El éxito de Herman Cain sorprende y confunde al Partido Republicano
Las encuestas encumbran a un aspirante sin ninguna experiencia política ante en un nuevo debate electoral frente a Mitt Romney, quien sigue siendo, pese a todo, el candidato más probable.
El ascenso de Herman Cain al primer lugar de las encuestas entre los candidatos presidenciales republicanos ha sorprendido más que a nadie al propio Cain, que estaba hace unos días en una gira de promoción de su libro, bastante ajeno a la marcha de la campaña. El martes defendía esa flamante posición de privilegio en un nuevo debate electoral frente a Mitt Romney, quien sigue siendo, pese a todo, el candidato más probable.
La inesperada irrupción de Cain, un empresario sin ninguna experiencia política, es más una manifestación de las carencias que de las virtudes del Partido Republicano actual. Aparte de sugerir que también la derecha puede ofrecer un aspirante negro, la candidatura de Cain tiene la apariencia de flor de un día, y es, más que nada, una prueba de que a los votantes republicanos no acaba de gustarles ninguna de las figuras que se les ha propuesto.
Primero fue Michelle Bachmann, obviamente demasiado extremista, incluso en los tiempos actuales. Enseguida se comprobó que, aún simpatizando con ella, resultaba inviable. Después fue Rick Perry, que se hundió en el primer debate al confesarse débil en materia migratoria. Ahora es Cain, que probablemente se apagara pronto también. Y más tarde, quién sabe. Chris Christie y Sarah Palin han renunciado a participar. Otros nombres pueden aún surgir en los próximos meses si no acaba de cuajar Romney, el único que resiste.
El éxito de Cain se explica por una combinación de varios factores. Uno es el rechazo a los políticos tradicionales, un fenómeno ya antiguo y en expansión. Otro es la admiración que habitualmente se siente en este país por emprendedores como él que son capaces de construir un imperio desde la nada. El tercero es la frialdad de los votantes con Romney.
Es a Romney, no a Cain, a quien van dirigidos los ataques que surgen de la campaña para la reelección de Barack Obama.
Cain es el consejero delegado y fundador de Godfhater’s Pizza, una cadena de comida rápida basada en Omaha (Nebraska), un negocio boyante sustentado en una publicidad atrevida. Cain ha tratado de trasladar ese éxito a la política con un lenguaje desenfadado y un programa original, los instrumentos clásicos de los políticos no profesionales. Su mayor propuesta y principal lema electoral es la de establecer en un 9% todos los tipos de impuestos, el de los ingresos, el de la renta del capital y el del IVA. Eso deja un eslogan fácil, 9-9-9, con el que Cain se fue abriendo camino. Le ayudó su estilo sencillo y un relativo sentido del humor.
Pero le ayudó sobre todo el hecho de que sus rivales fueron tropezando a lo largo de la carrera y de que Romney no acabase de generar la excitación que se espera de un candidato ganador. El exgobernador de Massachussets ya demostró sus cualidades en la campaña electoral de 2008. Es articulado, buen orador y suficientemente conservador como para competir en el presente escenario republicano. Pero carece de ese punto de pasión que permite a algunos políticos conectar con el público. Se va poco a poco imponiendo como el candidato inevitable, lo que no significa que sea el más deseado.
No parece ser, sin embargo, que Cain pueda ser el hombre que le arrebate la victoria. Es a Romney, no a Cain, a quien van dirigidos los ataques que surgen de la campaña para la reelección de Barack Obama. Cain ya ha triunfado por el hecho de que durante estos días se esté hablando de él. Además, está vendiendo muchos libros y obteniendo una publicidad valiosísima para sus restaurantes. Su candidatura ha servido para abrir nuevas opciones en el debate sobre los impuestos y para darle un poco más de interés a los aburridísimos debates electorales. Poco más.
Con Cain o sin Cain, el Partido Republicano está lejos aún de ofrecer una alternativa sólida a Obama. Esa es en estos momentos la mejor baza del presidente de cara a su reelección.
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