Polémica consulta sobre las uniones gay en Costa Rica
La Iglesia católica impulsa un referéndum que ya ha dividido al país
El anuncio de un referéndum sobre el reconocimiento legal de las parejas homosexuales ha encendido una hoguera en Costa Rica. Y una oleada de sentimiento católico trasciende ya los púlpitos como defensa preventiva ante lo que algunos consideran una amenaza a la figura tradicional del matrimonio y los valores morales de una sociedad que se percibe a sí misma como sana. Clérigos y fieles han dejado el terreno preparado para que los activistas de los derechos de la comunidad gay denuncien la activación del integrismo cristiano, apoyados por un sector de la población que ve cada vez con menos simpatía la participación de la Iglesia en la política, en las leyes y en la educación pública.
La discusión está abierta en las páginas de opinión de los periódicos, en los sermones de las misas y, cómo no, en los foros en Internet. La pugna ya era antigua, pero el anuncio del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ha caído sobre ella como gasolina. Que la mayoría decida, dicen los católicos en este país de mayoría católica. Los derechos de las minorías no deben quedar expuestos al criterio de la mayoría, contrarrestan las voces crecientes del movimiento de homosexuales, respaldados incluso por un grupo que se hace llamar, al menos en Internet, "heterosexuales por los derechos de los homosexuales". Las etiquetas abundan.
El presidente pide "una discusión respetuosa"
"Solo pido que sea una discusión respetuosa, libre de estigmas y reduccionismos", exige la presidenta del país, Laura Chinchilla, consciente de la polémica que se avecina. Esa petición parece no ser más que la manifestación de sus temores, consciente de que el debate complicaría sin duda el ambiente político en el primer año de su Gobierno. Ella misma está en la mira, ya que es conocida su cercanía con las autoridades católicas del país y su posición contra la legalización de derechos civiles para uniones homosexuales, expresada en una frase de corrección política: "No es prioridad".
A Chinchilla le parece normal que las misas hayan servido para recolectar firmas a favor del referéndum. Con el aval de los obispos, los sacerdotes han dedicado sus homilías a reforzar el trabajo de un grupo laico que promovió la consulta popular como una forma de frenar el impulso del proyecto de los homosexuales. La consulta podría celebrarse en diciembre, junto con las elecciones de autoridades locales, pero depende de que más ciudadanos firmen a favor del referéndum, cosa fácil a la salida de las misas y de los actos religiosos de otras denominaciones religiosas cristianas, tan activas como la católica pero sin su poder tradicional.
El papel de la Iglesia, en entredicho
La consulta sobre las parejas homosexuales podría representar una batalla para la Iglesia dentro de una cruzada superior, ya que crece en el país la presión para eliminar la confesionalidad católica del Estado y reducir la influencia del catolicismo en asuntos como la educación sexual. "Solo así se justificaría el esfuerzo que el clero realiza por evitar la institución de derechos legales para las uniones homosexuales, un asunto tan sujeto a la privacidad de una persona. Es como querer limitar a los vegetarianos por haber escogido un camino que en nada afecta a la mayoría carnívora", dijo Luis Aurelio Corrales, un declarado heterosexual en uno de las decenas de foros en Internet.
"Yo soy católico, apostólico y romano, y sigo fielmente los preceptos religiosos católicos. La unión homosexual (...) está lejísimos de ser una cosa normal", respondió candoroso el primer vicepresidente de Chinchilla, Alfio Piva, cuando un periodista le pidió su opinión. Del otro lado hay voces como la de la Defensora de los Habitantes, Ofelia Taitelbaum, que considera discriminatorio el solo hecho de someter el tema a un referéndum.
Los obispos alegan que la consulta popular es la forma de resolver el debate. Otros dicen que más bien lo encenderá. El TSE recuerda que la decisión del referéndum será definitiva para el proyecto de ley en concreto, pero no para la posibilidad de dar reconocimiento legal a las uniones homosexuales. Las palabras van en todas las direcciones.
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