El partido del rey gana las municipales en Marruecos
La irrupción de la nueva fuerza redibuja el mapa político del país.- Fuerte retroceso de los islamistas moderados.
El más joven de los partidos marroquíes, el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), ganó las elecciones municipales del viernes redibujando el mapa político de Marruecos en detrimento de fuerzas tradicionales como los nacionalistas del Istiqlal o los socialistas, que han sido desestabilizadas.
El nuevo partido obtuvo 6.015 concejales, el 21,7% del total, y el 18,72% de los sufragios lo que lo convierte en la primera fuerza en un país en el que el paisaje político está muy fragmentado. Se sitúa por delante del Istiqlal y de los socialistas sobre todo en zonas rurales y pequeñas ciudades.
El PAM es considerado como una grupo cercano o inspirado por el rey Mohamed VI, porque su eminencia gris es Fouad Alí el Himma, de 46 años, amigo íntimo del monarca con el que estudió en el colegio real y que lo nombró después jefe de gabinete antes de convertirlo, en 1999, en el ministro de Interior en la sombra.
Los islamistas moderados del Partido de la Justicia y del Desarrollo son los grandes derrotados de los comicios. Logran solo el 5,45% de las concejalías y el 7,47% de los sufragios. Es verdad que solo concurrían en las grandes ciudades, pero desde las municipales de 2003 eran la segunda fuerza política urbana, una posición que ahora pierden. "Es un fenómeno estancado", afirma el politólogo Abdalá Saaf.
Fundado hace tan solo diez meses por Himma, el PAM ya contaba con el segundo grupo parlamentario en la Cámara Baja gracias a la incorporación, al principio de la legislatura, de diputados de otros grupos y a la absorción de otros partidos. Con la victoria relativa del viernes se convierte en el eje de la vida política marroquí.
Para poder vencer el PAM ha sido el que más candidatos ha presentado. Llevó además a cabo, según el ministro de Interior, Chakib Benmoussa, una "campaña dinámica" aunque no exenta de polémica. Sus adversarios políticos lo acusan además, de haberse beneficiado de la ayuda del aparato de Estado para la organización de sus mítines y la distribución de su propaganda.
La campaña del llamado "partido del rey" también estuvo salpicada de golpes de efecto como el anuncio, el 29 de mayo, de su paso a la oposición parlamentaria, hasta entonces monopolizada por los islamistas. La proclama estuvo acompañada de invectivas lanzadas contra el primer ministro, Abbas el Fassi, de 68 años, al que Himma describió como un "viejo". Mohamed VI no dejó que se lo desestabilizase más y llamó a El Fassi desde París para reiterarle su confianza.
Pero el grueso de su éxito electoral, el PAM se lo debe a la incorporación a sus candidaturas de caciques de pueblos y ciudades pequeñas que hasta ahora habían sido elegidos bajo otras siglas. En su empeño por renovar a la clase política, Himma y su equipo denostaban al principio a los oligarcas pero, tras un fracaso en las legislativas parciales del otoño pasado, rectificaron. Les ofrecieron apuntarse en sus listas lo que aceptaron enseguida. Estaban deseosos de sumarse a un proyecto con tufillo real.
La victoria del PAM, precedida por su pase a la oposición, hace prever a los comentaristas políticos que el rey relevará al primer ministro, que es también el líder del Istiqlal, de aquí a fin de año y se formará una nueva mayoría parlamentaria en torno a Himma.
No es la primera vez que en la historia de Marruecos nacen partidos supuestamente vinculados al palacio. Reda Guedira, probablemente el más influyente de los consejeros reales de Hassan II, contribuyó a fundar en 1963 el efímero Frente de Defensa de las Institucionales Constitucionales. "Estamos asistiendo ahora a una vuelta a los sesenta", se lamenta Mohamed Darif, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Mohamedia.
A diferencia de las elecciones anteriores, el Ministerio de Interior fue proporcionando, a lo largo del día, resultados parciales del escrutinio, una práctica democrática inexistente en los demás países del Magreb. La divulgación de esos datos dificulta la manipulación.
La principal preocupación del titular de Interior, Chakib Benmoussa, ha sido el abstencionismo. Al final la participación fue del 52,4%, un porcentaje mucho más alto que el de las legislativas de 2007 (37%). El ministro lo tachó de "muy alentador" pese a que no toma en cuenta a los siete millones de marroquíes adultos que no están censados electoralmente. De los 31 millones de habitantes, solo cerca de 14 millones pueden votar y la mitad lo hizo.
Tradicionalmente el grueso de los marroquíes acude a los colegios electorales después de la oración del viernes y antes de la comida, pero esta vez han cambiado sus hábitos. Desde las ocho de la mañana hasta cuatro de la tarde sólo había votado el 30% de los electores inscritos, pero en las tres últimas horas lo hizo el 22,4% restante, según Interior. Este alud electoral de última ahora es cuando menos sorprendente.
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