Tusk, un líder europeo por convicción y urgencia financiera
El primer ministro polaco apuesta por una estrecha colaboración con Alemania, lo cual es visto todavía con escepticismo por gran parte de sus compatriotas
Indiscutiblemente Donald Tusk es el hombre fuerte a orillas del Vístula. La plataforma ciudadana conservadora liderada por él (PO), que en el Parlamento Europeo forma parte del democristiano Partido Popular Europeo (PPE), ha ganado las últimas elecciones de octubre de 2011 con una ventaja sorprendentemente grande. En estos momentos, el líder de la oposición Jaroslaw Kaczynski, que es euroescéptico y nacional-patriota pero al mismo tiempo defiende posiciones socialdemócratas clásicas en materia de política económica, no representa ningún peligro para él. Es evidente que Tusk es consciente de su fuerte posición. Si hace algunos años todavía parecía un muchacho, inseguro cuando hablaba sin llevar un discurso preparado, ahora irradia una sólida seguridad en sí mismo.
Si hay un político polaco al que se pueda colgar la etiqueta de “proeuropeo”, ese es Tusk. Cada vez que se le presenta la ocasión, reafirma que el buen funcionamiento de la UE redunda en interés de Polonia. Una abrumadora mayoría de sus compatriotas piensa exactamente lo mismo. Han comprendido que su país se beneficia en gran medida de los fondos de la UE; Polonia es, con diferencia, el mayor receptor neto. También ha dado un vuelco la opinión de la población rural, que antes tenía miedo de la UE por culpa de los políticos nacional-patriotas y los párrocos de los pueblos. Los campesinos se benefician de la fuerte demanda de productos alimenticios de otros países de la UE. Además, regiones hasta ahora desatendidas están experimentando una gran ola modernizadora gracias a los fondos proporcionados por la UE.
Tusk ya perteneció en las postrimerías del régimen comunista, a finales de los años ochenta, a un grupo de jóvenes intelectuales aglutinados en torno al sindicato Solidaridad que veían el lugar de Polonia en la Comunidad Europea. Tras el cambio político de 1989, se convirtió en uno de los dirigentes destacados de los liberales que apostaron de lleno por la economía de mercado y declararon la guerra a la burocracia estatal. Tusk abogaba por la superación de los prejuicios y, como es oriundo de Gdansk y con antepasados que habían sido ciudadanos del Imperio Alemán, escribió un libro sobre la buena convivencia entre ambas naciones en el pasado.
Sin embargo, Tusk tuvo que asumir que su programa de modernización era demasiado radical para la mayoría. Los liberales fueron marginados políticamente. Pasaron varios años hasta que encontró el camino de vuelta a la gran política, después de haberse transformado en un conservador y de haber hecho también las paces con la iglesia católica: siendo líder de la oposición, se casó por la iglesia dos décadas después de su matrimonio civil. Hoy en día no permite que se toque la poderosa posición de la iglesia dentro de la sociedad ni la prohibición del aborto, porque es evidente que no quiere perderse en campos de batalla secundarios.
En lugar de eso da prioridad absoluta a una integración más amplia de Polonia en las estructuras europeas. Pero este planteamiento conlleva una dificultad especial: Tusk, que habla bien alemán, apuesta por una estrecha colaboración con los germanos, lo cual es visto todavía con escepticismo por gran parte de sus compatriotas. Hace mucho que se tutea con Angela Merkel. En los últimos meses, durante la presidencia polaca de la UE, apoyó la posición de la canciller, que exigía programas de ahorro consecuentes a los países de la UE en crisis. Sin embargo, al mismo tiempo, su Gobierno intentó formar un frente de receptores netos frente a los países donadores, cosa que no gustó nada en Berlín y París. Tusk no se puede permitir una reducción de los fondos de la UE destinados a Polonia. Los necesita urgentemente, porque durante su primer mandato, el déficit presupuestario ha aumentado en más del doble. Así que es ambas cosas: europeo por convicción interna, pero también por urgencia financiera.
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