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Los rebeldes aseguran haber encontrado los restos de la mayor matanza de Gadafi

El Gobierno interino de Libia pide ayuda para identificar los cadáveres de 1.270 presos supuestamente ametrallados y enterrados junto a la cárcel de Abu Salim

En Libia era un secreto a voces que el 28 de junio de 1996 más de 1.270 presos habían muerto ametrallados en la cárcel de Abu Salim, en las afueras de Trípoli. Unos decían que la matanza se perpetró solo en dos horas y media, otros calculaban que fueron cuatro... Pero nadie tenía pruebas de nada. Los reclusos se habían amotinado pidiendo una mejora en sus condiciones de vida. Llegaron a tomar dos rehenes y a uno de ellos lo mataron, según reveló más tarde un antiguo preso a la organización Human Rights Watch. Y de pronto, después de aquella revuelta, los presos desaparecieron. Ni contestaban a las cartas, ni se permitió visitarles, ni enviaban mensajes a través de terceras personas. Durante cinco años muchos familiares siguieron llevándoles alimentos que los funcionarios fingían entregar. Seis años después, el Gobierno empezó a informar a algunas personas de que sus parientes habían muerto, pero no les decían cómo. En 2009, los familiares empezaron a manifestarse en silencio con las fotos de sus allegados. Y el pasado 15 de febrero, dos días antes de que estallara la revuelta en Bengasi, fue detenido Fathi Terbil, abogado de los familiares y hermano de uno de los muertos. Su detención alentó aún más la ira de los manifestantes.

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Ayer, Jaled Sharif, portavoz militar del Gobierno interino en Trípoli, anunció que por fin habían encontrado el lugar donde se hallan sus cadáveres. Acompañado por un antiguo preso de Abu Salim y por un médico forense, Sharif explicó que los "mártires" habían permanecido enterrados dentro de la prisión desde 1996 hasta 2000. Y de allí habían sido trasladados al lado de la cárcel, en una zona perfectamente custodiada por el régimen de Gadafi. Cuando concluyó la conferencia de prensa, Sharif invitó a los periodistas a que les siguieran en sus propios coches a lo largo de la ciudad hasta la supuesta fosa. Lo que se pudo apreciar sobre el terreno no era una fosa sino una explanada polvorienta de unos cien metros cuadrados en la que los rebeldes habían dispuesto tres pequeños montones de huesos sobre hojas de papel. Pero escarbando aquí y allá, salían a la luz más huesos y trozos de la ropa a rayas que vestían los antiguos presos.

El doctor forense Salen Veryani indicó que la tarea de identificarlos iba a ser difícil, dado que los restos habían sido enterrados dos veces, primero dentro y después fuera de la cárcel. "Comprendemos la prisa de los familiares por saber la verdad. Pero esto puede durar años. Hay que identificarlos uno a uno y cruzar el ADN con el de sus parientes. Por eso solicitamos la ayuda de la comunidad internacional. Ya ha habido casos semejantes, como el de Bosnia, y eso será de gran ayuda".

El antiguo preso Salim Albaryani explicó sobre el terreno cómo era la vida en aquellas celdas de seis metros cuadrados donde vivían 20 personas. "Nos daban una comida al día y pasaban lista pegándonos con un cazo en la cabeza. Era una muerte lenta. Nos manifestamos primero el 27. Ese día hirieron a 20 y mataron a siete. Yo fui uno de los heridos, me dieron dos balazos en la pierna. Nos dijeron que aceptaban nuestras peticiones, que nos volviéramos a la celda. Pero nos engañaron. A los heridos nos llevaron a otro sitio, sin atendernos. Y al resto los mataron".

Salim Albaryani había entrado en 1995 en Abu Salim, un año antes de la matanza. Estaba condenado a muerte y, después de 16 años, salió en agosto, cuando lo liberaron los rebeldes. "Aquellos 1.270 compañeros eran en su mayoría gente joven, estudiantes. Lo único que querían era un juicio justo y vivir bien. Pedían lo mismo que la gente de la revolución del 17 de febrero". Albaryani se esforzó en transmitir un mensaje de reconciliación: "Pido a todos los soldados que están en los puestos de control o a los que cuidan las prisiones o prisiones, que olviden el pasado y traten a la gente con piedad".

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El oficial Jaled Sharif informó de que el Consejo Nacional de Transición tiene detenidos a varios responsables de la matanza. Cuando se le preguntó cuántos eran se negó a contestar "por razones de seguridad". Aclaró que aún faltan otros por detener y que todos recibirán un juicio justo cuando la investigación concluya.

La investigación tendrá que resolver muchos puntos oscuros. Porque aún no ha aparecido ningún testigo que viese a los reclusos morir tiroteados. Hay alguien, Husseín al-Shafa'i, entrevistado por Human Rights Watch, que asegura haber presenciado cómo seis miembros de fuerzas especiales disparaban desde los tejados. Pero no vio a las víctimas.

Un hombre recoge restos humanos en la fosa común donde fueron enterrados los cadáveres de más de 1.200 presos asesinados por el régimen de Gadafi.
Un hombre recoge restos humanos en la fosa común donde fueron enterrados los cadáveres de más de 1.200 presos asesinados por el régimen de Gadafi.SUHAIB SALEM (REUTERS)
Cada semana, desde hace varios años, un grupo de mujeres se congregaba ante los organismos oficiales para exigir justicia. Lo hacían en absoluto silencio. Porque cualquier demanda a viva voz podía acarrearles el mismo destino que a sus familiares. Reclamaban los cuerpos de sus 1.200 esposos e hijos, asesinados en 1996 en la prisión de Abu Salim, en Trípoli, por reclamar un juicio y mejoras en las condiciones del penal. Yamal al Werfali era un ingeniero que regresó de Canadá en 1990, donde se había licenciado en química. Allí había vivido ocho años, junto a su esposa, Najua El Sahli. Yamal participaba en actividades políticas y era de los activistas que exigían libertad de expresión. En 1995, ingresó en prisión. Y allí murió acribillado. Uno de sus cinco hijos nunca le conoció. Esa matanza en la cárcel de Abu Salim, junto al impulso que supusieron las revueltas en Túnez y Egipto, alentó a los libios a salir a la calle, especialmente en Bengasi. Ahora, se dan cita a junto a las puertas del edificio de los juzgados de Bengasi para ayudar al derrocamiento de Muamar el Gadafi. Hoy (martes) volverán a reunirse.Vídeo: BERNARDO PÉREZ | JUAN MIGUEL MUÑOZ

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