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Optimistas versus pesimistas

Con las mismas cifras, México debate si hemos perdido el tren o la situación "no es para tanto"

Hagamos un ejercicio. Le voy a presentar dos párrafos, de similar tamaño, con la misma redacción, y estructura, con igual número de datos y con el uso proporcional y equivalente de calificaciones y adjetivos.

Uno, es un párrafo optimista y el otro es un párrafo pesimista.

Le pido por favor, que usted juzgue y resuelva: ¿Cuál de los dos párrafos está hecho con datos y cifras correctas? y ¿cuál de los dos es finalmente el verdadero?

El primero, el optimista: "México es un país que avanza, que mejora y que se está transformado. Aunque México ocupa el lugar número 60 entre 133 economías del mundo, según las cifras del World Economic Forum de 2009, hay varios indicadores en los que está mucho más arriba, por ejemplo, es la economía número 11 por el tamaño del mercado local, 38 en el manejo de inflación, 28 por su estabilidad macroeconómica, 47 por la calidad de sus productos locales, 53 por la sofisticación de mercado financiero y 31 por la protección a inversionistas. En el tema educativo, que es tan importante, en el rubro de gasto, México es un país que ocupa el lugar número 25 entre 133. Ciertamente, vamos bien, aunque queda mucho por hacer."

El segundo, el pesimista: "México es un país que se retrasa, que no mejora y que no se está transformando. Aunque México ocupa el lugar número 60 entre 133 economías del mundo, según las cifras del World Economic Forum de 2009, hay varios indicadores en los que está mucho más abajo, por ejemplo, es la economía número 94 por su lugar en la competencia económica, es el país 98 en materia de impuestos, el 117 por la carga regulatoria, el 80 por su capacidad de innovación, el 101 por la ineficiencia de sus instituciones públicas, el 124 por los costos de negocio por violencia, el 129 por crimen organizado. En el tema educativo, que es tan importante, en el rubro de calidad del sistema pedagógico, México es un país que ocupa el lugar número 115 entre 133. Ciertamente, vamos mal, y queda mucho por hacer."

¿Ya resolvió? ¿Tiene dudas? Tómese su tiempo. Si quiere léalos nuevamente. ¿Quiere saber? Avance al siguiente párrafo.

Bien, pues tengo que decirle que en relación con la primera pregunta (¿cuál de los dos párrafos está hecho con datos y cifras correctas?), los dos párrafos presentan cifras y datos correctos. Y en los dos casos, los datos corresponden a la misma medición y a la misma fuente. Se trata del lugar que México ocupa en el mundo, con los indicadores de competencia económica elaborados en 2009 por el World Economic Forum.

Responder a la segunda pregunta, es decir, ¿Cuál de los dos párrafos es el verdadero? Eso ya es asunto suyo. Porque la calificación, valoración y adjetivación, depende de su opinión, de su visión, de su apreciación, de sus convicciones, de sus preferencias políticas, de cómo le va en la feria y finalmente de su ánimo.

Interpretar estos datos y señalar que México va para arriba, o concluir que va para abajo, requiere claramente elementos adicionales. Y finalmente uno se identifica con los escritores, articulistas, periodistas y medios que coinciden con lo que pensamos y queremos escuchar.

La semana pasada tuve la suerte de acudir en la ciudad de México a tres reuniones distintas, con académicos, periodistas, intelectuales y políticos que hablaban de la realidad mexicana. El formato, los participantes y la naturaleza de los encuentros eran muy distintos. Pero en las tres, surgió de manera coincidente, un fuerte debate entre los que dicen que el país tiene problemas, pero que no son tan graves, a los que podríamos llamar la corriente de los optimistas, y los que señalan que algo muy grave está sucediendo en México y presagian escenarios catastróficos a los que podemos llamar la corriente de los pesimistas.

Me sorprendió encontrar visiones tan divergentes y polarizadas. Debates tan enconados. Los dos bandos con gente muy lista. Los dos con datos, con cifras, con experiencias, con anécdotas y con argumentos verdaderos. ¿Quién tiene la razón?

