Decisiones sobre Irán
Estados Unidos solo podría contener a Israel si se hace cargo de la amenaza nuclear iraní
Vistas desde Norteamérica, ni las prioridades ni la situación se analizan del mismo modo. Tanto en EE UU como en Europa, la cuestión central son los niveles de la actividad económica y, por tanto, el paro. Aunque las cifras son comparables, en Estados Unidos determinarán el voto: según el crecimiento se reanude o no y, sobre todo, según el paro descienda de forma significativa o no, así Barack Obama tendrá o no una posibilidad de ser reelegido. En Europa, se sigue poniendo el acento en la austeridad y la reducción del gasto, aun cuando sería urgente reactivar la economía para hacer retroceder el número de parados: 25 millones en el conjunto de la UE. Al margen de los económicos, por supuesto, los temas de la campaña que está teniendo lugar en EE UU para designar al candidato republicano pueden parecer surrealistas. Por ejemplo, se debate si Obama es o no auténticamente cristiano; y los candidatos republicanos discuten no ya sobre el aborto, sino sobre la contracepción, que ahora señalan como inmoral. A Dios gracias, y valga la expresión, Europa aún está libre de este tipo de campañas, que nos parecen destinadas a transportarnos a una verdadera Edad Media. Pero uno de los ámbitos en los que la diferencia es también palpable nos atañe, ya seamos europeos o norteamericanos: se trata de la cuestión nuclear.
La semana que empieza va a ser decisiva, pues estará marcada por el encuentro entre el primer ministro israelí y el presidente estadounidense. En el orden del día: la posibilidad de un ataque preventivo contra las instalaciones nucleares iraníes. La cuestión es saber si EE UU sigue imponiendo su veto, si deja hacer o incluso si anima al Gobierno israelí, que parece convencido de la necesidad de tal ataque. Vista desde Europa, la posición inicial de Obama, es decir, intentarlo todo antes de recurrir a las armas, parece la más sensata. El anuncio de un acuerdo entre EE UU y Corea del Norte para decretar una moratoria del programa nuclear de Pyongyang a cambio de una ayuda llega en un momento oportuno.
Visto desde Israel, cualquier intento de comparar a Irán con Corea del Norte resulta inquietante, pues el primer ministro Netanyahu estima que las sanciones contra Irán serán insuficientes de todos modos. Por parte republicana, cada precandidato presidencial rivaliza en epítetos desagradables contra Obama, al que tachan de débil e ingenuo. Todos quieren vérselas con él. Y coinciden con Ronald Lauder, el presidente del Congreso Mundial Judío, en que el consenso militar es suficiente para convencerse de la necesidad de actuar.
En realidad, los argumentos no faltan. En primer lugar, porque, dado lo pequeñas que son las distancias, la regla en materia de armamento nuclear, a saber, la disuasión del fuerte por parte del débil, no funcionaría en esta región del mundo. Esta regla establece que las armas nucleares garantizan la paz porque el que ataca sabe que también será destruido. Fue lo que prevaleció durante la Guerra Fría. En este caso, los misiles son tan rápidos y las distancias tan cortas que los expertos dudan que si Irán atacara a Israel hubiese tiempo para responder. A continuación, la idea según la cual con un bombardeo preventivo solo se ganarían dos o tres años de tregua es cuestionada en Israel, donde recuerdan que la destrucción de Osirak en 1981 y la de las instalaciones nucleares sirias en 2007 apartaron definitivamente a ambos países de su carrera en pos de la bomba atómica. Finalmente, a quienes objetan que una acción así desestabilizaría la región, los israelíes y sus amigos estadounidenses les responden que un Irán con capacidad nuclear representaría un riesgo aún mayor de desestabilización. Como prueba, el apoyo tácito que los regímenes suníes, con Arabia Saudí a la cabeza, parecen prestar a la perspectiva de una operación israelí. En cambio, en Europa, la operación parece comportar más riesgos que ventajas. En la historia reciente, Irán ha sido un aliado de Israel y solo es peligroso porque el régimen iraní lo es. La prioridad debería ser por tanto ayudar a la oposición a derrocar a Ahmadineyad, que trucó las elecciones para mantenerse en el poder. Un bombardeo contra las instalaciones nucleares iraníes podría debilitar esa oposición y reforzar la cohesión en torno al régimen iraní.
En cualquier caso, aun cuando el Pentágono y los servicios norteamericanos parecen reservados, Obama tendrá que decidir. Solo podría contener a los israelíes a condición de garantizarles que EE UU se hace cargo de la amenaza nuclear iraní. A juzgar por la tonalidad de los rivales republicanos de Barack Obama, en este momento parece difícil dar una garantía suficientemente convincente. A este último le quedaría pues escoger la fecha adecuada para el bombardeo preventivo israelí, apoyado por Washington. Lo que, probablemente, nos situaría a mediados del verano que viene. A menos que consiga convencer a Netanyahu de los peligros de un ataque contra Irán. La respuesta, esta semana.
Traducción: José Luis Sánchez-Silva
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