La solicitud de asilo de Chen complica la crisis diplomática entre China y EE UU
El disidente asegura que sus familiares han recibido amenazas de muerte. Los republicanos critican al presidente Barack Obama y exigen más firmeza en la defensa de los derechos humanos
La crisis abierta por la situación del activista chino Chen Guangcheng se ha agudizado tras el deseo expresado por el famoso disidente de obtener asilo político en Estados Unidos, lo que ha dado lugar a un complejo conflicto diplomático en el que están en juego las vitales relaciones entre las dos superpotencias. El episodio ha oscurecido ya la cumbre bilateral anual que ha comenzado hoy en Pekín y ha puesto crudamente sobre la mesa el trato a los derechos humanos en el país que ostenta el rango de mayor prestamista mundial.
Pocas horas después de haber abandonado voluntariamente la embajada norteamericana en Pekín, a donde llegó la pasada semana en busca de protección, Chen expresó a varios medios de comunicación que su seguridad no estaba garantizada en China y que debía ser trasladado a EE UU. De sus palabras se desprende que no estuvo bien informado sobre los términos del acuerdo bajo el que se produjo su salida de la embajada y que, una vez fuera, se había sentido abandonado y desprotegido por los diplomáticos estadounidenses.
“Cuando estaba dentro de la embajada”, declaró a la agencia Reuters, “no tenía a mi familia y no entendí ciertas cosas. Una vez que me reuní con ellos, mis ideas cambiaron”. En otras entrevistas con diferentes medios, Chen asegura que sus familiares han recibido amenazas de muerte, que su casa está bajo vigilancia y que su vida peligra si se queda en China. “No me siento seguro, mis derechos y mi seguridad no están garantizados si sigo aquí”, manifestó desde el hospital en el que recibe tratamiento por las heridas que se produjo en su rocambolesca operación de huida para llegar hasta la legación diplomática norteamericana.
El Departamento de Estado ha informado que tendrá en cuenta la solicitud de asilo de Chen, sin anticipar cuál puede ser la decisión final. El embajador norteamericano en Pekín, Gary Locke, declaró a la prensa que los responsables diplomáticos volverán a hablar con el disidente para conocer exactamente sus intenciones y actuar como corresponda.
Descartando la posibilidad de que EE UU acceda a sacar ilegalmente del país a Chen –él ha pedido hacerlo en el avión en el que regrese a Washington la secretaria de Estado, Hillary Clinton, que participa en Pekín en la cumbre bilateral-, el disidente tendría que obtener un pasaporte y un visado norteamericano antes de su partida. Otro solución sería la de su salida hacia un tercer país.
Un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino manifestó que Chen, que se encontraba bajo arresto domiciliario cuando escapó, era una persona libre y podía trasladarse a su ciudad de residencia, Shandong, junto con su familia, en el momento en que quisiera. El Gobierno de ese país ha calificado de “inapropiada” la forma en que EE UU ha manejado este asunto y ha exigido disculpas.
Vídeo en el que Chen Guangcheng hacía tres peticiones al primer ministro chino tras huir de su casa el 22 de abril.
La Administración norteamericana se encuentra actualmente atrapada entre dos fuegos: resolver el caso de la forma que resulte menos embarazosa para China y, al mismo tiempo, hacerlo sin dejar la apariencia de que está dando prioridad a las relaciones con ese país sobre la situación humanitaria de Chen, un símbolo por su lucha contra los abortos y las esterilizaciones forzosos.
El presidente Barack Obama ha sido ya criticado por los líderes republicanos en el Congreso y por el candidato presidencial de la oposición, Mitt Romney, quienes han exigido más firmeza en la defensa de los derechos humanos en China. El cambio de opinión de Chen en las últimas horas ha dejado la impresión en EE UU de que el activista fue obligado o engañado para salir de la misión diplomática norteamericana.
El embajador Locke lo ha desmentido en varias entrevistas. “Fue muy claro desde el primer momento que quería quedarse en China, junto a su familia, para luchar por la libertad”, ha declarado a la cadena CNN. Al mismo tiempo, ha asegurado que, una vez en el hospital, el disidente fue visitado varias veces por funcionarios norteamericanos, que se interesaron por la situación de su familia y el tratamiento que recibía.
No está del todo claro qué es lo que Chen descubrió al salir de la embajada que le hizo cambiar de criterio. De sus declaraciones y de las de sus colaboradores se desprende que su mujer, que lo visitó el miércoles en el hospital, le relató detalladamente las amenazas que había recibido, tanto ella como la madre del disidente. El matrimonio tiene dos hijos.
El Gobierno norteamericano está tratando de abordar el caso de Chen al margen de las relaciones generales con China, que abarcan una amplia gama de asuntos económicos, políticos y de seguridad internacional. Pero Clinton tuvo que referirse al asunto de los derechos humanos durante su intervención en el primer día de la cumbre. “Todos los gobiernos tienen que responder a las aspiraciones de los ciudadanos por la dignidad y el imperio de la ley”, afirmó la secretaria de Estado.
El mejor aliado de la Administración en su esfuerzo de contención de daños en el diálogo con China puede ser la propia situación en ese país, donde el ambiente político, a pocos meses de la elección de un nuevo liderazgo, se ha enrarecido considerablemente como consecuencia del escándalo del dirigente Bo Xilai, caído en desgracia por su supuesta implicación en una red de extorsión y corrupción.
No más sencillo será convencer a los propios norteamericanos de que el Gobierno de Obama ha actuado correctamente en el caso de Chen, que estos días ocupa las portadas de todos los periódicos y abre los informativos de televisión. El portavoz del Departamento de Estado, Jay Carney, hizo ayer grandes esfuerzos por demostrar que los derechos humanos son siempre “una parte prioritaria” de la agenda de negociación con China.
Geithner pide a China un cambio en su política de exportaciones
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, ha pedido a China que cambie su política de exportaciones y se centre en aumentar su consumo interno, informa la BBC. En la apertura de la cumbre entre Estados Unidos y China, que se celebra hoy y mañana en Pekín, Geithner ha asegurado que el cambio es necesario para sostener el crecimiento económico de China en el futuro.
China depende en gran medida de sus exportaciones al extranjero, pero la crisis en los mercados europeos y de Estados Unidos ha aumentado los temores sobre las perspectivas de crecimiento del gigante asiático, segunda economía del mundo por detrás de EE UU.
Geithner también ha pedido a China una mayor apreciación de su moneda. El valor del yuan ha sido uno de los principales puntos de discordia entre las dos mayores economías del mundo. La moneda ha subido casi un 8% frente al dólar EE UU en los últimos dos años, pero las autoridades estadounidenses sostienen que todavía está infravalorado.
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