_
_
_
_
_
OBITUARIO

Amalia Lacroze, la dama argentina del cemento

En 2005 vendió su compañía por 900 millones de euros

Francisco Peregil
Amalia Lacroze de Fortabat.
Amalia Lacroze de Fortabat.REUTERS

“Observa algo grande y me verás. Toca las paredes de tu hogar y me sentirás. Mira tu pasado y me recordarás. Proyecta tu futuro y me encontrarás”. Así se anunciaba hace varios años la compañía cementera argentina Loma Negra. Detrás de aquella empresa estaba una persona sobre la que se podría aplicar el mismo lema: María Amalia Sara Lacroze Reyes Oribe de Fortabat Pourtale, conocida como Amalita. Nació rica en Buenos Aires en 1921 y murió más rica aún a los 90 años, el pasado sábado “de muerte natural”, en su apartamento bonaerense de tres pisos, en la avenida del Libertador.

 El nombre de Amalia Lacroze irrumpió con fuerza y escándalo en los principales salones porteños cuando se separó de su primer marido para iniciar una relación con un hombre casado y 27 años mayor. Ella misma contaría años después los pormenores de la relación en la revista Noticias: “Estaba en un palco del teatro Colón (Buenos Aires) junto a mi prometido, Hernán, el padre de mi hija Inés, y noté que un señor de un palco más arriba me miraba. Comencé a sentir que este señor provocaba algo especial en mí, una suerte de atracción. No era buen mozo, era espléndido, que es otra cosa distinta. Al rato me lo veo entrar al palco con una caja de bombones para mí. Lo invité a mi casamiento con Hernán y entonces él me llamó para excusarse: ‘No lo voy a poder soportar’, me dijo. Años después nos volvimos a encontrar. Me separé de Hernán y me casé con él. Fui, durante más de 30 años, terriblemente feliz a su lado”. Aquel hombre se llamaba Alfredo Fortabat Pourtale y era uno de los empresarios más ricos del país.

Cuando falleció Fortabat, en enero de 1976, Amalita heredó la empresa, fincas, aviones, cuadros, emisoras de radio… Pero no se conformó con eso. Fue acumulando fama, amantes, amigos (David Rockefeller y Henry Kissinger) y más dinero.

Gracias a sus excelentes relaciones con los hombres más influyentes de la dictadura (1976- 1983) logró triplicar el patrimonio heredado. “Me puse a trabajar como si entendiera de todo. Y, al final, entendí muy bien”, declaró. Después de los militares, también congenió con los Gobiernos de Raúl Alfonsín (1983-1989), el peronista Carlos Ménem (1989- 1999) y el conservador Fernando de la Rúa (1999-2001). Ménem la nombró “embajadora itinerante y plenipotenciaria”. Pero Néstor Kirchner (2003-2007) le retiró ese título del que tan orgullosa se sentía. Ayer, en medio de las decenas de obituarios hubo quienes recordaron que lo suyo con la dictadura más que buena relación podía ser tachado de complicidad. En algunos diarios se recordó el nombre de Carlos Alberto Moreno, abogado de la Asociación de Mineros Argentinos, secuestrado y asesinado en 1997, tras haber denunciado a Loma Negra por supuestas condiciones de insalubridad.

Ahora, cualquier argentino que se plante en medio de una calle seguirá viendo algo que le recuerde a María Amalia Sara Lacroze Reyes Oribe de Fortabat Pourtale. Pero quien desee proyectar su futuro con Loma Negra solo encontrará detrás al grupo brasileño Camargo Correa, a quien la dama del cemento vendió la compañía en 2005 por unos 900 millones de euros.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_