El capitán tardó una hora en lanzar la señal de alarma tras el accidente
La embarcación había superado una revisión el pasado 13 de noviembre
La investigación sobre el naufragio del Costa Concordia avanza y afloran a la superficie elementos que profundizan las sospechas sobre las graves responsabilidades del capitán Francesco Schettino, de 52 años y con 30 de experiencia, detenido por la acusación de homicidio.
Los puntos oscuros de su conducta son varios. No solo abandonó el barco antes de que fueran evacuados todos los pasajeros sino que, según se supo ayer, tardó más de una hora en lanzar la alerta a las autoridades en tierra. Además, se consolida la idea de que el crucero navegaba demasiado cerca de la costa, mientras la hipótesis de un fallo de la instrumentación se debilita, ya que la embarcación había pasado una revisión exhaustiva del registro naval italiano tan solo el pasado 13 de noviembre. Tan serios son los indicios de una conducta irresponsable que la compañía Costa Crociere emitió ayer un comunicado en el que reconocía que los datos disponibles apuntan a que “el capitán cometió errores de juicio” y que “sus decisiones no se ajustaron a los procedimientos de seguridad”.
“La caja negra —declaró ayer el fiscal Francesco Verusio, que coordina la investigación— está hablando. El impacto con el escollo que causó el naufragio se registró sobre las 21.45. Sin embargo, el crucero pidió ayuda a la Capitanía de puerto casi una hora después, a las 22.43. Tenemos que averiguar qué pasó en ese tiempo”. El barco se encontraba a una “distancia increíblemente reducida” de la costa, subrayó el fiscal.
“El mar era una tabla, no soplaba casi viento —subraya Vita Ariello del Comando de las Capitanías en Roma—, así que las condiciones climáticas no justificaban un desvío da la ruta habitual”. La ruta preveía que el barco pasara a 3 millas de la isla. Pero la prensa italiana destaca que los investigadores calculan que pasó mucho más cerca. El alcalde de la isla de Giglio, Sergio Ortelli, declaró que el primer impacto con las rocas tuvo lugar “a unos 500 metros de la costa de la isla, mientras los cruceros normalmente pasan a dos o tres millas”. El capitán detenido, por su parte, dice haber chocado con un escollo que no estaba señalizado en los mapas.
La hipótesis que cobró fuerza ayer en Italia es que el barco no tomó esa ruta por error o por causas meteorológicas. Se trataría de un juego peligroso, una suerte de reverencia, que esta vez salió fatal.
Ortelli confirmó a su pesar que “el saludo de los cruceros era algo tradicional”, aunque después matizó suavizando sus palabras. “No es la norma ni se trata de un saludo programado”.
El 9 de agosto, Ortelli envió un correo electrónico a otro capitán del Concordia, Massimo Callisto Gambarino, dándole las gracias por “el espectáculo único, una irrenunciable tradición que premia una de las islas más bonitas del panorama nacional”. Gambarino contesta: “Es la segunda vez que paso frente a la isla de Giglio con el Costa Concordia. Las dos veces fue una experiencia emocionante. Anoche, pasando delante del puerto, noté millares de flashes de las cámaras y numerosos turistas que miraban”.
El impacto rompió la roca y abrió una herida de casi 70 metros. “Barcos tan grandes están estudiados para mantener la estabilidad si se inundan dos compartimentos estancos, pero una brecha tan ancha debe de haber causado la ruptura de más”, evalúa un práctico (el oficial que conduce en puerto las embarcaciones) de Savona. Schettino sostiene que fue entonces cuando viró hacia la isla del Giglio, para evitar un naufragio donde el mar es más profundo, lo que habría provocado el hundimiento rápido y total del crucero. Pero los investigadores creen que el barco solo se acercó pocos centenares de metros a la costa, hasta pararse a unos 150 de ella.
El sistema de alerta no es automático, sino manual. Hay un botón que presionar para activar una alarma GPS que llega a todos los GPS de la zona. El capitán, en cambio, utilizó directamente la radio para llamar a la Capitanía de Livorno. Pero, una hora después del impacto. Mientras, había lanzado la alarma sonora dentro del crucero: siete toques cortos y uno largo que avisan a los pasajeros y a la tripulación de que hay que dejar la embarcación.
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