El rescate de los mineros comenzará el miércoles y durará dos días
"Esperamos que el viernes estén fuera", asegura el ministro de Minería, Laurence Golborne.- Comienzan los trabajos de entubado del túnel de salvamento.- La mujer del presidente, Cecilia Morel, visita a los familiares: "Me impresionó el coraje de muchos de ellos"
El rescate de los 33 obreros atrapados en la mina chilena de San José desde el 5 de agosto comenzará el próximo miércoles y se prolongará durante dos días. Eso al menos es lo que ha afirmado este sábado (madrugada del domingo en España) el ministro de Minería, Laurence Golborne: "Esperamos que el viernes estén fuera", declaró en una rueda de prensa ante más de cien periodistas. Si bien, el ministro advirtió que todo en este proceso de salvamento depende de muchos factores técnicos que pueden retrasar o adelantar el calendario.
El primer grupo de rescatados estará compuesto por los 4 o 6 trabajadores más hábiles, seguidos de unos 10 cuya salud física y mental se encuentra más debilitada y, por último, los más fuertes, según ha precisado el ministro de Salud, Jaime Mañalich. Comienza así la segunda fase de la operación para sacar a los atrapados, después de que la perforadora lograra llegar ayer al taller donde están encerrados los mineros. Esta misma madrugada estaba previsto que comenzase el entubado de los primeros 96 metros del túnel. El ministro indicó que no será necesario revestir el resto del orificio porque la roca presenta mucha dureza.
Fue ayer un día histórico en la mina San José. James Stefanic y su colega estadounidense Matt Stafeard bajaban con las manos en los bolsillos por el campamento donde los familiares de los mineros enterrados llevaban 64 días. Aparecieron recién duchados, impecables en sus chalecos de faena. Nadie habría dicho que llevaban 48 horas durmiendo apenas a cabezadas dentro de un coche, duchándose en la mina y con la presión de todo un país siguiendo su trabajo. Unas diez cámaras les seguían. De repente, alguien se enteró de que eran operadores de la compañía Geotec, la dueña de la perforadora T-130 que a las ocho de la mañana (tres de la tarde en la España peninsular) alcanzó el lugar donde se encuentran los 33 mineros. Las 10 cámaras se convirtieron en 50. James Stefanic relató que a la hora en que "rompieron", es decir, el momento en que el mastodonte de 40 toneladas de hierro traspasó el lugar en que se encuentran los mineros, a 624 metros bajo tierra, eran ellos quienes manejaban el bicho.
Tardaron más de una hora en bajar cincuenta metros de cuesta. En las tiendas de campañas, entre el sonido de decenas de cámaras de fotos, las madres de los mineros se abrazaban a ellos para darles las gracias. "Agradézcasela a todos los que estaban ahí arriba con ustedes. Son unos benditos", les dijo la esposa de uno de los 33 atrapados. Los mineros han visto por fin la luz al final del túnel. Nunca se habían encontrado tan cerca del sol que calienta las tiendas de campaña donde se encuentran sus padres, sus esposas y sus hijos.
El orden en que van a salir aún no se ha decidido. Primero ascenderán los más hábiles, después los más débiles y enfermos, y por último, los más fuertes. Pero hay que confeccionar la lista. Lo único que se tiene claro hasta el momento es que el último de los mineros en salir será el jefe de turno, Luis Urzúa. Él fue un hombre clave para mantener la armonía y la disciplina antes y después de los 17 días en que permanecieron incomunicados.
Horas después de que la perforadora rompiera el techo del taller, Cecilia Morel, primera dama chilena, charló con los familiares. El día antes había practicado técnicas de relajación con algunas mujeres, para preparar el encuentro. "Me llamó la atención el padre de la familia Ávalos, que tiene a dos hijos en la mina. Y también me impresionó el coraje de muchos de ellos. Se supone que un familiar no puede participar en el rescate porque su estado emocional no es el idóneo", dijo.
Apretujados, pero sin problemas
Se han empleado 33 días de perforación -llevan atrapados desde el pasado 5 de agosto por un derrumbe en el nivel 300 de la mina- para salvar a 33 hombres. El viernes pidieron un menú especial para celebrar el día en que llegase la tuneladora hacia ellos y ayer se les envió. Pero sin alcohol, eso sí.
Mientras suenan las campanadas de alborozo en el campamento de la mina San José (vídeo en 3D) donde se encuentran los familiares, la atención se desvía cada vez más hacia la cápsula en que subirán hacia la superficie -la perforadora ha abierto un agujero de 66 centímetros de ancho-. Entrarán apretujados, pero sin ningún problema. Al más ancho de ellos tendrá una holgura de un centímetro entre la pared de la jaula y cada uno de sus hombros.
Las últimas horas han sido de una precisión milimétrica. "Habíamos previsto disponer de una cámara de vídeo allá abajo que iba registrando todo lo que pasaba en el techo del garaje" ha relatado Mijali Proestakis, gerente de la empresa Drillers Supply, que suministra los martillos a la compañía propietaria de la perforadora. "Les explicamos a los mineros que el rompimiento tenía que ser muy suave, porque si la máquina traspasaba el techo, corríamos el riesgo de que se torciera y no la pudiésemos sacar".
Tal vez este domingo ya se empiece a hablar de los responsables de encamisar el túnel, de los rescatadores, de los médicos, los psicólogos, los helicópteros en que serán trasladados de la mina al hospital y, por supuesto, de los 33 mineros. Pero Stefanic y los diez hombres que solía haber en cada turno alrededor de la perforadora, podrán decir el resto de sus vidas que fueron ellos quienes abrieron un túnel de 624 metros de largo en el desierto de Atacama para rescatar a 33 hombres. Lo nunca visto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.