EE UU cree que Lugo carece de apoyos para gobernar Paraguay
La diplomacia de Washington estima que el presidente y exobispo necesita éxitos para contrarrestar las maniobras desestabilizadoras de la oposición
El presidente de Paraguay, Fernando Lugo, comenzó a gobernar en el año 2008 con serias turbulencias y maniobras desestabilizadoras de la oposición, que a los pocos meses de la investidura imputó al exobispo impericia, favoritismo, la promoción de la lucha de clases y le culpó por la inseguridad ciudadana y el estancamiento político. "Prometió cambios que no ha cumplido", dice la Embajada de EE UU en Asunción, que reflejó en sus informes la inexperiencia del exsacerdote de la Teología de la Liberación y las turbulencias más destacadas, que revistieron la forma de intentonas golpistas, una militar y la otra parlamentaria.
Las dos fueron patrocinadas, según la información recogida en los cables filtrados a Wikileaks, por terratenientes reaccionarios, por el general retirado Lino Oviedo, jefe de las Fuerzas Armadas hasta su detención en 1996 con cargos de golpismo, y por el expresidente Nicanor Duarte (2003-2008). Abortados los dos ensayos involucionistas, EE UU dice en sus últimos despachos desde Asunción que Lugo necesita conseguir éxitos, porque si no lo hace regresarán los peligros desestabilizadores y, concretamente, una eventual moción de censura.
"Prometió cambios que no ha cumplido", dice la diplomacia estadounidense
La situación nacional es tan complicada que el pasado día 10, durante una visita de Lugo a Vietnam, su vicepresidente, Federico Franco, convocó una conferencia de prensa en la que le acusó de tráfico de influencias, en concreto de colocar en puestos de la Administración estatal a familiares y amigos.
Inexistente la conciliación política, y menos una agenda nacional común, el cuartelazo concebido en 2008 fue neutralizado gracias a que el general Máximo Díaz informó al presidente de Paraguay, Fernando Lugo, cuyo mandato termina en el año 2013, de que Oviedo y Duarte le habían invitado a participar en una reunión para discutir la posibilidad de un golpe militar. En noviembre del año 2009, Lugo cambió a los jefes del Ejército, la Marina y la Aviación, y colocó a militares de su confianza. El presidente paraguayo ha sufrido el abandono de políticos que apoyaron su investidura pero después rechazaron políticas oficiales opuestas al liberalismo económico. Lugo llegó a la presidencia apoyado por una plataforma de partidos de izquierda y otros de centroderecha, que acabaron distanciándose porque el exsacerdote quiso cambiar las estructuras institucionales del país a fin de ejecutar políticas que facilitaran una mayor justicia social en una nación de abismales diferencias en los ingresos de las familias, enormes bolsas de pobreza y miseria y una corrupción, oficial y privada, que frena la inversión.
La Iglesia paraguaya no parece coincidir con la estrategia del presidente, pues el arzobispo de Asunción (Eustaquio Pastor), pese a reconocer que Lugo había sido "un gran líder en la Iglesia católica", dijo a los funcionarios estadounidenses que "no tiene la más mínima capacidad para gobernar". El supuesto cuartelazo denunciado por el general Díaz se desvaneció, y tampoco cuajó el posterior golpe parlamentario: una moción de censura contra Lugo, "incluso bajo espurias bases", como las esgrimidas por los conspiradores, según la Embajada. Desde hacía meses, la representación diplomática había "escuchado rumores de un posible golpe constitucional".
Dado el fraccionamiento político paraguayo y la correlación de fuerzas, además del aislamiento presidencial en el hemiciclo, Lino Oviedo confiaba en ser el candidato favorito a la presidencia, en el caso de perderla Lugo. Duarte también hizo sus cálculos, de acuerdo con el análisis del EE UU: tras recuperar su escaño, "maniobrando ante el Supremo", asumiría la presidencia del Senado y se situaría en el tercer lugar en la línea de la sucesión presidencial. En cualquier caso, Oviedo y Duarte podrían llegar a controlar el Congreso.
"Varios de los contactos de la Embajada concluyeron que la mejor defensa de Lugo contra la moción de censura es que la mayoría de los actores políticos prefieren trabajar con él que con su vicepresidente, Federico Franco", definido como una persona "con un ego colosal y complicada personalidad". Otra de las razones esgrimidas por la legación diplomática, en beneficio de Lugo, es esta: "Teniendo en cuenta el escenario de pesadilla que significaría ver a Oviedo y a Duarte dirigiendo el espectáculo, el consenso político, al menos entre los racionalistas, permanece fuerte: el presidente Lugo es la mejor opción entre las peores".
El obispo secularizado gobierna sin contentar a la mayoría: aunque heredada, la endémica corrupción de la Administración continúa, el sistema judicial no funciona y el círculo íntimo de asesores presidenciales "está constantemente maniobrando en busca de influencia y provecho personal". Los objetivos de Lugo de fortalecer las instituciones democráticas y promover el crecimiento económico y las reformas "parecen cada vez más fuera de su alcance". No obstante, EE UU descarta la defenestración parlamentaria del presidente porque sus promotores temen sus consecuencias.
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