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Sarkozy recupera el pulso perdido con los anuncios de grandes reformas

La oposición y los sindicatos rechazan las medidas por “injustas e improvisadas”

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, en Bruselas.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, en Bruselas.JULIEN WARNAND (EFE)

Si no lo era ya, ahora es oficial: la crisis (y las recetas para salir de ella) han fagocitado la campaña electoral francesa. Los candidatos no hablan de otra cosa. Nicolas Sarkozy recuperó el domingo el pulso al presentar un paquete con seis reformas, casi todas de marca alemana, y que algunos en su propio partido consideran un suicidio político. Pero, si de lo que se trataba es de llegar al público, el presidente acertó: la entrevista televisada por nueve canales fue seguida por más de 16 millones de personas.

Horas después de que Sarkozy, usando un tono más sombrío de lo habitual, anunciara una subida del IVA de 1,6% (para enseguida aplazar su entrada en vigor al 1 de octubre) y un duro golpe de mano contra la semana de 35 horas (para pasar a trabajar más o menos, dependiendo de la negociación en cada empresa), aún resultaba complicado evaluar su comparecencia.

La prensa, la mayoría conservadora y la oposición de todo pelaje ofrecen docenas de lecturas, al gusto del consumidor: contraataque corajudo de un animal político herido; programa ultraliberal copiado del excanciller Gerard Schröder y adobado con algunos toques de chauvinismo; desesperado lanzamiento del (anti)programa (anti)electoral de un (no) candidato; asunción pública de su obsesión personal con François Hollande; mero humo del fracasado excapitán protector que vive fuera de la realidad…

Como la situación electoral de Sarkozy es francamente mala (la peor desde que existen las encuestas en Francia), cualquier interpretación podría ser cierta, e incluso todas a la vez. Pero, como era previsible, los socialistas y los sindicatos han devuelto el paquete al remitente con toda la hostilidad posible.

“Si mañana soy llamado a asumir la responsabilidad del país, pediré al Parlamento que anule la subida del IVA”, ha proclamado Hollande. El favorito en los sondeos para las presidenciales ha añadido que la medida es inoportuna, pues “llega en un momento en que el crecimiento se ha parado y el consumo es muy débil”; injusta, ya que “golpea a todos los franceses”; infundada, porque “la competitividad es un falso pretexto que no incidirá sobre el déficit exterior”, e improvisada, “porque si hace tanta falta no debería ser atrasada a octubre”.

El editorial de Le Monde basa su análisis en esta idea: “El arte de malgastar una buena idea”. El argumento es que Sarkozy tiene el mérito de plantear un debate necesario sobre la competitividad y la reforma de la financiación del Estado de Bienestar, y que su idea de subir el IVA para liberar así a las empresas de sus altísimos costes laborales puede incluso ser acertada. Pero Sarkozy invalida su propia propuesta, según el diario, al elegir “un método y un momento sorprendentes”, ya que una “reforma clave” como esa “debe hacerse al inicio del mandato”, requiere “amplias consultas”, y en democracia no puede ser impuesta “de manera brutal” por un presidente cuando solo faltan tres meses para el voto.

El momento tiene toda la importancia, porque nadie parece garantizar que las nuevas leyes puedan ser aprobadas antes de las elecciones. El primer ministro, François Fillon, dijo el lunes que el Gobierno presentará el 8 de febrero un proyecto de ley financiera que incluirá algunas de las reformas, y dio dos meses de tiempo a los sindicatos y la patronal para discutir los acuerdos. La tasa sobre las transacciones financieras debe entrar en vigor en agosto, y no se sabe por qué no antes, mientras la reforma para estimular la construcción que permitirá ampliar un 30% la superficie habitable irá más deprisa.

Entretanto, el Gobierno francés rebajó ayer a la mitad la previsión de crecimiento para 2012, pasándola del 1% al 0,5%. La cifra tendrá un impacto de 5.000 millones sobre las cuentas públicas, pero según Fillon no supondrá nuevos sacrificios porque se compensará en parte con los buenos resultados del déficit de 2011, que según Sarkozy el domingo en televisión, será menor en tres o cuatro décimas al 5,7% previsto.

 

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