Catorce personas asesinadas en un campo de fútbol al norte de Honduras
El Gobierno apunta a un "ajuste de cuentas" como el móvil del crimen
Tal vez las autoridades tengan razón y los sicarios buscaban un ajuste de cuentas con alguien de su calaña, pero lo cierto es que las balas de los fusiles AK-47 y M-16 también se llevaron por delante al hojalatero que hacía de árbitro y a un puñado de albañiles que estaban a punto de enfrentarse en un partido de fútbol entre aficionados. Sucedió a mediodía del sábado, en un barrio de San Pedro Sula, al norte de Honduras. Un grupo de sicarios llegó a un descampado y vació sus cargadores contra jugadores y público. Catorce personas murieron y una más resultó herida.
¿Quiénes fueron? ¿Por qué lo hicieron? El viceministro de Seguridad, Armando Calidonio, respondió: "Por ahora solo sabemos que un grupo andaba buscando a otro". Y adornó su desconocimiento con la siguiente explicación: "No podemos dejar de pensar que puede ser un ajuste de cuentas o una enemistad fuerte entre grupos de personas. Solo pasan estas cosas cuando hay otros factores que afectan, como es algún tipo de negocios ilícitos". Según recoge la prensa hondureña, estas declaraciones provocaron la indignación de las familias de las víctimas. Rosa Elena Valdez, madre de uno de los fallecidos y suegra de otro, protestó: "No es posible que ese señor diga eso. Mi hijo era una persona honrada que se dedicaba al oficio de la barbería". María del Carmen Majano, madre de uno de los albañiles asesinados, añadió: "Mi hijo era un hombre sano y sin vicios que deja a tres muchachitos huérfanos. Si el viceministro quiere buscar culpables, deberá investigar bien antes de opinar".
Las investigadores solo tienen claro que la matanza fue cometida por nueve o 10 sicarios que llegaron al lugar a bordo de dos potentes vehículos y que, además de fusiles de alto poder, llevaban chalecos antibalas y pasamontañas. Jorge Leonel Ramos, de 54 años, uno de los jueces de línea que salvó la vida a pesar de recibir cuatro disparos, contó desde el hospital que los sicarios exigieron a la gente que se tirara al suelo, pero que luego dispararon indiscriminadamente. Otro testigo añadió que la balacera duro unos cinco minutos, primero a ráfagas y luego "plomo a plomo".
No es la primera matanza que vive el norte de Honduras en un corto espacio de tiempo. El siete de septiembre, 17 obreros de una fábrica de zapatos fueron asesinados y el 14 de octubre otros seis jóvenes fueron acribillados dentro de una vivienda. Se atribuye a la acción de las maras, pero nada se sabe de los culpables. El 95% de los crímenes queda impune.
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