Lula se afeita antes de los efectos de la quimioterapia
El expresidente permanece unas horas en el hospital y luego se recluye en su apartamento en Sao Bernardo do Campo, cerca de São Paulo
Lula hubiese preferido esperar a que su barba y su pelo se los llevase la quimioterapia. Los médicos le habían aconsejado afeitarse antes. Quién lo convenció fue su mujer, Marisa, fiel compañera de una vida, que había cosido la primera bandera del Partido de los Trabajadores, aún joven.
Y ha sido ella quién, con cariño y entereza se prestó a cortar aquella barba sin la cual nadie se imaginó nunca al viejo sindicalista que animaba las huelgas de miles de metalúrgicos en São Paulo. Las primeras imágenes de Lula mientras Marisa lo iba afeitando corrieron como la pólvora por todo Brasil.
Desobedeciendo a los médicos, Lula, que lleva dos semanas sometiéndose a quimioterapia, sigue recibiendo a sus amigos y compañeros políticos. La más asidua es su sucesora Dilma Rousseff, que ha asegurado que estará a su lado “como una hermana”.
El último que lo ha visitado, aún con barba y cabello, ha sido el gobernador de Rio Grande do Sur, Tarso Genro, una de las figuras de más prestigio del Partido de los Trabajadores. “De una visita a Lula uno sale renovado política y afectivamente”, afirmó Tarso, que llevó a Lula de regalo una botella de vino producido en la tierra de los gauchos.
Según el oncólogo Jacob Kligerman, exdirector del Instituto Nacional del Cáncer, la quimioterapia que está recibiendo Lula contra el cáncer de laringe que lo aflige es de las más duras y desagradables. Pero el extornero, con barba o sin barba, con quimio y con todo, sigue colgado cada minuto de la política, que es su vida, según dicen sus amigos. “La política es el aire que lo hace respirar”, ha dicho a este diario Tarso.
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