El fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner causó una verdadera conmoción en Argentina, que estaba, además, completamente paralizada para llevar adelante el importante censo poblacional, que se realiza una vez cada 10 años. El miércoles 650.000 censistas estaban recorriendo el país para hacer el recuento. Obligados a permanecer en casa hasta las ocho de la tarde (una de la madrugada española), con cafés, restaurantes, tiendas y todo tipo de locales cerrados a cal y canto, millones de argentinos se pegaron a las radios, a las televisiones y a los teléfonos para conocer los detalles de lo ocurrido y expresar su inquietud y emoción.
Muchos de sus seguidores y admiradores anunciaron que saldrían a la calle en cuanto fuera posible para rendirle su homenaje y trasmitir apoyo a su viuda, Cristina Fernández. A la hora prevista, las calles de Buenos Aires comenzaron a llenarse con partidarios de los Kichner envueltos en banderas nacionales. El político fallecido, que fue presidente de la República entre 2003 y 2007 y que lideró la recuperación de Argentina tras la terrible crisis de 2001, contaba con un gran respaldo entre los sectores populares de la población, organizaciones de derechos humanos y todo tipo de movimientos cívicos.
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