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El PRI pide silencio a los ex presidentes

El partido mexicano pide certificados de que sus candidatos están 'limpios'

Para tratar de apuntalar su retorno al poder, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México durante siete décadas, le está pidiendo a los ex presidentes mexicanos de su formación que respeten la regla no escrita del voto de silencio, y al Gobierno actual, de su archirrival el Partido Acción Nacional (PAN), que le otorgue un certificado de buena conducta para sus candidatos.

En enero pasado, lo único que los priístas querían era que llegaran ya las elecciones del 5 de julio. Todas las encuestas los ponían en la antesala de un triunfo que les daría el control de la Cámara de Diputados -que renueva sus 500 escaños- y la mayoría de los cargos en disputa en seis Estados más.

Pero la cómoda ventaja con que inició 2009 el PRI es hoy historia. Una agresiva campaña mediática del líder del PAN, Germán Martínez, y declaraciones inéditas de varios ex presidentes mexicanos han puesto a los priístas contra la pared.

En un acto que a la postre es considerado como su tumba en vida, Miguel de la Madrid Hurtado (presidente de 1982 a 1988), declaró en una entrevista difundida la semana pasada que se arrepentía de haber hecho candidato a Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). El mandatario, que siempre fue considerado un presidente gris, sacudió a México al cuestionar la moral del clan Salinas y denostar los supuestos lazos con el narcotráfico que pudo haber tenido Raúl, el hermano mayor de Carlos.

En cuestión de horas, De la Madrid fue forzado a alegar demencia: envió una carta a la prensa en la que explicaba que su salud le impedía entender con claridad. Salinas, por su parte, envió una misiva a la periodista Carmen Aristegui, autora de la entrevista, en la que le recriminaba que se hubiera aprovechado de la supuesta fragilidad de la salud de De la Madrid. Nadie creyó el autodesmentido ni dio por buena la reclamación de Salinas.

Para terminar de complicar el panorama a los priístas, Ernesto Zedillo (gobernó de 1994 a 2000) dejó a un lado su perfil discreto y en una conferencia dijo esta semana que la crisis económica obligará a los congresistas a tomar decisiones impopulares.

Impuestos, recortes presupuestarios, y connnivencia con el crimen organizado, justo de lo que los políticos no querían hablar en esta campaña electoral. Por eso, el poderoso líder del PRI en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, ha afirmado que todos los ex presidentes "deberían guardar mejor silencio".

Por su parte, Beatriz Paredes, la líder nacional del PRI, al mismo tiempo, candidata a diputada, quiere retomar el guión original de la campaña, en el que se presentan como experimentados y propositivos. La priísta asegura que el Gobierno federal panista le ha extendido una certificación de que sus candidatos están limpios.

En declaraciones al diario Reforma, Paredes ha explicado que dependencias encargadas del combate al narcotráfico han revisado los casos "donde se presentaron denuncias o acusaciones", como en Colima, un pequeñísimo Estado en la costa del Pacífico, en donde es candidato a gobernador Mario Anguiano, que tiene un hermano en la cárcel acusado de narcotráfico.

El Gobierno federal no ha explicado quién otorgó esa carta de buena conducta y Paredes tampoco ha aclarado cuántos candidatos fueron verificados.

La retórica de la honestidad parece más enfocada a tratar de evitar ataques de sus contrincantes, concretamente del PAN, dado que se avecina lo más álgido de la campaña. La posibilidad del retorno del PRI ha sido explicada, en parte, por encuestas que revelan que la ciudadanía tolera la corrupción de los "eficientes".

Estudios de la ONG Transparencia Mexicana, muestran que, en el año 2005, el 58,8% de la población estaba "totalmente" o "algo" de acuerdo con el siguiente enunciado: "Un funcionario puede sacar provecho del puesto, siempre y cuando haga cosas buenas".

En todo caso, Paredes podría estar intentando curarse en salud. Sus candidatos son, dice ella, limpios, en un país que de manera consistente mantiene una baja calificación en honestidad: en el índice internacional de percepción de la corrupción, México pasó del lugar 51 en el año 2001 al 72 en 2008, y mantiene su puntuación en 3,6 puntos, de 10 posibles. Eso, sin decir que a pesar de la corrupción y el crimen organizado, el último político importante que fue perseguido judicialmente y apresado fue Mario Villanueva, ex gobernador del Estado de Quintana Roo, que cayó del poder en 1999.

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