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Rachid Wahbi, 32 años, primer español muerto en combate en Siria

Cuatro jóvenes ceutíes viajaron en abril a Oriente Próximo para luchar contra el régimen de los Asad

Se llamaba Rachid Wahbi, tenía 32 años y trabajaba como taxista en Ceuta. Estaba casado y tenía dos hijos. La semana pasada fue el primer español que murió combatiendo en Siria en un lugar no precisado. Es posible que haya más muertos porque Rachid no fue solo a ese país de Oriente Próximo donde la rebelión contra el régimen, que estalló hace 15 meses, se ha convertido en guerra civil con un saldo provisional de 14.100 víctimas mortales, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

Decenas de personas se agolparon, el sábado por la tarde, en la modesta vivienda de la barriada ceutí Príncipe Felipe. Entre llantos y lamentos dieron el pésame a la viuda y a los padres. La familia había recibido la víspera una llamada de teléfono desde Siria indicándole que Rachid era desde el 1 de junio un “mártir” (difunto) de la revolución.

Otros tres musulmanes españoles de Ceuta partieron rumbo a Siria en abril disimulando a su entorno el destino de su viaje o contándole que tenían la intención de estudiar el Corán en las madrasas (escuelas coránicas) de Damasco, según indican fuentes de las fuerzas de seguridad españolas. Todos ellos frecuentaban la mezquita de Las Caracolas, según el diario El Faro de Ceuta que desveló la información de su marcha. Uno de ellos fue el encargado de anunciar la defunción por teléfono a la viuda.

La policía investiga cómo fueron reclutados, quién costeó su viaje, qué itinerario siguieron y si se coordinaron con jóvenes marroquíes de Castillejos y Tetúan desde donde partieron también al menos una decena de aspirantes a yihadistas. Todos ellos pasaron aparentemente por Turquía en cuyas provincias orientales el Ejército Sirio Libre (ESL), que lucha contra el régimen de Bachar el Asad, dispone de un amplio margen de maniobra.

El coronel Ryad el Asad, que manda desde Turquía al ESL, desmintió el lunes, por enésima vez, que haya combatientes no sirios en las filas de su Ejército compuesto de desertores de las Fuerzas Armadas sirias y de civiles adiestrados. “Sí hay yihadistas y miembros de Al Qaeda activos en Siria que perjudican a la revolución”, reconoció.

El régimen sirio sostiene, en cambio, que se enfrenta a yihadistas y terroristas incrustados en el seno del ESL. En marzo el embajador sirio ante la ONU, Bachar Jaafouri, presentó al Consejo de Seguridad la lista de 26 yihadistas capturados por su Ejército y poco después el Gobierno de Túnez reconoció que 19 de ellos eran tunecinos.

La lucha contra el régimen de los Asad ha atraído a Siria a varios centenares de jóvenes musulmanes, pero muchos menos de que los se alistaron, a partir de 2003, para combatir en Irak porque no se trata ahora de guerrear contra una potencia extranjera invasora, como EE UU, sino contra un régimen árabe, reconocen fuentes de la oposición siria en París que prefieren permanecer en el anonimato.

El perfil de estos combatientes suele ser además diferente del de los de Irak. Aunque son devotos musulmanes carecen de vínculos con Al Qaeda y no ven en los occidentales a unos enemigos sino más bien a unos aliados timoratos en su guerra para derrocar El Asad. Algunos opositores sirios creen incuso que se les debería más bien comparar con lo que fueron las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil española aunque su número y su grado de organización son muy inferiores.

No es la primera vez que jóvenes ceutíes viajan a países en conflicto para empuñar allí las armas. El más célebre de todos fue, Ahmed Abderraman, apodado el talibán ceutí, apresado en Pakistán por fuerzas especiales de EE UU, encarcelado dos años en Guantánamo, condenado a seis años por la Audiencia Nacional por pertenecer a Al Qaeda y finalmente absuelto en 2006 por el Tribunal Supremo.

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