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Emigrantes con el título bajo el brazo

España está por encima de la media europea en producción de licenciados. Pero la falta de oportunidades obliga a muchos al éxodo

Pilar Álvarez
Un grupo de españoles hace un curso de alemán para poderse ir en agosto a trabajar allí.
Un grupo de españoles hace un curso de alemán para poderse ir en agosto a trabajar allí. Gorka Lejarcegi (EL PAÍS)

Virginia Hernández y Quico Iñesta hicieron las maletas en 2011, al filo de la treintena. “Lo nuestro fue una fuga de cerebros en pareja”, cuenta ella al teléfono. Dejaron atrás familia, amigos y una década de formación en la universidad pública española. Se llevaron consigo sus conocimientos, los mismos que ahora aplican en la ciudad marítima y lluviosa de Dundee, al este de Escocia.

La médico de familia y su marido, biólogo, formaban parte de ese casi millón de licenciados que engrosan las filas españolas del paro, en un país que produce más titulados de media que la Unión Europea (un 40% frente a un 34%). No hay una cifra oficial de cuántos se marchan por la crisis, aunque distintas estimaciones aluden a unos 300.000. Son los protagonistas de la “fuga de talento sin precedentes” a la que hizo referencia Fátima Báñez, ministra de Trabajo. A Virginia, que sigue con el abrigo puesto en pleno mayo, lo que le duele es el tiempo y la dedicación. “No tiene sentido formarnos durante 11 años y no poder ofrecernos nada después”. La estabilidad laboral que disfrutan en Escocia y los ingresos -60.000 euros ella; 40.000 anuales él- compensan en parte la morriña.

A este lado del mar, el debate sigue abierto. José Luis Álvarez-Sala, decano de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, lo tiene claro: “Producimos más médicos de los que podemos absorber”. Cada año se matriculan unas 7.000 personas en alguna de las 39 universidades de Medicina de España. Formar a un especialista supone entre 60.000 y 70.000 euros. Pero uno de cada cuatro titulados, según el decano, se marcha fuera a buscar empleo. “Tenemos que replantearnos nuestras posibilidades docentes y la necesidad real de especialistas”, reclama. Porque la fuga de cerebros, que afecta principalmente a carreras técnicas, tiene una peculiaridad en el campo sanitario: los especialistas salen al tiempo que se cubren huecos con profesionales de fuera. “Muchos médicos extranjeros vienen aquí recién titulados para preparar su especialidad y luego se quedan”, añade Álvarez- Sala.

En enfermería ocurre algo parecido. España, con unos 250.000 profesionales, sufre déficit de mano de obra en todas las comunidades autónomas, según el Consejo General de Enfermería. Los hospitales españoles ficharon a casi 12.000 extranjeros entre 2003 y 2007 principalmente para el sector privado, en el que los españoles ven menos posibilidades de aprendizaje. Y 6.000 enfermeros han salido desde 2002 en busca de estabilidad laboral. “Son muy solicitados por la buena formación y la facilidad al convalidar títulos”, asegura Raúl Muñoz, hijo de emigrantes en Fráncfort y responsable de una empresa de recursos humanos allí. Acaba de seleccionar a 40 candidatos en Madrid. Se mudarán a Fráncfort en verano tras recibir un curso intensivo de alemán. Algunos vuelven tras un lustro, señala Muñoz. Otros se quedan fuera para siempre. Virginia Hernández asegura desde Dundee que le encantaría regresar pronto a casa. Pero está embarazada y teme que en su estado ningún ambulatorio español le ofrezca siquiera una sustitución de un día. En Escocia le han garantizado un año de baja de maternidad y la renovación del contrato.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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