Lula acaricia el sueño de fundar en Brasil un gran partido progresista
El cambio social que vive el país estaría detrás de la decisión del expresidente
Cuando Lula llegó al poder en 2003, de manos de su Partido de los Trabajadores (PT), se decía que el PT nunca habría llegado al poder sin Lula, y que Lula tampoco habría subido la rampa del Palacio presidencial de Planalto, donde gobernó durante los últimos ocho años, sin el partido. Sin embargo, ese axioma se ha quedado viejo. Sigue siendo cierto que el PT sin Lula se desmoronaría, pero también lo es que Lula tiene ya luz y fuerza propia, no necesita del PT para sobrevivir. Hoy existe el lulismo, que podría ser el embrión del sueño del exmandatario de crear un nuevo partido.
Según el blog de Josias de Souza, uno de los periodistas mejor informados de de Brasil, en Folha de São Paulo, Lula ha confiado a sus íntimos que no ha descartado su sueño; que, en efecto, lo que le gustaría sería crear un nuevo y gran partido progresista. Solo como alternativa, si la creación del nuevo partido se revelara inviable, le gustaría crear un "frente amplio de partidos" que actuara unido en el Congreso.
Da Silva ha admitido que le cuesta olvidarse de que ya no es presidente
La noticia es relevante porque contradice la tesis extendida de que Lula había decidido, para su futuro, convertirse en conferenciante internacional (ha hecho ya 10 viajes fuera de Brasil en los primeros tres meses como expresidente) e inspirador de una fundación para los problemas de África. Parece ser que lo que de verdad le gustaría, y en lo que está ya pensando, es volver al poder.
Esto podría suceder en 2014, dependiendo de cómo funcione el Gobierno de su sucesora Dilma Rousseff y de los acuerdos que ambos puedan alcanzar. Lula ha dicho públicamente que Rousseff y él "almuerzan juntos cada 15 días". Es significativo que Lula esté interesado en participar activamente, desde el PT, en la reforma política en curso en el Congreso. Se trata de un proyecto fundamental para el futuro político de Brasil, con más de 30 partidos, imposibles de controlar en el Congreso y que fueron la cruz de Lula durante sus dos Gobiernos, porque incluso sus aliados se revelaban infieles a la hora de votar los proyectos del Ejecutivo. Lula ha puesto los ojos en esa reforma para poder resituarse.
La noticia de que Lula sueña con volver al poder coincide, curiosamente, con la polvareda levantada por el expresidente Fernando Henrique Cardoso, fundador y líder intelectual del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), en la oposición. En un largo y meditado artículo, el sociólogo Cardoso ha trazado las líneas de lo que debería ser la oposición en Brasil, en clave no populista, sino socialdemócrata, en una línea más bien europea. En el artículo, el expresidente recuerda a su partido que está naciendo en el país una nueva clase media, de cerca de 30 millones de personas llegadas desde la pobreza extrema. Esa clase, que ya no quiere aparecer como pobre, tiene nuevas exigencias y motivaciones políticas. Con los recién llegados, la clase media reúne hoy más de 90 millones de brasileños.
Lula, que es un lince político, sabe que esos casi 30 millones a lo que, con sus programas sociales, ayudó a prosperar, podrían olvidarse de él y encontrar en la socialdemocracia nuevos horizontes para sus aspiraciones. "La pobreza gusta solo a los intelectuales; a los pobres les gusta la riqueza", decía Joancinho Trinta, un famoso carnavalista, que creó el concepto de la fastuosidad de las escuelas de samba, creadas por artistas de las favelas de Río. Todo ello, sin duda, está llevando a Lula a armarse y organizarse para no perder ese capital político. Y además, como siempre ha afirmado, su verdadero mundo es el ring de la política, hasta el punto de que sigue afirmando que le está costando mucho esfuerzo, "olvidarse de que ya no es presidente".
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