El negocio del fútbol irrumpe en la campaña electoral argentina
Los candidatos debaten sobre la enésima reelección de Julio Grondona al frente de la Asociación de clubes y la gestión de los derechos televisivos
Antes de que Cristina Fernández de Kirchner busque su reelección como presidenta de Argentina el próximo domingo, el jefe de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Julio Grondona, logró anoche que los clubes lo eligieran una vez más. El también vicepresidente de la FIFA lleva dirigiendo la AFA desde 1979 y ahora, con 80 años, prevé gobernarla hasta 2015. Es decir, acompañará a Fernández en los próximos cuatro años de Gobierno, si es que la líder peronista ratifica en las urnas el pronóstico de una victoria contundente.
La peronista Fernández y Grondona han tejido hace dos años una alianza para que la AFA rompiera el contrato de derechos televisivos que mantenía con el grupo de medios de comunicación Clarín, archirrival del kirchnerismo, y que se los entregara al Estado. Los contribuyentes aportan 110 millones de euros anuales para financiar toda la propaganda estatal que acompaña la televisación de los diez partidos de cada jornada de Primera en canales abiertos, en lugar de los de pago, como era antes. Este año, coincidiendo con la bajada del River Plate, el Estado también ha pasado a transmitir algunos partidos del Nacional B (Segunda).
Con la ayuda estatal que consiguió Grondona, los clubes mejoraron sus cuentas, pero eso no impidió que la asamblea de anoche para elegir al presidente de la AFA se produjera en medio de un escándalo. Hace unos meses que había comenzado una campaña en contra del todopoderoso Grondona. La encabezaba un ambicioso empresario de medios de comunicación y presidente del Independiente de Mendoza, Daniel Vila, que ayer se presentó en la sede de la AFA con un recurso de amparo judicial para que pudiesen votar en la asamblea 66 clubes de provincias que no estaban entre los 49 habilitados para sufragar (la mayoría son de Buenos Aires).
La Policía impidió que Vila y sus aliados ingresaran al salón donde se iba a reelegir a Grondona, pero el empresario mendocino declaró ante los medios de comunicación que sus colegas de provincias lo habían proclamado presidente de la AFA y que iba a recurrir a la justicia otra vez. En cambio, dentro de la asamblea, Grondona, con problemas de salud, ganaba por 46 a 0. Faltaron tres dirigentes en la votación: uno, el presidente del Vélez Sarsfield, uno de los clubes más serios de Argentina, por su oposición al eterno jefe de la AFA, y dos porque dicen que se les hizo tarde. Fuera del edificio de la AFA, la temible barra brava del Chacarita Juniors se manifestaba con bombos y banderas a favor del presidente reelecto.
Un día antes de la votación, Vila había difundido en el canal que tiene en Buenos Aires una cámara oculta en la que Grondona hablaba de dinero negro y de presuntos sobornos que le habrían pagado hace años directivos de Clarín. Otro empresario, Carlos Ávila, que había tenido los derechos televisivos del fútbol antes que Clarín, denunció en la justicia al presidente de la AFA por administración fraudulenta. Grondona contraatacó con acusaciones judiciales por extorsión contra Vila y Ávila.
También la política reaccionó ante la cámara oculta. Dos candidatos a diputados del radicalismo pidieron a la Auditoría General de la Nación que revisase todas las transferencias de dinero del Estado a la AFA. En 2009, cuando los clubes reclamaron el salvataje estatal por su situación financiera, sólo cinco de los 20 que juegan en Primera ganaba dinero. En 2010, diez consiguieron beneficios.
La mayoría de la oposición no está satisfecha con la bonanza de los clubes a costa de las arcas públicas, pero tampoco quiere desterrar la programación del llamado Fútbol para Todos. El candidato socialista a presidente, Hermes Binner, busca reducir la cantidad de partidos televisados por el Estado, y que éste además controle directamente los fondos que van a los equipos. El radical Ricardo Alfonsín quiere mantener Fútbol para Todos, pero financiado por anunciantes privados. Entre los peronistas disidentes, Alberto Rodríguez Saá se diferencia porque quiere acabar con la televisación gratuita de partidos, mientras que Eduardo Duhalde coincide con el Gobierno de Fernández en la necesidad de mantenerla tal cual está: "Esa plata (dinero) se puede gastar. A la inmensa masa de gente, cuya única diversión es ver el fútbol, no le puedes sacar eso".
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