EE UU y la ONU censuran la pasividad de la Junta ante la ayuda humanitaria
El organismo internacional calcula que podría haber 1,5 millones de personas "seriamente" afectadas y desbloquea de urgencia 10 millones de dólares.- Los precios de los alimentos básicos se disparan y hay una grave carencia de arroz
El Gobierno de EE UU ha afirmado a través de su embajador ante Naciones Unidas, Zalmay Khalilzad, que se siente "furioso" ante la actitud de pasividad y lentitud de la Junta Militar Birmana a la hora de aceptar la ayuda humanitaria proveniente de otros países para paliar el desastre provocado por el ciclón Nargis. A sus críticas se ha sumado Naciones Unidas (ONU)al expresar, de mano del responsable de asuntos humanitarios, John Holmes, su "decepción" ante la inacción de Myanmar. El organismo internacional calcula que podría haber alrededor de 1,5 millones de personas "seriamente afectadas". Como inetento para desbloquear la cerrazón birmana, Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, ha anunciado que intentará reunirse personalmente con el jefe de la Junta Militar, Than Shwe.
"La incapacidad de la Junta para gestionar la catástrofe ha quedado patente, su capacidad es limitada", ha explicado Khalilzad.
La Junta Militar, impasible desde el pasado domingo a las peticiones de cooperantes y organizaciones humanitarias, ha cedido a la presión internacional y ha permitido el acceso, con cuentagotas, de tres aviones estadounidenses, cargados de toneladas de productos, para asistir a las víctimas del ciclón Nargis, que según la diplomacia estadounidense ha causado la muerte de unas 100.000 personas aunque un oficial birmano ha situado esta cifran en 80.000 y el Gobierno aún mantiene su lista de muertos en 22.980. Al mismo tiempo, Naciones Unidas (ONU) ha desbloqueado de urgencia 10 millones de dólares para cubrir las primeras necesidades.
Estados Unidos había expresado el miércoles su frustración por los obstáculos que la Junta Militar estaba poniendo a la entrada de ayuda internacional. Hasta ayer Naciones Unidas había sido el único organismo que había conseguido un permiso de entrada, mientras distintos países occidentales solicitaban el acceso al país asiático. Pero los militares birmanos se comportaban como un muro. Francia llegó ayer a proponer la entrada sin permiso del régimen militar. París pidió a la ONU una cláusula especial para que los cientos de socorristas y expertos en situaciones de emergencia pudiesen volar hasta la zona del desastre sin necesidad de autorización oficial birmana.
Enfermedades, inflación y carencia de arroz
Centenares de miles de personas esperan la asistencia internacional. Las mayores amenazas para los damnificados son en estos momentos las enfermedades, la escasez de alimentos y la falta de agua potable. ELPAIS.com se ha puesto en contacto con diversas organizaciones humanitarias. Médicos Sin Fronteras (MSF), que opera en Myanmar con 38 trabajadores internaciones y más de 1.200 locales, reconoce que hay zonas como Daala y Twantey, en el sur de Rangún, antigua capital birmana, donde habitan unas 300.000 personas necesitadas de ayuda. El 80% de los edificios están destruidos mientras el agua inunda la zona. MSF alerta de la prevalencia de malaria y dengue.
La catástrofe causada por el ciclón ha disparado los precios de los alimentos básicos y del combustible en uno de los países más pobres y aislados del mundo, y justo cuando los ciudadanos birmanos soportaban ya el peso de la creciente inflación y avistaban la quiebra de su país. Según los datos oficiales, el precio del cereal se ha duplicado en los mercados de Rangún, la mayor ciudad del país.
Nargis ha arrasado las zonas donde se hallan más de dos tercios de los cultivos y se prevé que el país, antaño el mayor productor de arroz del Sudeste Asiático, sufrirá una grave carencia de grano tras la tragedia, que causará una todavía mayor escasez de alimentos para los 53 millones de birmanos, la mitad de los cuales vive por debajo del umbral de la pobreza. Acción contra el Hambre ha informado a ELPAIS.com que ha empezado a llevar a cabo las primeras distribuciones de arroz en la zona de Bogalay, donde se han registrado de 10.000 fallecidos.
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