Los tunecinos votan en masa en sus primeras elecciones democráticas
Los comicios, nueve meses de la caída de Ben Alí, se celebran sin grandes incidentes
“Llevo cuatro horas haciendo cola para votar y si tuviera que seguir haciéndola toda la jornada no dudaría porque la fiesta de la democracia, señor, llevo muchos años esperando vivirla y por fin ha llegado”. Ahmed, de 55 años, no parece cansado cuando, a punto de poder acercarse a la urna, hace este comentario con voz solemne. Los demás hombres de la fila asienten sonrientes a sus palabras pronunciadas en el colegio electoral de Bab Souika, un barrio popular de Túnez.
La participación en las elecciones tunecinas alcanzó el 90% de los electores inscritos, según Kamel Jendoubi, presidente de la comisión electoral independiente que organizó los comicios. “Supera todo lo esperado”, declaró satisfecho. La gran afluencia obligó a retrasar hasta pasadas las nueve de la noche –dos horas más de lo estipulado- el cierre de algunos colegios. El porcentaje de votantes entre los tres millones de electores no inscritos tardará aún tiempo en conocerse, según Jendoubi.
La elección de la Asamblea Constituyente en Túnez no es solo la primera consulta democrática en los 55 años de independencia del país sino también la primera que se desarrolla en libertad en el norte de África desde las legislativas de Argelia, de diciembre de 1991, que fueron truncadas por un golpe de Estado militar que impidió la celebración de la segunda vuelta. De ahí la importancia de la jornada de ayer para el conjunto del mundo árabe empezando por los países que han vivido una revolución.
Es la primera consulta democrática que se desarrolla en libertad en el norte de África desde las legislativas de Argelia, de diciembre de 1991
Los tunecinos acogieron con entusiasmo la primera elección democrática. “Había gente ya en la puerta a las 6.30 de la mañana, media hora antes de que abriéramos”, recuerda Hagui Abdelwahd, presidente del colegio de Bab Souika mientras intenta poner orden entre los aspirantes a votar.
Allí, al aire libre, la cola para entrar en el edificio apenas tiene 20 metros, pero en otro colegio de la céntrica calle Marsella alcanzaba a primera hora medio kilómetro. En la calle la fila es mixta, pero una vez dentro de los edificios hombres y mujeres se suelen con frecuencia espontáneamente separar y formar colas. “Creo que las mujeres lo prefieren para evitar los roces”, comenta la observadora tunecina Khadija Hayani.
A cada votante se le entregaba una enorme papeleta en la que figuran las siglas de las 79 listas que concurrían en el primer distrito de Túnez, el nombre de su cabeza de lista y el símbolo del partido para que los analfabetos pudieran identificarlo y poner la cruz en la casilla elegida. “Habrá mucho vota inválido porque los analfabetos, sobre todo mujeres, se lían y las casillas están casi pegadas entre ellas”, comentó una observadora de una organización internacional.
Pelotón de observadores
Si atinar a la hora de tachar la casilla podía parecer complicado, resultaba, en cambio, fácil encontrar el colegio y la mesa en la que votar. Bastaba con enviar un SMS indicando el número del DNI y en cinco minutos el elector recibía una respuesta indicándole donde debía depositar su voto. “Me paso la mañana enviando SMS por cuenta de personas mayores que no saben hacerlo”, explicaba Mohamed Benmoussa, presidente del colegio de Bab Bahar, ante un matrimonio de octogenarios.
Los tunecinos ejercían su derecho bajo la atenta mirada de un pelotón de observadores y de representantes de partidos aunque los únicos que estuvieron presentes en todas las mesas recorridas por este corresponsal eran los islamistas de En Nahda, la formación que se supone ganará las elecciones. ¿Cómo han podido hacer este despliegue? “Porque somos gente organizada”, contestó sonriente Khadija, una estudiante de arquitectura con las manos enguantadas y que solo dejaba su rostro al descubierto.
Organizados quizás, pero no del todo respetuosos con las formas. Acompañado por su mujer y su hija, el líder de En Nahda, Rachid Ghanouchi, intentó saltarse la cola en el colegio electoral del barrio acomodado de El Menzah, pero varios aspirantes a votar le gritaron: “¡A la cola!, “¡La democracia empieza por hacer la cola!”. Ghanouchi se incorporó ala fila con una sonrisa, pero no por eso se libró de las agresiones verbales.“¡Lárgate!, ¡Asesino! ¡Vuelve a Londres”, le espetaron. Vivió más de 20 años exiliado en la capital británica.
Jendoubi, el presidente de la comisión electoral, resaltó que se habían producido pocos incidentes reseñables. Solo algunas “presiones sobre los votantes analfabetos”, que suponen el 24% del censo electoral, y algunos SMS inapropiados invitando a votar a determinados partidos.
De los informes que están elaborando algunos de los 14.000 observadores dispersados sobre el terreno –unos 600 son extranjeros–no se desprende una valoración tan optimista de lo sucedido en el Túnez profundo. En Mdilla, en la provincia meridional de Gafsa, una veintena de militantes de En Nahda apostados en los alrededores de un colegio animaban a los transeúntes a votar y se sospecha que hasta les ofrecían pequeñas cantidades de dinero.
En Feriana,en la provincia de Kasserine, epicentro de la revolución, proponían no solo dinero sino transporte hasta el colegio electoral para los que vivían más alejados. En Nahda posee más medios que los demás partidos no solo porque cuenta con más militantes que cotizan sino también porque ha recibido ayudas,públicas y privadas, de algunos países del Golfo Pérsico que ven con buenos ojos a esta formación afín a los Hermanos Musulmanes de Egipto.
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