En materia de seguridad y lucha contra el narcotráfico, por ejemplo, había los que señalaban que México lleva 23,000 muertos en lo que va de la administración de Felipe Calderón, frente a los que comparaban la cifra de muertos por cada 100,000 habitantes en distintos países, para señalar que México estaba mucho mejor que varias ciudades de Estados Unidos y que varios países, hoy tan bien ponderados en el mundo, como por ejemplo Brasil.

Escuché testimonios de terror en un viaje por el norte del país, y explicaciones placenteras de quienes han recorrido el país y viajaron tan tranquilos como siempre. Hubo lo mismo visiones de optimismo económico, que hablaban de la importancia y el arrastre de las manufacturas, y quienes alertaban sobre la crisis porque no avanzaba el mercado interno.

Y es que así está México. Mientras Felipe Calderón dice que "el 2010 será, sin duda, tiempo de júbilo y alegría; en cada hogar, en cada escuela, en cada barrio o plaza pública", el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas declara: "No sé qué haya que festejar. Está hecho un desastre el País."

Para quienes hacemos análisis y pretendemos antes que nada entender, con más o menos objetividad una realidad, para quienes no pretendemos hacer propaganda política partidista, ni gobiernista, ni opositora, los tiempos que corren son muy complejos y confusos. Realmente es muy difícil concluir. ¿A que corriente nos adherimos? Ambas cumplen con una función. Creo que los optimistas le dan al país un ánimo que es necesario, la idea de que es posible avanzar, que hay un gran potencial y la motivación tan necesaria para el cambio y para la acción publica. Creo que los pesimistas le aportan al análisis realismo, sentido de urgencia, madurez y responsabilidad y la imperiosa necesidad de emprender muchos cambios importantes y necesarios.

¿Optimistas o pesimistas? Quienes escribimos sobre política y sobre la sociedad, apareceremos a veces optimistas y a veces pesimistas. Y es que a veces estamos optimistas y a veces pesimistas. Dependiendo del párrafo que nos salga, del día que escribimos, de los datos que conocemos y que estudiamos para redactar nuestro texto.

Arriba hay dos párrafos y los dos son México. Ahí están los dos. Uno es el México al que le va mal y otro es el México al que le va bien. Un México contradictorio. De contrastes. De claroscuros. No resuelto. No definido. En un dilema permanente. Un país en vilo. En medio. Polarizado. Parado entre la modernidad y el atraso. Entre lo que es y lo que quiere ser. Un México optimista y otro pesimista. El México de siempre. El del siglo XIX, el del XX y ahora el del XXI.

La pregunta es si vamos para abajo o vamos para arriba. Si estamos haciendo lo correcto para mejorar y para corregir, para conservar lo bueno y desechar lo malo, si el futuro promete o no.

Afortunadamente mi pesimismo y mi preocupación por México están muy bien documentados a lo largo de mis colaboraciones en este y otros espacios periodísticos. No pretendo hacer, y no lo haré, de pronto una conversión a un optimismo militante. Mi criterio para valorar y para juzgar, no está en si el México que analizo todos los días, está mejor o peor que ayer. Mi criterio siempre es, y siempre ha sido, dónde debería estar México hoy, dado su tamaño, sus capacidades y su potencial. Y con ese rasero, muy probablemente lo que tengamos siempre será poco y siempre deberá aspirar a más.

No creo que debamos auto complacernos. No estamos satisfechos. No podemos estar satisfechos. México no está donde debería de estar y no es lo que debería ser.

Yo sí estoy preocupado por México. Escucho y trato de entender a los optimistas y me pregunto ¿qué posición es la correcta? ¿Cómo ayudo más a México? ¿Cómo somos más responsables? ¿Qué es más constructivo? Seguiré pensando, hoy no lo sé. Pero y usted es ¿optimista o pesimista?

Optimistas versus pesimistas es analista político

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