“En Chile no existe el temor a un líder populista”
El ministro de la Secretaría General de la Presidencia de Chile opina que el Gobierno de Sebastián Piñera se encuentra en el tiempo "de cosechar"
La popularidad del presidente chileno Sebastián Piñera está por los suelos. Ha llegado a su nivel más bajo desde que asumió el poder hace dos años: un 26% de aprobación en abril. Sin embargo, si hay una palabra que puede definir la acción de gobierno chileno (centro-derecha) es la de optimismo: “La encuesta que vale es la elección. Creemos que los resultados en las próximas citas electorales serán positivos”, sostiene Cristián Larroulet Vignau (Temuco, 1953), ministro de la Secretaría General de la Presidencia de Chile. “En general, la ciudadanía nos juzga con mucha fuerza por los resultados y creo que estamos empezando a mostrar un proceso de cumplimiento [de los compromisos planteados por Piñera en la campaña electoral y al asumir la presidencia en 2010] bastante riguroso”. “Estamos en el segundo tiempo: el primero fue de siembra y ahora empieza el tiempo de cosecha”, afirma el ministro. “Las dos décadas de Gobierno de la Concertación [coalición de izquierdas] tras la dictadura militar marcaron la consolidación de la democracia. El mensaje central de la campaña de Piñera fue avanzar y llevar a Chile hacia el desarrollo”.
Larroulet recuerda que el objetivo del desarrollo ha sido un denominador común de los Gobiernos chilenos del siglo XX: “El presidente Ricardo Lagos dijo en 1999 que Chile aspiraba para el Bicentenario [celebrado el año pasado] a que el país tuviera un ingreso per capita similar a España. ”Eso no ocurrió y Piñera lo adoptó como objetivo. Según Larroulet, su Gobierno se enfrentó desde el primer momento a grandes desafíos, el primero de los cuales fue el terremoto que asoló el país el 27 de febrero de 2010. “Piñera decidió asumir la emergencia de la reconstrucción y cumplir con el mandato democrático” que le habían otorgado las urnas.
Larroulet, que ha visitado España para participar en una reunión preparatoria de la Cumbre Iberoamericana de Cádiz que se celebrará en noviembre, desgranó en la reunión Chile: apertura, libertad y desarrollo, organizada por la Casa de América en Madrid el pasado martes, los tres grandes planes de trabajo del Gobierno del que forma parte. En materia económica, la competitividad y la necesaria reforma fiscal. En materia social, la igualdad de oportunidades y sobre todo la lucha contra la pobreza. Y por último, la joya de la corona de su Ministerio, el perfeccionamiento de la institucionalidad democrática. Los avances, según el ministro, han sido notables: la economía chilena crece hoy un 6% anual, las cifras de desempleo se sitúan en torno al 6,6% tras la creación de 700.000 empleos, y la desigualdad social, gracias a las políticas de empleo y sociales, se ha reducido en cinco puntos. “Este es el Gobierno de mayor eficacia legislativa de los últimos 10 años”, afirma Larroulet. La ingente actividad legislativa se ha hecho evidente en la aprobación de leyes de participación ciudadana, de transparencia, de probidad pública, de lobbies y la ley de partidos políticos que está en marcha. “Cinco millones de chilenos se han incorporado al padrón electoral. Hablamos de la mayor incorporación de electores en la historia de nuestro país, solo comparable a la que ocurrió en 1952 cuando se otorgó el derecho de voto a las mujeres”, afirma el ministro.
El prestigio de los partidos políticos, sin embargo, está bajo mínimos en Chile. Hay una crítica severa de la ciudadanía, a pesar de las posiciones encomiables que le otorgan los organismos internacionales en materia de transparencia, de falta de corrupción y de emprendimiento económico. Larroulet, sin mencionar a ningún país de la región, asegura que “en Chile no existe el temor a un líder populista porque las reformas políticas atenuarán las críticas y fortalecerán las instituciones”. En una conversación con este diario, el ministro insiste en la calidad de la política chilena. Larroulet se resiste a comentar algunas de las medidas populistas de sus vecinos latinoamericanos que considera que pertenecen al ámbito de las relaciones bilaterales. “El periodo de 2006 a 2009 se calificó como la siesta de Chile. Pues bien, se acabó la siesta. El prestigio político debe empezar por creer en nuestras instituciones”. A la pregunta de la escasa participación femenina en la vida parlamentaria (pese a que las mujeres representan el 52,6% del padrón electoral, las candidatas al Congreso nunca han superado el 20% de las listas electorales desde 1993), su Gobierno no es partidario de una ley de cuotas. “Buscamos mecanismos permanentes que impliquen a la mujer en la vida política, porque de lo que hablamos es de factores culturales, de eliminar las barreras con las que se encuentran las mujeres. Somos más partidarios de los incentivos a partidos y a mujeres que de una ley de cuotas.”
Otro gran caballo de batalla al que se ha enfrentado su Gobierno ha sido, y es, el de las protestas estudiantiles, que tuvieron en jaque al Ejecutivo durante 2011. Según Larroulet, Chile ha adolecido de problemas educativos durante mucho tiempo: ausencia de cobertura de educación preescolar, problemas de calidad de la enseñanza primaria y secundaria. El acceso de estudiantes a la enseñanza universitaria aumentó a una velocidad impresionante gracias a los Gobiernos de la Concertación. Sin embargo, las desigualdades sociales y económicas no se solucionaron y esas están en la base de las protestas estudiantiles. “La protesta estudiantil fue también una protesta de las clases medias, que hicieron un esfuerzo gigantesco para que sus hijos pudieran tener educación. Creció el número de estudiantes universitarios pero la financiación no mejoró”, afirma el ministro. La reforma educativa requiere financiación y para ello se necesita, según el político, la reforma tributaria que el Gobierno de Piñera ha presentado recientemente. Larroulet confía en que la oposición —con mayoría en el Congreso— apoyará dicha reforma y afirma convencido de que ésta, junto con la reconstrucción de Chile tras el terremoto, será “el gran legado” que el presidente Piñera dejará a la sociedad chilena.
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