Destrucción en el anillo de fuego
El Gobierno indonesio no da abasto mientras la cifra de víctimas mortales del terremoto asciende a 1.100.- El tifón 'Parma' amenaza Filipinas
Los geólogos llevaban años advirtiendo que Padang acabaría siendo destruida por un terremoto. Lamentablemente, no se equivocaron. Decenas de casas, centros comerciales, escuelas... han quedado totalmente derruidas en esta ciudad de 900.000 habitantes de la costa oeste de Sumatra (Indonesia). Dos días después del terremoto que asoló la zona, equipos médicos, perros de rescate y bomberos llegaron ayer a esta provincia para reforzar la búsqueda de las miles de personas enterradas bajo los escombros. La cifra oficial de muertos se eleva ya a 1.100, aunque Naciones Unidas (ONU) afirma que aumentará.
El hospital estatal, tocado por el terremoto pero que atiende a unos 600 heridos, no da abasto. Ha empezado a identificar los cadáveres (63 hasta la noche del jueves). Muchos de los pacientes, algunos alojados en tiendas de campaña en el exterior por razones de seguridad, todavía no son conscientes de lo sucedido. La electricidad y el agua fallan. "Hemos llevado a cabo cientos de operaciones desde el terremoto", explica el doctor Nofli Ichlas a la agencia Reuters. "Algunos huesos rotos, algunos miembros totalmente amputados, cráneos fracturados...", añade.
La comida empieza a escasear. El mercado de abastos de Padang se vio muy afectado por el seísmo. Algunas instalaciones se incendiaron. En los supermercados, se están agotando los productos. Los residentes tienen que racionar el contenido de la despensa, para no quedarse sin nada. Algunos establecimientos de comidas han vuelto a servir, pero quien saber por cuantos días. El subgobernador de la región, Marlis Rahman, dijo el jueves que no debería haber problemas con el suministro de alimentos a la ciudad, porque los accesos se han reabierto, pero la situación no parece normalizada. Una docena de estudiantes murieron cuando recibían clase en la escuela, pero se teme que la cifra aumente en otros 50.
Complicaciones en el rescate
La ayuda ha empezado a llegar, pero las operaciones de rescate se están complicando por los apagones de luz y la falta de equipos pesados para remover los escombros. Las líneas telefónicas funcionan con dificultad, lo que hace difícil determinar el nivel de destrucción del terremoto. Todo apunta a que la situación es mucho peor en Pariaman, una localidad más cercana al epicentro del seísmo. Hasta el momento, el Centro Nacional de Gestión de Catástrofes calcula que hay 2.181 heridos y 2.650 edificios afectados.
La costa oeste de Sumatra se halla en pleno centro del llamado Anillo de fuego del Pacífico. En esta misma zona se desencadenó en 2004 el tsunami que dejó más de 230.000 muertos en una docena de países (170.000 en Indonesia). Unas 24 horas después del terremoto del miércoles, se registró otro fuerte seísmo en Sumatra, a sólo 250 kilómetros de Padang. Causó el pánico, pero no hubo muertos.
Filipinas, amenazada
Mientras tanto, el sureste asiático sigue amenazado por los fenómenos meteorológicos. Cientos de filipinos han abandonado hoy sus hogares en la costa nororiental del archipiélago ante la próxima llegada del tifón Parma, que se aproxima a cada vez más velocidad menos de una semana después de que Ketsana provocara casi 300 muertes, informa la agencia Efe.
El ministro de Defensa filipino, Gilberto Teodoro, ha advertido a todos los residentes de las zonas amenazadas de que no acudirán a rescatarles si no obedecen la orden de evacuación en las provincias de Catanduanes, Camarines Norte, Quezon, Aurora y Polillo. "No arriesgaremos vidas para ir a salvarles", ha declarado en un discurso transmitido por televisión.
Con vientos huracanados de 195 kilómetros por hora y rachas de hasta 230, Parma se halla a algo más de 200 kilómetros de Catanduanes y avanza en dirección noroeste a una velocidad sostenida de 19 kilómetros por hora. Este nuevo tifón, según los expertos, es mucho más poderoso que Ketsana, que apenas era una tormenta tropical y llegó con vientos más moderados, pero causó las peores inundaciones en más de 40 años en la capital, que quedó casi totalmente sumergida.
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