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Dos explosiones matan a nueve personas en la ciudad siria de Idlib

Los ataques se han dirigido contra dos sedes de inteligencia de las fuerzas armadas

El jefe de la misión de inspectores de la ONU, el general Robert Mood, llegó el domingo a Siria para iniciar su labor. Mood advirtió de que "ni mil inspectores" pueden solucionar el conflicto si no cesa la violencia por ambas partes.

Al menos nueve personas han muerto la mañana del lunes y más de un centenar han resultado heridas en dos explosiones "terroristas" en la plaza Hananu y en la calle Al Carlton, en la ciudad septentrional de Idlib, según informó la televisión oficial de Siria. Entre las víctimas hay tanto civiles como miembros de las fuerzas de seguridad del régimen, según la cadena oficial.

Los activistas de oposición han elevado la cifra de víctimas. "Más de 20 personas, la mayoría de ellas miembros de los cuerpos de seguridad, han muerto en dos explosiones en Idlib", ha asegurado en un comunicado el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización con base en Londres. "Las bombas han explotado cerca del cuartel general de inteligencia de la Fuerza Aérea y de la sede de la inteligencia militar", ha dicho Rami Abdelrahman, director del observatorio.

Nada detiene la violencia en Siria. La presencia de observadores de Naciones Unidas desde hace unos días sirve, según miembros de la resistencia y de la oposición, para disminuir la virulencia de los ataques de las tropas leales a Bachar el Asad. Pero en la inmensa mayoría de las ciudades y pueblos los observadores —se prevé que lleguen a ser unos 300— no están presentes. O no lo están permanentemente.

Los rebeldes disparan granadas contra la sede del banco central sirio

En la propia capital, Damasco, y durante la madrugada de este lunes, los milicianos, calificados de terroristas por el Gobierno, han lanzado granadas contra el edificio del banco central y atacado una patrulla de la policía. Cuatro agentes resultaron heridos. Vecinos de Damasco hablaban de que habían escuchado fuertes explosiones durante la noche.

Estos sucesos tienen lugar un día después de la llegada a Damasco del nuevo jefe de la misión de supervisión de la ONU en Siria (UNSMIS), el general noruego Robert Mood, para verificar el cumplimiento del plan de paz promovido desde el 12 de abril por el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, y que prevé la retirada de los carros de combate de las ciudades, la liberación de los detenidos de forma arbitraria y el inicio de un diálogo entre el Gobierno y la oposición, entre otros puntos.

Sobre el terreno hay ya desplegados 15 observadores militares desarmados de la misión, y se espera que durante el lunes llegue un grupo de treinta, de los trescientos que integrarán la UNSMIS.

Naciones Unidas calcula que desde el inicio de la revuelta popular en marzo de 2011 las fuerzas de seguridad del régimen han matado alrededor de 9.000 personas. El Gobierno afirma que los insurrectos han matado a su vez a 2.600 policías y militares.

Aunque los rebeldes iniciaron el alzamiento con protestas pacíficas que mantuvieron durante meses, poco a poco han reforzado su capacidad militar, por mucho que se mantenga aún a años luz del poder militar del ejército. De ahí que recurran a tácticas de guerrilla y lancen ataques contra controles militares, eludiendo los enfrentamientos directos. En las últimas semanas han comenzado a proliferar los ataques con bombas en carreteras y al paso de vehículos militares.

Como empiezan a ser más frecuentes los ataques con explosivos, a veces perpetrados por suicidas. El pasado viernes, un suicida mató a nueve personas, la mayoría oficiales de seguridad, en un céntrico barrio de Damasco, el mismo día en que las autoridades libanesas decomisaron el cargamento de un buque procedente de Libia con destino a los rebeldes sirios. La nave transportaba lanzagranadas, fusiles y munición. El grupo islamista Frente Al Nursa se ha atribuido la responsabilidad por ese ataque suicida del viernes. En meses pasados, similares atentados se produjeron en otras ciudades sirias, sobre todo en Alepo.

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