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La escalada macabra que no termina

El presidente del Congreso del Estado de Guerrero es abatido a tiros - Los asesinatos en México duplican los registrados el año pasado

Hoy viernes se cumple un año del día en que la voz de un padre habló por todos los mexicanos. "Si no pueden... renuncien". El secuestro y asesinato del hijo adolescente del empresario Alejandro Martí provocó una ola de indignación que puso contra las cuerdas a las autoridades de todos los niveles. A Martí lo escucharon el presidente Felipe Calderón, los 32 gobernadores, los líderes parlamentarios y los del Poder Judicial. Un año después, suman cero las renuncias y la víspera del aniversario estuvo, como los 12 meses transcurridos, teñida de sangre. La violencia ayer alcanzó al líder del Congreso del Estado de Guerrero (sureste del país), el político de más alto rango asesinado en los últimos años.

La suma macabra de muertes violentas escapa a cualquier clasificación. Igual cabe el asesinato de un prestigioso profesor universitario, muerto para robarle los 4.000 pesos (unos 215 euros) que acaba de sacar del cajero, las víctimas de los enfrentamientos entre bandas criminales y las muertes que responden a un móvil político.

Ayer, al filo de las siete de la mañana (hora local), Armando Chavarría, diputado local en Guerrero por el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), fue abatido a tiros. Chavarría era el líder de la legislatura local, un prominente político que trabajaba en la Universidad Autónoma de Guerrero, y el más señalado para suceder al actual gobernador del Estado, el también perredista Zeferino Torreblanca, en 2011. El líder del PRD, Jesús Ortega, calificó el crimen como un "artero asesinato político" y agregó que, tan sólo este año, han muerto unos 25 militantes de su partido, 20 de ellos en Guerrero.

El asesinato de Chavarría cimbró a la izquierda mexicana -había sido diputado federal y senador-, pero también es una más de las muertes violentas registradas en las últimas horas. Tan sólo en Guerrero aparecieron ayer en una nevera portátil tres cabezas humanas y una bolsa con restos humanos.

Ante la costumbre del Gobierno de no dar un "parte de guerra" puntual de la lucha anticrimen, diversos medios de comunicación han organizado sus propios recuentos para conocer la geografía de los asesinatos. Así, esta semana el diario Reforma llamaba la atención sobre la crítica situación que vive el Estado de México, vecino de la capital, que ha registrado 218 muertes en este año.

El periódico El Universal ha llamado la atención sobre el norteño Estado de Chihuahua, que a pesar del operativo que ha desplazado a 10.000 policías y militares, ha llegado a registrar decenas de muertes por día. Ese periódico además advertía ayer que los más de 7.000 muertos en el año transcurrido desde que Martí exigió las renuncias de los responsables de poner orden en el país representan el doble de los registrados el año anterior.

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Algunos pensaron que de aquella reunión, de aquel ultimátum ciudadano, saldría una solución definitiva. Creyeron que el Acuerdo Nacional por la Seguridad firmado entonces en el Palacio Nacional mexicano marcaría un antes y un después, y los ciudadanos, por fin, tendrían un respiro frente a la ola criminal. No ha sido así. Las organizaciones no gubernamentales que obligaron a las autoridades mexicanas a comprometerse revelaron esta semana una encuesta en la que los ciudadanos reprueban a los Gobiernos de todos los niveles, y denunciaron que de los 74 compromisos que adquirieron las autoridades, han cumplido menos de 10.

Frente la solemnidad de hace un año en el Palacio Nacional, para hoy no estaba programada ceremonia alguna donde las autoridades dieran su balance de lo realizado en contra del crimen. Sin embargo, tanto el secretario de Justicia mexicano, Eduardo Medina Mora, como el presidente, Felipe Calderón, han dado cifras para convencer a la sociedad de que la situación no es tan grave. Medina Mora señaló hace unos días que en materia de asesinatos las cifras de hoy son mejores que las de hace quince años. Mientras que el presidente replicó el miércoles que en el país no existe el "enorme caos", la "enorme inseguridad" que algunos en el exterior creen y que "otros", según él, se empeñan en proclamar. "Hablar mal del país para muchos es un esfuerzo cotidiano", comentó el mandatario.

EFE

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