habitada por 2,5 millones de habitantes, pero se desconoce el número de personas que han huido). “A eso hay que añadir el control de los alrededores de la Ciudadela por parte del régimen, que ha apostado además francotiradores en su interior”, explicó Faruk. El relator especial de la ONU sobre los derechos de los desplazados, Chaloka Beyani, advirtió precisamente ayer contra el peligro en Siria del “uso de armamento pesado en localidades muy pobladas”.
Pero la aparente estrategia de castigo de El Asad contra los rebeldes no se ha limitado en las últimas horas a Alepo. La aviación siria puso también ayer el morro rumbo al norte de la provincia, de camino hacia la frontera con Turquía, principal área de control rebelde, para bombardear Tel Rifat, a unos 35 kilómetros de Alepo, informa Reuters. Según el testimonio de activistas sirios, el ataque contra Tel Rifat buscaba impactar en el funeral de Ayman Ahmad Aleito, uno de los comandantes caídos en las batallas de Saladino. Fuera de la provincia, también se registraron bombardeos en Deir el Zor este del país), Idlib (noroeste) y Deraa (en el sur, junto a la frontera jordana), focos de alzamientos contra el régimen. Los grupos de activistas calculan que desde que se inició la revuelta en marzo de 2011, más de 20.000 personas han muerto entre alzados, soldados regulares y civiles.
Las noticias en el bando rebelde no son esperanzadoras a medida que avanza el castigo lento, pero contundente, del Ejército de El Asad. El presidente sirio se movió ayer más rápido en el terreno político y nombró a un nuevo primer ministro, Wael Nader al Halqi, suní de Deraa (la cúpula de poder pertenece a la minoría alauí) y extitular de la cartera de Sanidad, que tendrá que reemplazar al huido a suelo jordano Riad Hijab, el mayor alto cargo hasta la fecha que deja el Gobierno sirio.
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