Christian Poveda fue asesinado por las maras, que le tomaron por un confidente
La policía salvadoreña relaciona el crimen con luchas de poder en el seno de las bandas
Christian Poveda, periodista francoespañol asesinado el pasado 2 de septiembre en El Salvador, sabía de los graves riesgos que tenía su labor de documentar la violencia pandillera en el país centroamericano, pero quizás nunca imaginó que quienes acabarían con su existencia fueran los mismos a los que intentó ayudar para que salieran de la "vida miserable en la que habían nacido", según sus propias palabras.
Cinco pandilleros de la llamada Mara 18 y un policía han sido detenidos por su supuesta participación en el homicidio de Poveda, quien recibió cuatro balazos en el rostro y su cadáver fue abandonado en una calle polvorienta del cantón El Rosario, ubicado en los dominios de una de las pandillas más violentas del crimen organizado, a unos 15 kilómetros de San Salvador.
Poveda no era desconocido para los pandilleros de la Mara 18. Desde 2007 y durante la ejecución de los planes oficiales de Mano Dura -que favorecían la represión para acabar con las maras- Poveda tenía contactos con pandilleros, quienes, después de un amplio trabajo fotográfico con mareros presos, le autorizaron a filmar un documental en video en el barrio de La Campanera, de Soyapango, donde la policía sólo entra con una caravana de vehículos y agentes bien armados.
Filmó durante 18 meses y el resultado fue el impactante documental La vida loca, que a finales del año pasado se proyectó en varios festivales internacionales de cine y foros contra la violencia en Latinoamérica.
Las investigaciones policiales indican que Poveda continuaba frecuentando a los pandilleros de La Campanela; sus amigos más cercanos lo confirman y añaden que tenía en mente hacer otro documental sobre las mujeres pandilleras. También quiso utilizar sus contactos para establecer puentes entre la 18 y su archirrival, la Mara Salvatrucha, pero sólo se conocen breves momentos en los que ambas pandillas no se atacaron a muerte.
La vida loca de la violencia que golpea a los salvadoreños terminó por jugar una mala pasada a este periodista, firme creyente en que la solución al pandillerismo no era la represión ni la exclusión de la juventud en zonas gravemente empobrecidas y olvidadas. En El Salvador se estima que más de 60.000 jóvenes son pandilleros.
Según la policía, en el seno de la 18 existen en la actualidad divisiones y luchas por el liderazgo y el control de territorios. En este marco, las investigaciones descubrieron que el agente de policía y colaborador de las maras Juan Napoleón Espinoza Pérez afirmó en varias ocasiones a los 18 que Poveda "pasaba" información a la policía y que debido a ello "están siendo capturados", lo que sembró la desconfianza.
El subdirector de la policía, Mauricio Ramírez, detalló que Poveda fue citado el 30 de agosto a una reunión con los jefes de la 18 de La Campanera,entre los que estaban Calixto Rigoberto Escobar, El Toro; José Alejando Melara, El Puma; Roberto Luis Romero Vásquez, Tiger, y Miguel Ángel Ortiz Rosa, El Cholo. Antes, el jefe de las clicas (pandillas de barrio) Nelson Lazo Rivera, conocido como La Molleja o Fantasma, quien se encuentra preso en la cárcel de Cojutepeque, "había ordenado ejecutar a Poveda y [hacer] desaparecer su cadáver, si es que se comprobaba que había entregado documentación a la policía", relató Ramírez.
Poveda no llegó a la cita aquel domingo, sino el miércoles 2 de septiembre. De La Campanera fue trasladado en su propio vehículo a las cercanías de El Rosario, a unos metros del puente del río Las Cañas. Allí fue asesinado. La policía afirma que quienes dispararon fueron Tiger y El Cholo. Así murió presuntamente Poveda, un corresponsal que había cubierto infinidad de conflictos bélicos en el mundo, incluida la guerra salvadoreña de la década de los ochenta.
La investigación continúa; hay varias dudas aún que aclarar. El agente Espinoza Pérez, El Toro y el Cholo fueron apresados el miércoles 9 de septiembre en diferentes horas y lugares, mientras que El Puma y Tiger llevaban detenidos desde el 3 de septiembre, al día siguiente del asesinato. Poveda formó parte aquella jornada de la docena de personas que son asesinadas en El Salvador todos los días. Algunos de esos asesinados son hallados en pozos abandonados, en terrenos baldíos o semienterrados en un cafetal. Otros nunca aparecen.
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