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"El estado de bienestar que teníamos no era real"

Entrevista a Ben Knapen, ministro de Asuntos Europeos y Cooperación Internacional de los Países Bajos

Ben Knapen, ministro de Asuntos Europeos y Cooperación de los Países Bajos.
Ben Knapen, ministro de Asuntos Europeos y Cooperación de los Países Bajos.JURGEN HUISKES (BZ)

Ben Knapen (1951), ministro de Asuntos Europeos y Cooperación Internacional de los Países Bajos, fue corresponsal y redactor jefe del diario NRC Handelsblad. De visita a España para “conocer mejor” la política exterior del nuevo Gobierno, Knapen ha conversado con EL PAÍS sobre la crisis europea a la que, según el ministro cristianodemócrata, “todavía le queda mucho tiempo”.

Pregunta. En Bruselas parece que se ha roto el tabú de que Grecia pueda salir del euro. ¿Puede la Unión Europea seguir adelante sin Atenas?

Respuesta. No nos interesa que Grecia abandone el euro. Eso sí, aunque parece que Atenas mantendrá sus promesas, nos lo ha puesto muy difícil. Los griegos tardan demasiado en tomar decisiones necesarias que, además, van acompañadas de inseguridades y crispación social. Espero que salga bien, pero a Grecia aún le queda mucho camino por delante.

P. En Grecia, y también en España, crece el sentimiento de que los recortes que demanda Bruselas deterioran el Estado del bienestar.

R. En los últimos diez años, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. No estamos perdiendo el estado del bienestar, simplemente porque el bienestar que pensábamos tener no era real. Hipotecamos nuestro futuro. En el momento que paró el crecimiento y afloraron las deudas, también se pudo ver que sin crecer no se pagan tanto préstamos. Gastábamos mucho más de lo que teníamos. Tanto en Europa como en Estados Unidos.

P. Entonces, ¿la austeridad es la solución a la crisis?

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R. Todo el mundo espera que haya una solución inmediata a la crisis, pero es imposible. Si uno compra una casa, está endeudado y pierde su trabajo no puede negociar con el banco y olvidarse del problema. Lo que sigue es una temporada de no comer fuera, comprar menos ropa… y eso durante muchos años. La crisis no se arregla de un día para otro. Necesita tiempo. Creo, sin embargo, que la Unión ha emprendido los pasos adecuados: la ampliación de los poderes de la UE, creación de una reserva financiera y reformas en los países que crean inseguridad, especialmente España e Italia. Se puede perder la confianza en un día, pero se necesitan años en recuperarla. No ocurrirá de un día para otro.

Para salir de la crisis es necesario aumentar la competitividad, sobre todo mediante la innovación. La administración debe ahorrar lo suficiente en gastos sociales para que queden medios para invertir en el futuro. También es importante desregular las profesiones.

P. Es decir, que está de acuerdo con la liberalización de profesiones que está llevando a cabo el primer ministro italiano, Mario Monti…

R. Sí, completamente. Hay 4.600 profesiones protegidas en la Unión. ¡4.600! Algunos oficios es verdad que no se pueden liberalizar como es el caso de la medicina, pero en muchas profesiones no significa más que proteccionismo y clientelismo. Al desregular las profesiones creas dinamismo económico.

En este sentido la crisis también es una oportunidad. Tenemos un mercado de casi 500 millones de personas y apenas lo utilizamos. Tenemos un mercado común para productos, pero no para servicios. Así que el 60% del mercado europeo no es libre. Es una pena, porque en términos de capacidad de ingreso dejas una gran parte fuera. Por ello hay que insistir tanto en la oficina de patentes. En Estados Unidos cuesta 1.800 euros y dos meses de espera. En Europa tarda años y 32.000 euros. Eso es porque no se usa todo el potencial del mercado. Y es mortal sobre todo para pequeñas y medianas empresas, que no tienen varios abogados para solicitar las patentes. (…) Hemos discutido durante 25 años la oficina de patentes y ahora, en plena crisis, se hace realidad. Esperemos que España participe, pero en caso de que no lo haga, pues se queda fuera.

P. En la gestión de la crisis de la eurozona parece que Bruselas no ha estado a la altura de las circunstancias y que Berlín y París han tenido que salir al rescate. ¿En qué ha fallado la Unión Europea?

R. La administración dentro de la Unión no estaba en orden. Algunos países no tenían ni siquiera oficinas de estadística independientes. Cada Gobierno podía hacer magia con las cifras. Y si quería la relección, solo tenía que poner números más atractivos. Mientras, la oposición los pintaba más negros. Pero no había ningún órgano independiente que velara por esos datos. Eso queda arreglado. Vamos paso a paso.

En 2003-2004 fueron Alemania y Francia quienes ignoraron el pacto de estabilidad. Ahora sería imposible zanjar así un asunto. Si, por ejemplo, Alemania se niega a seguir las directrices de la UE, el nuevo tratado permite que cualquier ciudadano alemán pueda ir a Bruselas para que regañen a Berlín. Es verdad que lo hemos arreglado tarde. Tendríamos que haberlo hecho hace 15 años.

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