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Viaje del Papa a México y Cuba

"¡Qué padre, el Papa ya está aquí!"

Decenas de miles de personas reciben a Benedicto XVI en León

El papamóvil en su paseo por León.
El papamóvil en su paseo por León.Y. CORTEZ (AFP)

"¡Benedicto, hermano, ya eres mexicano!", "¡Se ve, se siente, Benedicto está presente!", coreaban la tarde del viernes decenas de miles de personas, en su mayoría jóvenes, al paso del papamóvil, marca Mercedes Benz, por la larguísima Avenida López Mateos de León, la ciudad con mayor población -1,5 millones de habitantes- de Guanajuato, un Estado masivamente católico. Gente de toda clase y condición aguardó durante horas bajo un sol de justicia la llegada de la caravana del Papa formando una valla humana en las dos aceras de la avenida. Otros alquilaron las azoteas y balcones de edificios aledaños.

"¡Qué padre, el Papa ya está aquí!", decía una muchacha mientras un vendedor de medallas y rosarios voceaba: "¡Lleve a Cristo Rey, mire, mire!", al tiempo que toda clase de buhoneros ofrecían las más diversas mercancías. La mayoría de los fieles era de Guanajuato pero muchos habían venido de Estados vecinos como Guerrero o Michoacán y otros de lugares tan distantes como Chihuahua. Una pareja contaba que había tardado 26 horas en llegar en autobús desde Ciudad Juárez.

León llevaba meses preparando la visita papal y la ciudad estaba engalanada con banderas con los colores amarillo y blanco del Vaticano y lazos blancos. Carteles de casas comerciales como “Botas Pistolero dan la bienvenida al Papa” se acumulaban en la carretera de entrada a la ciudad. La estancia de tres días de Benedicto XVI va a costar a las arcas municipales y estatales de Guanajuato cerca de ocho millones de euros, según cifras oficiales.

Tras 14 horas de vuelo procedente de Roma, el Papa aterrizó en el aeropuerto internacional de Silao y tras dos horas de actos protocolarios tuvo la fortaleza para recorrer a bordo del papamóvil y a una velocidad de 20 kilómetros por hora los más de 30 kilómetros que le separaban del Colegio Miraflores, donde se hospedará durante su estancia en México.

En el aeropuerto fue recibido por el presidente de México, Felipe Calderón, y su esposa, Margarita Zavala. Calderón abrazó a Joseph Ratzinger pero ni él ni la primera dama le besaron el Anillo del Pescador. El presidente agradeció la visita como un “gesto de solidaridad” con un pueblo “que ha sufrido mucho” y vive “momentos de gran tribulación”. Destacó también el hecho de que visitase “la primera nación de habla hispana de este continente y el segundo con mayor número de católicos de todo el mundo después de Brasil”.

En otro momento de su discurso, Calderón se refirió al debate sobre libertad religiosa que discute estos días el Senado mexicano y que entraña reformas constitucionales: “La libertad de culto y la pluralidad política, religiosa e ideológica son posibles en un Estado laico como el nuestro”.

En sus primera palabras en suelo mexicano, el Papa prometió “rezar por los que sufren” y especialmente por las víctimas de la violencia y se definió como “un peregrino de la fe, la esperanza y la caridad”. A renglón seguido subrayó que la libertad religiosa “es un derecho fundamental para la convivencia pacífica”.

Benedicto XVI no tiene el carisma de Juan Pablo II en México, cuya fotografía alternaba con la del Papa actual y su nombre fue aplaudido cada vez que era citado, pero ayer se ganó sin duda a la parroquia de Guanajuato.

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