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El juicio contra Edwards se queda sin testigos estrella

Finalmente, ni su hija mayor, ni su amante, ni el propio excandidato declararán en proceso que lo juzga por desviar fondos para ocultar su aventura

Eva Saiz
John Edwards y su hija mayor Cate entran a los juzgados de Greensboro.
John Edwards y su hija mayor Cate entran a los juzgados de Greensboro. Shawn Rocco (AP)

El excandidato a la presidencia de Estados Unidos, John Edwards, no subió al estrado y tampoco tuvo que escuchar los testimonios de su hija mayor, Cate Edwards, ni de su examante y madre de su hija menor de cuatro años, Rielle Hunter, en el juicio para determinar si desvió casi un millón de dólares de los fondos de su campaña electoral de 2008 para ocultar a la opinión pública su relación extramatrimonial con Hunter. Los tres estaban en la lista de testigos de la defensa del expolítico demócrata que, finalmente, decidió terminar sus alegatos este miércoles, sin llamar a declarar a ninguno de ellos.

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El equipo de abogados del candidato prefirió terminar su exposición mostrando extracciones bancarias, conversaciones telefónicas, informes de la Comisión Federal Electoral y tratando de minar la credibilidad del principal testigo de la acusación y ex mano derecha de Edwards, Andrew Young. Con esta decisión cortaron de raíz la expectación y el morbo por ver cómo el político se enfrentaba a los miembros del jurado y explicaba su relación extramatrimonial y por comprobar lo que tenía que decir su examante.

La única referencia a Hunter que hicieron los letrados se limitó a recordar que Young tenía la intención de vender a los medios un vídeo privado de ésta con el político. A la sala también se le hurtó la posibilidad de escuchar cómo la segunda hija que el político tuvo con su mujer Elisabeth -que murió de cáncer en 2010 tras haberse separado de aquél al descubrir que había tenido un bebé fruto de su aventura- relataba a los miembros del jurado el amor que su padre siempre profesó a su madre. Eso, al menos, era lo que estaba previsto que declarara Cate Edwards si hubiera sido llamada al estrado.

Con esta decisión cortaron de raíz la expectación y el morbo por ver cómo el político se enfrentaba a los miembros del jurado y explicaba su relación extramatrimonial

A lo largo de las tres semanas del juicio nunca estuvo claro que Edwards y Hunter fueran a testificar, pero sí se daba por hecho que Cate Edwards testificaría a favor de su padre. Ella se ha convertido en el principal apoyo del excandidato en el juicio. La joven, de 30 años, reside en Washington DC pero se trasladó a Capitol Hill (Carolina del Norte) para atender al político y ayudarle a cuidar de sus hermanos pequeños de 14 y 12 años. Todos los días ha entrado al tribunal un paso detrás de su padre, el mismo lugar que ha ocupado en la sala. Los gestos de complicidad y las sonrisas entre ambos han sido habituales, según los periodistas que cubren el proceso.

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No obstante, también ha pasado por momentos duros. El peor, quizás, cuando tuvo que escuchar las declaraciones de una antigua asistente de su padre que relató cómo su madre sufrió un ataque de nervios en el aeropuerto al descubrir que Edwards no había roto con su amante. Según el testimonio, Elisabeth Edwards, enferma de cáncer, se arrancó la camisa y el sujetador mientras le gritaba a su marido: “¡Ya nunca me miras!” Inmediatamente, Cate abandonó la sala entre lágrimas mientras su padre le llamaba por su nombre tratando de calmarla.

El juicio al excandidato se ha convertido en el epítome de la tragedia moderna

En su turno de alegatos el equipo de abogados del expolítico ha enfatizado el temperamento irascible de la mujer de Edwards, enferma y temerosa de la humillación que ella y su familia podían sufrir si llegaba a transcender la aventura de su marido, para justificar que lo único que pretendía el candidato al desviar fondos para esconder la existencia de Hunter, era evitarle a Elisabeth Edwards sufrimientos como el que se aireó en el juicio y no, como afirma la acusación, para ocultar a sus votantes su relación extramatrimonial y mantener intactas sus expectativas electorales. La tesis de la defensa también hace hincapié en que el dinero empleado por el candidato procedía de donaciones privadas –nunca, insisten, asignadas a financiar la campaña-.

Aunque Edwards se enfrenta a 30 años de cárcel por un delito de fraude electoral pocos son los testimonios que se han centrado en la posible malversación de fondos electorales. Hasta el momento, el proceso se ha convertido en el viacrucis personal de Edwards que se ha visto obligado a revivir de nuevo la sucesión de mentiras y desmentidos que entre 2008 y 2010 sepultaron sus ambiciones y hundieron para siempre la vida profesional y personal de quien todos tenían por uno de los políticos con mayor futuro en el Partido Demócrata.

Pocos son los testimonios que se han centrado en la posible malversación de fondos electorales

La mayoría de los testigos presentados por la fiscalía han ahondado en los esfuerzos de Edwards por esconder su relación extramatrimonial, en sus dudas sobre su paternidad, en sus desmentidos públicos y sus posteriores reconocimientos, también públicos, de aquélla, en las promesas de un futuro común hechas a Hunter, en las discusiones con su esposa o en cómo ésta quiso que aquél estuviera a su lado días antes de morir. Una estrategia que se puso en práctica desde el primer día cuando el exasistente de Edwards, Young –tan cercano estaba al político que llegó a admitir ser el padre de la hija que aquél tuvo con su amante-, desvelara el complicado sistema económico para ocultar la existencia de Hunter a través de las generosas donaciones de la centenaria multimillonaria, Rachel Bunny Mellon, y del tesorero de su campaña, Fred Baron.

El juicio al excandidato se ha convertido en el epítome de la tragedia moderna. Y aún no se ha escrito el capítulo final. El jueves comenzarán los alegatos finales de la acusación y la defensa y la sentencia podría conocerse en las próximas semanas.

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Sobre la firma

Eva Saiz
Redactora jefa en Andalucía. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario como responsable de la edición impresa y de contenidos y producción digital. Formó parte de la corresponsalía en Washington y ha estado en las secciones de España y Deportes. Licenciada en Derecho por Universidad Pontificia Comillas ICAI- ICADE y Máster de EL PAÍS.

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