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EL DESAFÍO IRANÍ

EE UU envía un segundo portaaviones al golfo Pérsico

Japón anuncia que recortará "lo antes posible y gradualmente" sus importaciones de petróleo procedentes de la República Islámica, el 10% del crudo que adquiere en el exterior

Nuevas maniobras militares aumentan la tensión en el golfo Pérsico. Estados Unidos ha enviado a la zona un segundo portaaviones, el USS Carl Vinson, con alrededor de 80 aviones y helicópteros a bordo, según informó la Quinta Flota de la Armada estadounidense en un comunicado. El portavoz del Pentágono, John Kirby, ha indicado que el despliegue es una "operación de rutina, planeada hace tiempo" y que no está relacionado con las recientes tensiones con Irán, tras la amenaza de Teherán de cerrar el estrecho de Ormuz. La versión oficial es que el nuevo portaaviones llega para relevar al USS John C. Stennis. Este otro buque debería volver a la base californiana de San Diego pero el Pentágono no ha especificado cuándo lo hará.

Según la agencia Reuters, otro buque, el USS Abraham Lincoln, ha terminado una visita a Tailandia y se encuentra en el océano Índico camino de llegar también al área de operaciones del Comando Central, en el mar Árabigo. "No es inusual que haya dos portaaviones en la zona", ha declarado un oficial estadounidense, subrayando que en los últimos 18 meses ha ocurrido, por lo menos, en otras dos ocasiones. 

Pese a estas declaraciones, la preocupación internacional se centra en Ormuz. En los últimos días han llegado a Israel unos 8.000 pilotos y técnicos aéreos del Ejército estadounidense para participar en lo que, en principio, deberían ser las mayores maniobras militares conjuntas realizadas entre los dos países. Un número indeterminado de pilotos israelíes se ha desplazado a su vez a bases estadounidenses en Alemania.

La noticia del despliegue de un segundo portaaviones en el Golfo llega un día después del asesinato de otro científico involucrado en el programa nuclear iraní y en medio de una creciente presión internacional sobre el régimen de los ayatolás. El primer ministro japonés, Yoshihiko Noda, tras reunirse hoy con el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, ha anunciado que Japón recortará "lo antes posible y gradualmente" sus importaciones de petróleo procedentes de la República Islámica. El 10% de los adquisiciones de crudo de Tokio en el exterior proceden de Irán. Sin embargo, Noda ha subrayado que las sanciones, si no se implementan correctamente, "pueden provocar graves efectos sobre las economías de Japón y del mundo".

Geithner ha concluido en Tokio una gira asiática por China y Japón en la que instó a ambos países a apoyar las sanciones estadounidenses, que consisten en la reducción de las ventas de crudo de Teherán y el aislamiento internacional de su Banco Central.

El primer ministro chino, Wen Jiabao, inicia este fin de semana un viaje de seis días de duración a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Catar, para reforzar las relaciones con estos países, donde cubre gran parte de su demanda de gas y petróleo, además de buscar alternativas a Irán, un socio estratégico al que compra el 12% de su suministro exterior.

La preocupación de Rusia

Las maniobras militares y económicas contra Teherán preocupan también a Moscú. Rusia considera real el peligro de una guerra entre Estados Unidos e Irán, ha declarado el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia (CSR), Nikolái Pátrushev, en una entrevista que publica este jueves el diario Kommersant. "Existe la posibilidad de una escalada militar en el conflicto, al que los estadounidenses son empujados por Israel", ha apuntado Pátrushev, que ha lamentado que la tensión en torno a Irán no se rebaje.

Según el jefe del CSR, Washington se vale de todos los medios posibles para reforzar su dominio económico y militar en el mundo, para lo cual estima necesario convertir a Teherán en un socio fiable, algo que, a juicio de Pátrushev, sólo sería posible derrocando el régimen de los ayatolás. "En este momento Estados Unidos considera a Irán como su principal problema. Quiere reconvertir a Teherán de enemigo a socio y cambiar el régimen que allí gobierna. Para lograrlo emplea el bloqueo económico y ayuda a las fuerzas opositoras", ha dicho. Pátrushev, sin embargo, reconoce que tampoco los iraníes tienen mucho interés en resolver el problema que existe en torno a su política nuclear y las tensiones originadas por ésta, a pesar de los esfuerzos en este sentido de países como Rusia, China o India.

El pasado 9 de enero el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) certificó que Irán ha iniciado el enriquecimiento de uranio hasta cerca del 20% de pureza en la instalación de Fordo, a 160 kilómetros de Teherán.

El Gobierno iraní amenazó en diciembre con bloquear el estrecho de Ormuz, vital para el abastecimiento mundial de petróleo por soportar más de un tercio del transporte de este combustible hacia los mercados, si Estados Unidos y sus aliados continúan adelante con sus sanciones en represalia por su programa nuclear. Según el alto funcionario ruso, Irán podría cumplir sus amenazas. Pátrushev  sostiene que no hay pruebas de que Irán tenga intención de desarrollar armamento nuclear. "Llevamos muchos años escuchando que los iraníes tendrán la bomba atómica prácticamente la semana que viene. El componente militar del programa iraní, sin embargo, no se ha demostrado por nadie", ha subrayado.

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