Irak deja en suspenso la ejecución de Tarek Aziz, hombre clave de Sadam
El Gobierno niega que planee la ejecución del jefe de la diplomacia del dictador Un oscuro asesor de Maliki afirma que morirá cuando EE UU salga del país
El Gobierno iraquí se ha apresurado a negar las declaraciones de un oscuro asesor del primer ministro, según el cual Tarek Aziz iba a ser ejecutado tan pronto como las tropas estadounidenses abandonen Irak. Aziz, que como jefe de la diplomacia de Sadam Husein se convirtió en la cara internacional de su dictadura, fue condenado a muerte el año pasado, pero las irregularidades del juicio, su edad, su pertenencia a la minoría cristiana y el hecho de que se hubiera entregado a las tropas de EE UU tras la invasión confluyeron para que la sentencia quedara en suspenso. Su ejecución ahondaría la herida sectaria, a decir de algunos analistas.
“No se ha tomado ninguna decisión para llevar a cabo la sentencia”, ha asegurado el portavoz del Gobierno, Ali al Dabbagh. Según él, eso se debe a las discrepancias entre la oficina del presidente, Yalal Talabani, y la del primer ministro, Nuri al Maliki.
La alarma se produjo tras las declaraciones a la cadena de televisión CNN de Saad Yusif al Muttalibi, un poco conocido consejero de Al Maliki. La ejecución, dijo, “tendrá lugar sin duda, y será después de que los americanos dejen Irak”. La retirada de las tropas estadounidenses está ya en su recta final y deberá haber concluido para el 31 de diciembre. Las palabras de Al Muttalibi han causado tanta sorpresa como dudas.
Cara del régimen
Aziz, que hoy tiene 75 años y una salud precaria, se entregó a las tropas de EE UU en abril de 2003 poco después de que entraran en Bagdad. El que durante años fue la cara del régimen en su condición de ministro de Exteriores (1983-1991) y de vice primer ministro (1981-2003) estimaba, como declaró su hija Zainab, que “no había hecho nada malo” y que “se limitó a servir a su país”. De ahí que no tuviera miedo de rendirse.
Durante el juicio, Aziz aseguró que todas las decisiones eran tomadas de forma personal por Sadam y que él no participó en ninguno de los crímenes. Sin embargo, su línea de defensa no prosperó. Aziz era un baasista convencido y un asesor muy cercano a Sadam, con quien entabló relación a mediados de los años cincuenta del siglo pasado cuando ambos era activistas del entonces prohibido Partido Árabe Socialista Baaz.
A diferencia de la mayoría del pequeño círculo que rodeaba al dictador, Aziz no es musulmán suní sino católico caldeo. Tampoco es árabe sino que pertenece a la minoría étnica asiria, algo que tal vez influyó en que, al inicio de su carrera política, cambiara su nombre, Mikhail Yuhanna, por el de Tarek Aziz.
Discrepancias
“La orden judicial no ha sido firmada porque la presidencia está en desacuerdo con algunas de las conclusiones del veredicto contra Aziz”, ha señalado ahora el portavoz gubernamental. “La ejecución no puede llevarse a cabo hasta que no se hayan resuelto esas complicaciones legales”, añadió antes de precisar que “la medida no tiene nada que ver con la retirada estadounidense, dado que [Aziz] fue condenado a muerte hace años”.
En realidad, no tanto. El Alto Tribunal de Irak pronunció la sentencia a muerte en octubre de 2010 por “persecución de partidos islámicos”, entre los que se encontraba Al Dawa, al que pertenece Al Maliki. Era su segundo juicio. Con anterioridad recibió una condena a 15 años de cárcel por crímenes contra la humanidad en el mismo juicio en el que se decretó la ejecución de Sadam.
Talabani, quien rechaza firmar las sentencias de muerte porque se opone a la pena capital, suele delegar en uno de sus dos vicepresidentes para dar curso a las condenas. Así lo hizo en el caso de Sadam, quien fue ejecutado apenas 48 horas después de que el Alto Tribunal rechazara el recurso y confirmara la pena el 28 de diciembre de 2006. Sin embargo, la sentencia de Aziz sigue pendiente de esa firma 14 meses después, lo que da a entender que algo más que la negativa del presidente se interpone en su ajusticiamiento.
A decir de algunos analistas, su ejecución podría escalar las tensiones políticas y sectarias en un momento en que Al Maliki (un musulmán chií) está siendo acusado de mostrarse excesivamente puntilloso en su campaña para acabar los simpatizantes del antiguo régimen, en su mayoría suníes. En cualquier caso, requeriría un nivel de acuerdo entre los distintos grupos político-sectarios que sería difícil de alcanzar con la actual fragmentación de fuerzas. Como ha señalado uno de los abogados de Aziz, la medida pondría en entredicho el proceso de reconciliación anunciado por el Gobierno. Sería muy difícil convencer a los suníes de que no se trata de otra prueba de la persecución de la que se sienten víctimas. También enviaría un mal mensaje a la menguante comunidad cristiana.
“No esperaba que el Gobierno fuera tan estúpido, si llevan a cabo [la ejecución] arrastrarán a este país al borde del abismo”, declaró el abogado, Badi Arif, a la CNN.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.