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JOSÉ DIRCEU / DIRIGENTE DEL PT DE BRASIL

"Es un error valorar a Rousseff por la caída de sus ministros"

Para el histórico dirigente del Partido de los Trabajadores de Brasil, los escándalos de corrupción reforzarán a la presidenta

Jorge Marirrodriga
José Dirceu, en Madrid.
José Dirceu, en Madrid.ULY MARTIN

Para el histórico dirigente del Partido de los Trabajadores del Brasil (PT), José Dirceu (Passa-Quattro, Minas Gerais, 1946) los escándalos de corrupción que están afectando a varios ministros de la presidenta Dilma Rousseff no sólo no dañarán la imagen de Brasil sino que reforzarán a la mandataria. Él mismo tuvo que dimitir como jefe de la Casa Civil del presidente Lula en 2005 en otra tormenta de acusaciones similar y eso no impidió ni la reelección de Lula de 2006 ni que se retirara siendo el presidente más popular de la historia de Brasil.

Pregunta. El primer año de la Administración Rousseff está marcado por la caída de ministros.

Respuesta. La caída de ministros no significa que haya corrupción de la presidenta o del PT. Ni siquiera que los ministros que han salido sean corruptos, sino que hay denuncias de irregularidades en los ministerios. Antes de Lula no había control de cuentas y la Policía Federal jamás combatió la corrupción. Y ahora va la oposición y dice que Lula montó un sistema de corrupción. La justicia tiene que probar las acusaciones. Lo que sucede hoy en Brasil es que la prensa hace la denuncia, la investigación, juzga y condena. Muchos de los ministros se fueron porque sus familias no soportaron esta presión.

P. Pero ya han dimitido seis ministros en apenas cinco meses.

R.Tenemos una mayoría sólida en el Congreso y en el Senado. Y la presidenta tiene un alto porcentaje de aprobación. Y Lula ni le cuento. Se retiró con un 85% de la aprobación. Ahora andaría por el 95%. Es un mito. ¿Cuál es el problema en Brasil entonces? Es la financiación de las elecciones. Cada candidatura es una campaña diferente porque la elección es uninominal. Cada candidato compite también con los de su partido. Y la financiación es privada y viene de las empresas. Hay que reformar el sistema.

P. ¿Y Rousseff podrá hacerlo?

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R. No. Dilma no puede. El PT quiere y ha hecho campaña por ello. Estamos dispuestos a aceptar una doble vía de financiación de las campañas pública y privada. Para los brasileños el PT es el partido que ha levantado la bandera contra la corrupción y eso ya es una victoria. Eso no significa que no exista la corrupción y no haya que combatirla, por ejemplo en el caso de los nombramientos directos de cargos públicos. El PT votó contra cuando se redactó la Constitución. Las acusaciones contra el PT son una jugada política. Dilma se ha visto obligada, contra su voluntad a prescindir de sus ministros.

P. ¿Puede verse arrastrada la presidenta por estos escándalos?

R. No. Invito a su periódico a que haga una encuesta en Brasil. Los brasileños aprueban la gestión de la presidenta. Primero porque Brasil ha superado de largo la crisis. Sólo este año ha creado 2,5 millones de puestos de trabajo con un crecimiento al 3%. La presidenta ha cuidado de la educación, bajó los impuestos para exportaciones. Creó la segunda fase del programa Mi casa, mi vida, se contruyen un millón de viviendas populares al año… Yo creo que es un error valorar el Gobierno de Dilma por la caída de ministros. El pueblo no lo hace. Hay mucha lucha política. ¿Por qué no se hace lo mismo donde gobierna la oposición, por ejemplo en São Paulo donde hay grandes escándalos de corrupción?

P. Brasil ha pasado de promesa a potencia, pero una potencia ya no es un país tan simpático. ¿Sabe Brasil lidiar con eso?

R. Si. La creación de UNASUR fue el camino político que Lula escogió para dialogar y relacionarse con los demás países latinoamericanos. Hay dos movimientos: el liderazgo de Brasil para unir a América del Sur y el que la voz de Brasil y la de Latinoamérica se escuche en el mundo. Uno de ellos es MERCOSUR como proyecto económico y el otro UNASUR como proyecto político. Pero no se puede liderar América del Sur sin hacer concesiones.

P. ¿Cómo cuáles?

R. Por ejemplo cuando Lula tuvo que negociar en 2006 la nacionalización del gas boliviano. O cuando Lula hace concesiones para que Argentina y Brasil tengan una política industrial común. Hay señales claras de que Brasil estará a la altura del desafío.

P. Lula ya no es el presidente...

R. Bueno, está Dilma. Pero sigue el proyecto político del PT que es un proyecto de Lula. En definitiva Lula es nuestro líder ¿no? La presidenta es Dilma, pero Lula es nuestro líder. Nosotros no somos un partido de Gobierno, sino que tenemos un proyecto de desarrollo para Brasil en el que el país cree. El pueblo ocupó su papel en Brasil y Brasil ocupó su lugar en el mundo.

P. A pesar de ese proyecto integrador hay campeonatos que Brasil juega solo. Por ejemplo, cuando forma bloque con China, Rusia e India.

R. La vida es así. No nos podemos contentar con proyectos como, por ejemplo el Alba. Son dinámicas distintas. Bolivia o Ecuador pasaron por revoluciones populares de recuperación de los recursos naturales, por refundaciones constitucionales. Brasil recuperó los recursos naturales en 1954 Son papeles diferentes, ya sea en los BRICS, en el G-20 o en UNASUR. Lo importante es que cuando Brasil actúa en el G-20 no lo hace en contra de los intereses América del Sur.

P. Aún así se ha empezado a escuchar desde hace unos años una expresión: imperialismo brasileño.

R. No. Eso no existe. Hay muchas inversiones sudamericanas en Brasil. Y el camino es ése. Hay que mirar los datos y no dejarse arrastrar por las consignas.

P. Una de las principales decisiones de la presidenta Rousseff en política internacional ha sido dar marcha atrás en la aproximación de Lula respecto a Irán.

R. No. Le garantizo que para Dilma es importante lo mismo que para nuestra generación: el respeto a los derechos humanos. Teneos relaciones con los Estados y eso no significa que concordemos con su sistema político, pero no podemos dictar el sistema de cada país. Otra cosa es la cuestión nuclear. Hay mucha hipocresía. Mientras nos e pruebe que Irán está produciendo armas nucleares no se le puede impedir desarrollar tecnología.

P. Pues hay un informe del Organismo Internacional de la Energía Atómica que apunta precisamente por ahí.

R. No, no dice eso. La OIEA no tiene seguridad, sino que lo deduce. Lo que los brasileños no podemos aceptar es que los países no puedan tener acceso a la tecnología nuclear. Nuestra política exterior es de Estado y no de Gobierno. No jugamos con los intereses nacionales. Lula siguió siempre los intereses de Brasil y puso a Brasil en el lugar que le corresponde en el mundo.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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