Los resultados de Durban II
Dos vencedores y dos perdedores, así resumiría yo el resultado de la conferencia mundial contra el racismo y la xenofobia conocida como Durban II, que se está celebrando en Ginebra. Vencedor es el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad, que ha regresado a su país como héroe del antisemitismo, baldón en Europa y América, pero título no tan sólo llevadero sino incluso de honor en muchos países de Africa y Asia. Vencedor es también el Gobierno de Benjamín Netanyahu y sobre todo su ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, un tipo de una calaña ideológica no muy distinta a la del iraní o de los ultras xenófobos y racistas que campan o han campado por Europa, como el viejo Jean-Marie Le Pen o los fallecidos Jorg Haider y Slobodan Milosevic. El primero ha conseguido convertirse en el principal protagonista de la Conferencia, ha obligado a los embajadores europeos a reaccionar ante sus palabras inadmisibles y a los organizadores a adelantar la aprobación de las conclusiones pasteleadas para evitar mayores problemas. El segundo ha sabido utilizar la Conferencia para echar presión sobre amigos y aliados, descalificando a unos y criticando a otros por su escasa energía a la hora de enfrentarse al segundo Hitler ante la amenaza del segundo Holocausto.
Perdedores: Barack Obama, sin duda, que recibe una varapalo de Teherán como respuesta a su mano tendida, dificultando así su política de diálogo y deshielo; y Naciones Unidas, que ve premiados por las palabras odiosas y de odio de Ahmadinejad sus esfuerzos ecuménicos y buenistas. Salvedades: todas ellas son victorias y derrotas más teatrales que efectivas, que juegan sobre todo en el terreno de la opinión. Para Ahmadinejad se trata de una buena jugada en la campaña presidencial iraní. Para Netanyahu un buen camuflaje para su xenófobo de cabecera: no hay que olvidar que la gente de Nuestra Casa Israel equipara los derechos de los colonos ilegales que hacen de okupas en Cisjordania con los derechos de los árabes de ciudadanía israelí, que viven donde han nacido, a los que quiere desplazar el partido de la limpieza étnica.
Para Obama, en pleno despliegue de la nueva política internacional norteamericana, esta derrota es mínima y relativa, y en muy poco va a torcer el rumbo de la nueva Administración. Quien debiera proceder a una seria reflexión sobre su política de Derechos Humanos y sobre conferencias de este estilo es la organización de Naciones Unidas, empezando por su secretario general, Ban Ki-moon. Es una vergüenza que una organización internacional se convierta en el teatro que da oportunidad a los déspotas y dictadores para que den lecciones de moral a la humanidad entera.
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