Asesinado a tiros en México un padre que buscaba a su hijo secuestrado
La muerte de Nepomuceno Moreno, que pedía justicia por el secuestro de su hijo de 18 años, conmociona al país
“A mí me van a matar en cualquier rato, pero no me importa, yo no voy a dejar de luchar por mi hijo, así está la cosa”. Eso dijo Nepomuceno Moreno Muñoz hace seis meses y 20 días. Pero no solo se lo dijo a la prensa. También se lo comentó en octubre al presidente Felipe Calderón, a quien respetaba; lo mismo hizo con sus amigos del Movimiento para la Paz con Justicia y Dignidad del poeta Javier Sicilia, grupo en el que se integró para reclamar el esclarecimiento de la desaparición de su hijo en julio del año pasado. El lunes, en Hermosillo, la capital del Estado de Sonora (noroeste de México), fue asesinado de cinco tiros.
Moreno, de 56 años, había denunciado en distintas ocasiones —la más reciente apenas hace dos semanas— que era objeto de amenazas en represalia por mantener su denuncia contra policías, los probables autores del secuestro de su hijo Jorge Mario, de 18 años, desaparecido junto a cinco jóvenes en Ciudad Obregón, a 254 kilómetros de Hermosillo. Uno de los chavales apareció muerto horas después del incidente, que incluyó una persecución; dos más, sostenía el propio Moreno, fueron devueltos tras pagar un millón de pesos (53.000 euros), pero Jorge Mario y dos de sus amigos siguen sin aparecer.
El 1 de julio de 2010, en la última comunicación que mantuvieron, Jorge Mario dijo a su padre que él y sus amigos estaban siendo seguidos por policías de Sonora. Moreno no se resignó a que a su hijo se lo hubiera tragado la tierra. Acudió a la prensa local, pero nadie quiso publicar nada: “Sabe qué, no diga nada, porque lo van a matar”, recuerda Moreno en un vídeo difundido a través de Youtube. Cuando supo del movimiento de Sicilia se sumó. Con ellos emprendió dos caravanas por todo el país y participó el 14 de octubre en el segundo diálogo de las víctimas con el presidente Calderón, a quien pidió protección, según reveló en entrevista Emilio Álvarez Icaza, coordinador del Movimiento para la Paz.
Moreno dijo a Calderón en el encuentro, que se difundió en toda la nación en algunos canales de televisión, que “fueron los policías del Estado, tengo pruebas y hay vídeos, que me tienen ocultos… Aparte, el Gobierno del Estado no me ha atendido para nada”.
“Nepomuceno depositó su confianza en el presidente, en el gobernador [de Sonora], en las instituciones de justicia. Acudió a presentar la denuncia, ratificó la denuncia, insistió en la justicia con la condición de riesgo que eso significaba para él. Incluso durante un tiempo el Ejército cuidó su casa. Hace dos semanas nos hizo saber que tenía mucho miedo”, dijo Álvarez Icaza. En la entrevista de Youtube, Moreno dice que el Ejército no debe salir de las calles y que Calderón “sí está haciendo su trabajo”.
El poeta Sicilia, que inició el movimiento de víctimas más importante de la historia de México después de que hace ocho meses mataran a su hijo, declaró la noche del lunes que hacía responsable de la muerte de Nepomuceno al gobernador de Sonora, Guillermo Padrés (del oficialista Partido Acción Nacional, PAN) y demandó medidas de protección para el resto de la familia del activista asesinado. “Lo que es profundamente doloroso y genera una enorme furia es que quien confía en las instituciones tenga esta respuesta”, dijo Álvarez Icaza.
Las autoridades de Sonora, que declararon que no tenían solicitud alguna de protección ni denuncias sobre amenazas, solo atinaron a recordar que Nepomuceno tuvo un incidente con la justicia en 2005, por el cual estuvo preso cuatro años. Álvarez condenó la insinuación del Gobierno sonorense, que no aclaró que el padre agraviado había sido absuelto de ese supuesto delito.
El caso ha conmocionado a México, que en al menos otras dos ocasiones en los últimos 12 meses ha visto a padres ser asesinados al pedir justicia para sus hijos: en diciembre pasado, Marisela Escobedo fue asesinada en el exterior del palacio de Gobierno de Chihuahua, donde permanecía para protestar por la falta de justicia en el asesinato de su hija Rubí. Y en febrero pasado, Leopoldo Valenzuela Escobar, don Polo, que no cejaba en su empeño de encontrar a su hijo Leo, secuestrado en septiembre de 2010, fue asesinado a tiros en Durango. En ninguno de los dos casos ha habido justicia.
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