China da prioridad a la lucha contra la inflación y la desigualdad para garantizar la estabilidad
Wen Jiabao anuncia medidas para reducir el descontento popular y la brecha entre ricos y pobres
El Gobierno chino tomará todas las medidas necesarias para luchar contra la inflación, las desigualdades sociales y la corrupción, con objeto de garantizar la estabilidad social para continuar el desarrollo del país, según ha asegurado hoy el primer ministro chino, Wen Jiabao, en la apertura de la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional en Pekín. Wen ha reconocido que estos y otros problemas han creado un "gran resentimiento" entre la población.
"Debemos hacer del incremento de la mejora del nivel de vida de la gente el pivote que une reforma, desarrollo y estabilidad (...) y garantizar que la gente esté contenta con sus vidas y sus trabajos, la sociedad esté tranquila y en orden, y el país disfrute de paz y estabilidad duraderas". China "resolverá de forma efectiva los problemas que causan gran resentimiento en las masas", ha afirmado el primer ministro ante unos 3.000 diputados, llegados de todo el país, en el imponente anfiteatro del Gran Palacio del Pueblo. En el exterior, las banderas rojas ondeaban sobre los edificios que rodean la plaza Tiananmen mientras cientos de soldados y policías de uniforme y de paisano peinaban la zona e inspeccionaban los bolsos de los grupos de turistas que se acercaban a fotografiarse bajo el retrato de Mao Zedong, a la entrada de la Ciudad Prohibida.
Wen Jiabao ha hecho en su discurso -equivalente al del estado de la nación- un repaso al plan quinquenal 2006-2010, y ha presentado los objetivos del siguiente (2011-2015), con el que China pretende bascular hacia un país más igualitario con una economía más verde y sostenible, más orientada al consumo interno y menos a las exportaciones y la inversión. El objetivo de crecimiento medio anual del PIB (producto interior bruto) para los próximos cinco años es del 7% (8% para 2011). El quinquenio pasado, el PIB aumentó una media del 11,2%, frente al 7,5% planificado. Para 2015, el PIB deberá exceder 55 billones de yuanes (5,9 billones de euros), según ha dicho.
El primer ministro ha citado la palabra "estabilidad" en repetidas ocasiones, lo que revela que el Gobierno tiene en el retrovisor las revueltas que desde hace semanas agitan el mundo islámico y quiere desactivar cualquier posibilidad de contagio. Para ello, cuenta con el cóctel habitual: continuar mejorando el nivel de vida de la población, censurar los medios de comunicación e Internet, y seguir reprimiendo con dureza a los disidentes.
Pasos contra el desempleo y la corrupción
Wen Jiabao no se ha referido a las revoluciones en el mundo árabe. Sin embargo, su discurso de dos horas y cinco minutos -emitido por la televisión- ha parecido en buena medida dirigido a explicar que Pekín está dando pasos decisivos para afrontar algunos de los problemas que han provocado estas revueltas, como las desigualdades sociales, el precio de los alimentos, el desempleo y la corrupción.
El dirigente no ha hablado de reformas democráticas, una de las demandas detrás de las protestas en Túnez o Egipto, pero que en China pocos ciudadanos -por falta de tradición, desinterés, ausencia de debate o censura- piden, y que para Pekín son asunto tabú. Wen ha dicho, sin embargo, que se potenciarán los sistemas de supervisión del poder.
El político ha mencionado también como problemas las desigualdades regionales, el desequilibrio de la economía, la falta de sistemas educativo y sanitario de calidad, el precio de los alimentos y la vivienda, las expropiaciones ilegales, la contaminación y el desempleo.
Limitar la subida de precios al 4%
La prioridad por la estabilidad ha marcado tradicionalmente la política china, pero este año ha adquirido una dimensión añadida. De ahí que Pekín haya declarado la lucha sin cuartel contra la inflación, uno de los factores que avivaron las protestas a favor de la democracia de la plaza Tiananmen en 1989. "Recientemente, los precios han subido bastante rápido. Este problema afecta al bienestar de la gente, tiene que ver con los intereses de todo el mundo y afecta a la estabilidad social. Debemos, por tanto, convertir en prioridad total del control macroeconómico el mantener la estabilidad de los precios", ha señalado. Wen ha fijado como objetivo de inflación a no sobrepasar este año el 4%. En enero pasado, fue del 4,9%.
Los líderes del Partido Comunista Chino (PCCh), encabezados por el presidente, Hu Jintao, han seguido la pauta fijada por el autor de las reformas chinas, Deng Xiaoping, quien dijo que había que permitir que algunos se hicieran ricos antes. Pero parecen pensar, por convencimiento o forzados por el descontento popular, que ha llegado la hora de paliar con decisión las desigualdades.
El primer ministro ha asegurado que se impulsará el gasto en educación, sanidad y vivienda pública, y se controlarán los precios de los alimentos y del sector inmobiliario, con objeto de disminuir la brecha entre ricos y pobres, una de las mayores del mundo. También ha dicho que los salarios serán incrementados y se "harán más esfuerzos para ajustar la distribución de la riqueza", por ejemplo con la modificación del sistema de impuestos
Las desigualdades son especialmente graves entre las zonas urbanas y las rurales, donde viven dos tercios de la población. La renta per cápita mensual en las primeras -1.752 yuanes (171 euros)- más que triplica la de las segundas -493 yuanes (53 euros)-. Wen ha vaticinado que en el próximo quinquenio los ingresos per cápita aumentarán a una media anual del 7% en ambos lugares.
'Concentraciones jazmín'
La urgencia del Gobierno en calmar el "gran resentimiento" existente en parte de la población se produce en medio de las convocatorias de concentraciones jazmín en China cada domingo realizadas por organizadores anónimos en una web estadounidense dirigida por disidentes, que han recibido una respuesta contundente de las autoridades. El Departamento de Seguridad Pública ha detenido o puesto bajo vigilancia domiciliaria a decenas de activistas -algunos de los cuales han sido acusados de querer subvertir el poder del Estado por difundir las convocatorias- y ha prohibido a los corresponsales extranjeros que acudan a los lugares designados para las protestas en Pekín y Shanghai, bajo amenaza de ser detenidos y expulsados de China.
La medida ha colocado estas zonas de las ciudades que organizaron los Juegos Olímpicos en 2008 y la Exposición Universal en 2010 al nivel de Tíbet, que está vetado a la prensa extranjera. El Diario de Pekín, órgano oficial del Gobierno municipal, ha advertido hoy en un artículo a los lectores que ignoren los llamamientos a las concentraciones jazmín porque revueltas similares en otros países solo han traído caos. La sesión anual de la Asamblea Popular Nacional dura 10 días.
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