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El Congreso argentino discute la polémica reforma de los fondos de pensiones

Unas miles de personas se han congregado en la emblemática plaza del Obelisco, a la espera de la votación de la propuesta para estatalizar los fondos privados de jubilaciones

El Congreso argentino inició ayer el debate sobre la desaparición de los fondos privados de jubilaciones y la estatalización de sus recursos económicos en medio de una fuerte tensión y de críticas muy duras por parte de la oposición. El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner confía, sin embargo, en superar la votación, que estaba prevista para la madrugada de hoy.

Los críticos con la medida, y especialmente la Unión Cívica de Elisa Carrió, convocaron desde la misma tribuna parlamentaria a los ciudadanos para que se congregaran en la plaza del Obelisco y miles de personas -entre 3.000 y 4.000- se concentraron para esperar las noticias del Congreso. Pese a todo, no se espera que la protesta alcance las dimensiones que adquirió el pasado mes de julio a propósito del aumento de los impuestos a las exportaciones agrícolas.

Entre los diputados contrarios a la estatalización figuran algunos peronistas disidentes, que saldrán del bloque oficialista, entre ellos el ex gobernador de Buenos Aires Felipe Solá, que ya ha anunciado su voto negativo y que se supone que será seguido por otros seis u ocho parlamentarios afines. El pequeño grupo socialista, por el contrario, ha ofrecido su apoyo a la mayoría kirchnerista.

La votación del Congreso es el primer escalón para la desaparición de las llamadas Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP), porque todavía hará falta el paso del proyecto de ley por el poderoso Senado.

El debate parlamentario, en ocasiones muy agresivo, no ha girado tanto sobre la existencia o no de un doble sistema de pensiones, privado y público (como existe desde 1994), o sobre la conveniencia de unificar todas las pensiones en un sistema estatal y obligatorio, sino sobre la manera en la que la presidenta decidió dar ese paso, que cogió a todo el mundo por sorpresa, el pasado día 21 de octubre, y, sobre todo, sobre el destino que se va a dar a los fondos depositados actualmente en las AFJP.

Los críticos consideran insuficientes las garantías ofrecidas por el Gobierno y temen que el dinero no vaya a financiar el pago futuro de las jubilaciones, sino a pagar obras públicas, deuda externa y gastos electorales. La dirigente radical Elisa Carrió aseguró que el ministro de Planificación, Julio de Vido, va a anunciar próximamente un plan de obras públicas que se va a financiar con el dinero de las jubilaciones: "Dentro de un tiempo no habrá recursos para pagar los haberes [las jubilaciones]", afirmó.

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La mayoría oficialista defendió la renacionalización del sistema de pensiones como una medida progresista y de izquierda, que se lleva a cabo con el apoyo de los sindicatos. Los portavoces oficiales insistieron en que las AFJP no ofrecen seguridad ni un retorno suficiente y recordaron que se han aceptado algunas modificaciones al proyecto de ley y que serán dos comisiones parlamentarias las que controlen el uso de los fondos de previsión. Nada de eso satisfizo a la oposición, para la que las dos comisiones estarán controladas por el Gobierno. Muchos oradores recordaron que hace un año se ofreció a los ciudadanos volver al sistema estatal y que el 80% decidió quedarse en el privado, porque le infundía más confianza.

El Senado aprobó, en la madrugada de ayer, por una holgada mayoría de 48 votos contra 14, el presupuesto para 2009, que según la oposición prevé ingresos difícilmente alcanzables en la actual situación económica internacional. Ésa sería una de las causas por las que Fernández de Kirchner habría decidido renacionalizar las AFJP y acceder a una fuente extra de recursos.

El Gobierno mantiene, sin embargo, que el presupuesto fue elaborado cuando ya se conocía el alcance de la crisis y que ha sido confeccionado de acuerdo con previsiones moderadas, con un 4% de crecimiento y un dólar que no superará, de media, los 3,19 pesos. El cambio de la divisa estadounidense, muy presionado por la incertidumbre que provocó la decisión de Kirchner, está actualmente flotando, con ocasionales intervenciones del Banco Central para evitar su excesivo fortalecimiento. Ayer cotizó otra vez a 3,33.

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