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Detenido el mayordomo del Papa por desvelar y difundir documentos secretos

Un topo ha estado suministrando a periodistas informaciones que desvelaban, por ejemplo, la existencia de una extraña conjura para matar a Joseph Ratzinger

Paolo Gabriele, primero a la izquierda, el pasado 18 de abril junto al Papa.
Paolo Gabriele, primero a la izquierda, el pasado 18 de abril junto al Papa.VINCENZO PINTO (AFP)

Nunca un Papa había estado tan desnudo. De un tiempo a esta parte, los documentos confeccionados para ser leídos en exclusiva por Benedicto XVI, también los más íntimos y sensibles, no esperaban siglos en los archivos secretos del Vaticano hasta ser descatalogados, sino que circulaban por las calles de Roma aún con la tinta fresca. Un topo, no se sabe con qué intereses ni a qué precio, había venido suministrando a distintos periodistas documentos que desvelaban, por ejemplo, la existencia de una extraña conjura para matar a Joseph Ratzinger. La secretaría de Estado vaticana reaccionó encargando al cardenal español Julián Herranz una investigación que, según se acaba de saber, ha logrado cazar al presunto culpable. Se trata nada más y nada menos que del mayordomo del Papa, Paolo Gabriele.

El padre Federico Lombardi, portavoz de Benedicto XVI, ha confirmado que la gendarmería vaticana ha detenido y sometido a interrogatorio a un laico en posesión de documentos privados del Vaticano, si bien aún no ha confirmado oficialmente la identidad del cuervo. No obstante, la agencia de noticias Ansa y otros medios dan por hecho de que se trata de Paolo Gabriele, quien en el Anuario Pontificio figura como “ayudante de cámara” del Papa. O lo que es lo mismo, una de las poquísimas personas que forman la llamada “familia pontificia” o los “familiares del Papa”. Gabriele, conocido como Paoletto en los ambientes vaticanos, sería uno de los cuatro laicos que atienden a Ratzinger bajo la supervisión de una monja alemana. La conmoción por la noticia es total en Italia, donde los asuntos del Vaticano se siguen con especial interés y donde el torrente de filtraciones –llamadas Vaticanleaks—había acaparado programas de televisión, exclusivas de periódicos y hasta libros de éxito inmediato como el publicado hace solo unos días por el periodista Gianluigi Nuzzi. La divulgación del libro, titulado Las cartas secretas de Benedicto XVI, fue calificado por la Santa Sede como un “acto criminal”.

Según fuentes vaticanas, tras el arresto, Paolo Gabriele fue conducido ante Nicola Picardi, promotor de justicia del Vaticano. La sorpresa es mayúscula porque el detenido estaba considerado como una persona “muy devota y absolutamente fiel” a Benedicto XVI. Las primeras filtraciones se remontan a principios de año. Luego se fueron produciendo otras, hasta el punto de que el portavoz Lombardi no tuvo más remedio que reconocer que la Iglesia estaba sufriendo su particular Vaticanleaks. La prensa italiana había publicado una serie de documentos que ponían al descubierto casos de corrupción en la Santa Sede y un extraño y hasta cierto punto descabellado complot para quitar de la circulación al papa Ratzinger. Nadie duda de que aquellas filtraciones ponían al descubierto las descarnadas luchas de poder entre distintos sectores de la curia ante la posible inminencia del fin del papado. La situación llevó a L’Osservatore Romano a describir a Benedicto XVI, un hombre de 85 años, solo y enfermo, como “un pastor rodeado por lobos”.

 La detención del supuesto cuervo no hace más que poner el acento en la delicada situación por la que atraviesa la Iglesia. Unas horas antes, el Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco Vaticano, había anunciado la destitución de su presidente, el italiano Ettore Gotti Tedeschi, por irregularidades en su gestión. La explicación oficial, en lenguaje diplomático, achacaba al economista, de 67 años, “no haber desarrollado funciones de primera importancia para su cargo”. Lo cierto es que la Banca del Vaticano está siendo sometida desde el pasado mes de septiembre a una investigación judicial por supuesta violación de las normas contra el blanqueo de capitales. Además de a Gotti Tedeschi -presidente también del Santander Consumer Bank, la filial italiana del Banco Santander-, la fiscalía investiga al director general del IOR, Paolo Cipriani. El directivo depurado ha mostrado gran enfado en sus declaraciones a la prensa: “Prefiero no hablar. Si lo hiciera, solo diría palabras feas. Me debato entre el ansia de explicar la verdad y no querer turbar al Santo Padre con tales explicaciones”.

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