EE UU busca controlar el arsenal químico del régimen sirio ante un vacío de poder
La Casa Blanca prepara planes de contingencia en caso de que caiga el régimen Ha consultado con Israel la destrucción de los arsenales químicos
El Gobierno norteamericano está preparando planes de actuación en caso de que el régimen de Bachar el Asad se desmorone, después de que los rebeldes lo desestabilizaran con el atentado del miércoles, en el que fallecieron su ministro de Defensa y otros altos funcionarios. La principal preocupación de la Casa Blanca y del Pentágono en estos días es proteger el arsenal de armas químicas de Siria, uno de los mayores de Oriente Próximo, para evitar su uso tanto por parte del Gobierno como de las facciones rebeldes.
La Casa Blanca estudia si debería permitir que Israel sea el encargado de solucionar ese problema, destruyendo los arsenales de gas sarín, gas mostaza y cianuro, que según los analistas podrían estar almacenados en cuatro instalaciones, en las localidades de Homs, Palmira, Hama, Latakia y Al Safir. El asesor de seguridad nacional de Barack Obama, Thomas Donilon, visitó Israel este fin de semana para consultar con los oficiales de defensa de ese país sobre el asunto. EE UU no ha llegado aun a una decisión al respecto.
El Gobierno sirio tiene la responsabilidad de proteger sus arsenales de armas químicas y la comunidad internacional hará responsables a aquellos oficiales sirios que no cumplan con esas obligaciones” Jay Carney, portavoz de Obama
Precisamente ayer, el Gobierno de Israel dijo que teme que una posible caída de El Asad deje esas armas químicas al alcance de la milicia chiíta Hezbolá. El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, expresó preocupación por que “una situación anárquica pueda conducir a la llegada de material sensible a las manos equivocadas”, durante una visita a los Altos del Golán, según un comunicado de su departamento. “Hay una cantidad sustancial de armas químicas dispersas por todo el país y mucho armamento está ya en manos de civiles", añadió.
Estados Unidos sigue buscando una solución de consenso entre la comunidad internacional al problema sirio. El miércoles, después del atentado en Damasco, el presidente Obama telefoneó a su homólogo ruso, Vladimir Putin, para tratar de convencerle de que permita que el régimen caiga, algo a lo que este último no accedió. La principal preocupación en Washington es qué sucederá si se crea un vacío de poder y las armas químicas quedan al descubierto.
“El Gobierno sirio tiene la responsabilidad de proteger sus arsenales de armas químicas y la comunidad internacional hará responsables a aquellos oficiales sirios que no cumplan con esas obligaciones”, dijo el miércoles, en rueda de prensa, el portavoz de Obama, Jay Carney. “Nosotros, en EE UU, estamos controlando de cerca los materiales y las instalaciones de proliferación de Siria. Y creemos que el arsenal de armas químicas de Siria sigue bajo control del Gobierno”.
Ya en el pasado, el Gobierno norteamericano mantuvo contactos con la cúpula del Ejército de Jordania para preparar un plan de contingencia por si el régimen de El Asad se derrumbaba. Washington se planteó si los comandos de operaciones especiales jordanos podrían llegar a proteger los arsenales químicos sirios.
La semana pasada, diversos oficiales norteamericanos dijeron que creían que El Asad estaba moviendo sus arsenales químicos, en una operación que creían que podía ser el inicio de un ataque contra los rebeldes o de una limpieza étnica desde el poder. Esos altos funcionarios, que citó el diario The Wall Street Journal, dijeron que también cabía la posibilidad de que El Asad estuviera apartando las armas de los rebeldes.
Siria tiene ese nutrido arsenal de armas químicas porque sus líderes nunca firmaron la Convención Sobre Armas Químicas de 1993, que prohíbe su desarrollo y uso, como tampoco lo hicieron Angola, Egipto, Corea del Norte, Somalia y Sudán. El régimen de El Asad tiene, en teoría, la capacidad de colocar los agentes químicos en misiles Scud y en proyectiles de artillería.
“Un ataque con armas químicas mataría a muchos de sus propios soldados, y a una parte considerable de la población. No son unas armas excesivamente efectivas, porque son muy difíciles de manejar”, explica el profesor Daniel Serwer, experto en Oriente Próximo en la universidad de Johns Hopkins y el Middle East Institute. “Su uso es algo que, casi sin duda, precipitaría la intervención militar norteamericana. Las armas de destrucción masiva son algo que sin duda movilizaría a la comunidad internacional”.
En la Casa Blanca también se debate en estos días cómo proteger a la minoría alauí, a la que El Asad pertenece, y que le es leal, en el caso de que caiga el régimen en los próximos días o semanas. EE UU no ha armado a los rebeldes, pero les ha otorgado ayuda económica en algunas instancias, y ha aprobado duras medidas de sanción económica a los integrantes del régimen que controla el país.
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