Ecuador quiere dar más poder al Ejército en tareas de seguridad ciudadana
La estrategia presidencial recibe críticas por desnaturalizar la institución La preocupación por la delincuencia en Ecuador está en la media latinoamericana
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha insistido en las últimas semanas en implicar cada vez más al Ejército en la lucha contra el crimen organizado. “Si es necesario cambiar visiones, estrategias, tácticas, formación, capacitación, debemos hacerlo”, ha dicho Correa en relación a las Fuerzas Armadas ecuatorianas. Sin embargo, la estrategia del presidente está provocando una polémica entre quienes consideran que no se debe “desnaturalizar” la misión de los militares de proteger la integridad territorial, especialmente en la frontera norte, donde Ecuador busca anular cualquier posible accionar de la guerrilla colombiana.
El debate sobre la presencia de los militares en las calles se ha extendido por varios países latinoamericanos inquietos por la creciente amenaza del narcotráfico y el auge de la delincuencia. En Ecuador, las Fuerzas Armadas han venido colaborando en acciones puntuales de combate al crimen organizado, especialmente en las fronteras, y son responsables del control de armas en el país. Pero el presidente Correa ahora demanda una mayor participación militar. “La principal preocupación de nuestra gente es la inseguridad ciudadana y para combatirla requerimos de nuestras Fuerzas Armadas”, ha dicho el mandatario.
En consecuencia, grupos militares reciben en estos días entrenamiento en tareas policiales, relacionadas con controles contra la delincuencia, acciones antimotines, uso progresivo de la fuerza, tráfico y derechos humanos. Según el ministro de Defensa, Miguel Carvajal, unos 4.000 miembros de Fuerzas Armadas serán entrenados en el corto plazo para apoyar a la Policía en el combate al crimen organizado.
Para el exministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, no obstante, los pronunciamientos del presidente Correa van más allá de simplemente entrenar a los militares. “Si a cualquier institución se le cambia sus objetivos, misión, equipamiento, organización y doctrina, ya deja de ser la institución original. En este caso dejarían de ser Fuerzas Armadas y pasarían a constituirse como una Guardia Civil, como en el caso de España, o una Gendarmería, o cualquier otro tipo de Policía militarizada”, señaló el experto a este diario.
Jarrín, quien también fuera exjefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, mostró su preocupación no solo por el “proceso de desnaturalización” al que a su juicio se podría someter a la institución militar, sino porque “bajo el pretexto de seguridad ciudadana” los militares adquieran un poder político interno, a discreción de un ministro, en el control de la paz y el orden social, “lo cual es tarea de la Policía”.
A decir del ministro coordinador de Seguridad Interna y Externa, Homero Arellano, sin embargo, lo que demanda el presidente Correa es mayor eficacia en las acciones militares de apoyo al combate al crimen. “No se intenta cambiar el rol tradicional de las Fuerzas Armadas. Lo nuevo es el pedido de mayor eficacia y resultados en la parte contributiva a la Policía, toda vez que Ecuador pasa por un momento histórico de paz, no de hipótesis de conflicto bélico”, dijo el ministro en entrevista con EL PAÍS.
¿Cuán grave es la percepción de inseguridad en Ecuador en comparación con otros países de la región? Según un informe de la Corporación Latinobarómetro presentado hace pocos días, la delincuencia es vista a nivel regional como el principal problema de América Latina. En 11 países de 18 analizados por el estudio, los ciudadanos mencionan a la delincuencia como el problema más importante que enfrenta su país, con porcentajes que van de un 20% en Perú a un 61% en Venezuela, con un promedio regional de 28%. Ecuador se encuentra, de acuerdo con el informe, unos puntos sobre la media, con un 33%.
Pero entre los ecuatorianos no solo hay preocupación por la delincuencia, también se espera una permanente eficacia en el combate al narcotráfico. En un Reporte de Responsabilidad Social, emitido por el Ejército de Ecuador y conocido en febrero pasado, se señala en pocas líneas que si no se toman los correctivos adecuados el narcotráfico podría desbordarse en el país. De otro lado, los operativos en la frontera norte para bloquear cualquier posible acción de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) son constantes.
Este fin de semana Ecuador deportó a Colombia tres presuntos guerrilleros, entre ellos uno señalado por las autoridades como jefe financiero del Frente 48 de las FARC.
“En Ecuador no tenemos siembra de amapola o marihuana, y nuestras Fuerzas Armadas pueden patrullar todo el territorio nacional. Evidentemente no podemos decir que el país no sea paso de droga, y que no haya lavado, pero estamos lejos de la situación de países que lamentablemente tienen primeros puestos en la producción de coca”, señaló el ministro Arellano.
Es en este marco que el debate sobre hasta qué punto debe llegar la vinculación de las Fuerzas Armadas en el combate al crimen organizado se extiende en estos días en Ecuador. El ministro coordinador de Seguridad defiende que los militares se involucren más y ofrece cero impunidad en caso de que se cometieran afectaciones a los derechos humanos durante los operativos. El exministro Jarrín, sin embargo, sostiene que se debe más bien fortalecer a la Policía y evitar una “militarización de actividades que no corresponden directamente a las Fuerzas Armadas, pues cuando se utiliza a las FF AA indiscriminadamente, se está debilitando a otras instituciones”.
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