"Había cristales rotos en 300 o 400 metros"
Residentes y turistas en Oslo relatan cómo han vivido el atentado que ha sacudido hoy a la ciudad
"La explosión fue muy fuerte, pensé que era el gas del propio restaurante", dice Marcos Culzoni, nacido hace 37 años en la localidad argentina de Rafaela y residente en Oslo. El establecimiento en el que trabaja como camarero está a unos 250 metros del lugar del atentado que ha sacudido hoy el centro de Oslo, en la parte trasera del edificio atacado. Culzoni relata al teléfono que, tras la confusión inicial, algunos compañeros y clientes del restaurante han salido a la calle y han visto numerosos cristales en el suelo. "Luego vino la policía y evacuó la zona. Seguimos avanzando por la calle y había vidrios rotos como en 300 o 400 metros".
También cerca de la zona, aunque en el subsuelo, sorprendió la explosión a un grupo de españoles que está de viaje en la capital noruega. "Estábamos en el metro, íbamos a salir y oímos el ruido", explica Maribel Velayos, que vive en Valencia y tiene 60 años. Forma parte de una excursión de 42 españoles que han recorrido Noruego y deben volar mañana de regreso. Están todos bien, relata desde el hotel, aunque algunos todavía no se han reunido con el grupo. "Unos cuantos ya habían salido del metro y han visto gente en el suelo y mucho jaleo", cuenta.
Ella estaba en un vagón de la línea 2, a punto de bajar en una estación próxima al lugar del atentado, cuando oyó el ruido de la explosión. "La guía nos ha dicho que no bajáramos", señala Velayos, quien esta noche espera salir a cenar fuera para celebrar su última noche del regreso. "No sabemos si podremos porque el centro está cerrado", se lamenta.
Ante la confusión que se ha generado en la capital noruega, la policía ha pedido a la gente que se vaya a su casa. La tarea no es fácil para quienes vivan cerca del barrio de los edificios gubernamentales, como constata Culzoni: "El transporte público está funcionando, pero hay un área grande en el centro que es inaccesible". "Es peligroso caminar por las calles porque continúan cayendo los vidrios", añade.
Kjersti Vedun estaba en la calle cuando explotó lo que, desde el principio, le pareció una bomba. "La gente entró en pánico y no paraba de correr y correr. Yo he contado al menos diez heridos", ha contado Vedun a la agencia Reuters.
Otro testigo, Ole Tommy Petersen, cuenta que también había heridos en el edificio más afectado. "Vi a tres o cuatro personas heridas a las que sacaron en brazos pocos minutos después [de la explosión]", dice en declaraciones recogidas por la BBC. Desde la parada de autobús en la que estaba, a unos 100 metros del lugar del atentado, también ha podido ver la columna de humo que salía desde las plantas más bajas.
Francisco Valseca es un informático de 30 años que lleva 8 meses en Oslo. Él y sus compañeros de oficina sintieron temblar las paredes de su oficina a pesar de estar a ocho kilómetros del lugar de la explosión. Asegura que nadie pensó que fuera nada grave y que imaginaron que habría sido un relámpago. Al regresar a su hogar no observó que el transporte público funcionase mal pero, según indica, la tarde ha sido "un continuo oír de sirenas". A última hora de la tarde, los helicópteros se divisaban desde su ventana, a 4 kilómetros del centro de Oslo.
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