Esperpento en Ucrania
La condena de Timoshenko demuestra el grave retroceso político del Gobierno de Yanukóvich
Hay varias razones para considerar un disparate jurídico y un retroceso político el juicio que acaba de condenar a siete años de cárcel y a una multa equivalente a 150 millones de euros a la ex primera ministra de Ucrania Yulia Timoshenko. Los cargos parecen ridículos. El tribunal, teledirigido probablemente por el presidente Víktor Yanukóvich, acusaba a Timoshenko de supuestos perjuicios causados a la empresa estatal Naftogaz Ukraina por la firma de un acuerdo de suministro de gas firmado con la sociedad rusa Gazprom. Pero es un hecho probado que el acuerdo se firmó entre ambas sociedades estatales, de acuerdo con las estipulaciones legales pertinentes y los precios fijados en el mercado. Difícilmente podía demostrarse una ilegalidad en el acuerdo. De hecho, no se ha probado, a pesar de lo cual Timoshenko tendrá que apelar si no quiere ir a la cárcel.
Pero es que además el juicio es un error político de primera magnitud. No hay precedentes en el periodo postsoviético de que un expresidente o ex primer ministro haya sido sometido a juicio por su gestión. Se entiende, siguiendo los usos y costumbres de las democracias occidentales, que los errores políticos se pagan en las urnas y no en los tribunales. Por ello, el segundo ridículo del proceso es llevar al terreno penal lo que debe sustanciarse en términos políticos. Pero Yanukóvich no se ha parado en matices. La maniobra de la condena estaba orientada probablemente también a convencer a las autoridades rusas para que negocien nuevos precios para el gas. Pero ha sido tan tosca que solo ha conseguido irritar a Estados Unidos y Europa, que no aprecian estos ajustes de cuentas propios de sociedades despóticas, así como a Rusia y a parte de la población ucrania.
La ficción del juicio es el tercer ridículo. Ucrania es uno de los países más corruptos del planeta, según las estadísticas de los organismos internacionales. Nadie mínimamente enterado de tal circunstancia podía creer en la limpieza del proceso. Ahora, Timoshenko está condenada, pero puede recurrir (ha anunciado que lo hará ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo) y, ante la población del país, es la ganadora moral y política del enredo en que se ha metido el Gobierno. Tiene interés saber cómo saldrá Yanukóvich del embrollo, es decir, cómo dará marcha atrás sin que se note su fracaso.
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