Un suicida mata a 39 personas en Irán en una fiesta religiosa
Un grupo de la minoría suní se atribuye el atentado.- Eran dos terroristas suicidas pero uno no ha logrado detonar la carga y está detenido
Un atentado suicida dejó ayer 39 muertos y un centenar de heridos en una mezquita de la ciudad portuaria iraní de Chabahar, según informó la agencia oficial Irna. De nuevo, en la convulsa provincia de Sistán-Baluchistán, y de nuevo, durante una ceremonia de Ashurá, la principal festividad religiosa del calendario chií. El atentado, del que se responsabilizó Jundallah en un mensaje a la televisión árabe Al Arabiya, dio un nuevo pretexto a los responsables iraníes para acusar a Occidente.
"Los terroristas eran dos y fueron descubiertos antes del ataque, pero uno de ellos logró activar su cinturón explosivo", declaró el gobernador de Chabahar, Ali Bateni, citado por la agencia France Presse. Al parecer, la policía disparó y mató al segundo atacante.
El atentado se produjo en el exterior de la mezquita del imán Husein, donde numerosos fieles se habían congregado para participar en una procesión de duelo de la víspera de Ashurá, en la que los chiíes conmemoran el martirio de ese nieto del profeta en el siglo VII. En Irán, donde el chiísmo duodecimano es la religión del Estado, decenas de miles de personas asisten a esas ceremonias, muy similares a las de la Semana Santa católica, en todo el país. De ahí que entre las víctimas haya también mujeres y niños.
"De acuerdo con nuestra experiencia, consideramos que los servicios secretos de Estados Unidos y Reino Unido están detrás del atentado", declaró el influyente diputado conservador Alaeddin Boruyerdí, citado por la agencia Isna. Boruyerdí, que preside el Comité de Exteriores del Parlamento, recogía la línea oficial de Teherán. Pero la provincia de Sistán-Baluchistán es desde hace al menos una década escenario de atentados del citado Jundallah (literalmente, Soldados de Dios), que tanto Irán como EE UU consideran una organización terrorista. Los dos últimos, perpetrados el pasado junio, dejaron 27 muertos.
Chabahar es el principal puerto comercial del sureste de Irán y uno de los pilares para el desarrollo de esa depauperada región del país. Sin embargo, los problemas de seguridad y el retraso en unirlo a la red de ferrocarriles han frenado hasta ahora los beneficios esperados. La mayoría de sus cerca de 100.000 habitantes, como los del resto de la provincia, son baluchis, una minoría étnica que sigue la rama suní del islam y que se considera discriminada por el chiísmo duodecimano.
Jundallah se escuda en esas acusaciones de abandono del Gobierno central para justificar su violencia. Las autoridades niegan animosidad hacia los baluchis y vinculan al grupo con Al Qaeda. En una entrevista que concedió, en octubre de 2008, su entonces líder, Abdolmalek Rigi, rechazó ese extremo y aseguró que lo único que buscan es que el Estado respete los derechos humanos, la cultura y la fe de su pueblo.
Rigi fue ejecutado en junio tras una rocambolesca captura que Irán atribuyó a sus servicios secretos, pero que contó con la ayuda de Pakistán, como reconoció su embajador en Teherán. El líder de Jundallah era considerado el "enemigo público número uno" desde que en octubre de 2009 se responsabilizó de un atentado en Pishin en el que murieron 42 personas, seis de ellas mandos de la Guardia Revolucionaria. Irán les atribuye el asesinato de 154 personas desde 2003.
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