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Reportaje:

Emigrar para prostituirse

Unas 1.000 jóvenes dominicanas fueron explotadas por un grupo que montó un lucrativo negocio de sexo, visados y matrimonios 'de papel' en Costa Rica

El trabajo de secretaria en una agencia de turismo era digno para G. M. Comenzaba a trabajar a las ocho de la mañana y a las cuatro de la tarde podía ir a por sus dos hijos malcomidos para que la acompañaran al salón de belleza de una conocida para cortar el cabello de quien fuera en un barrio de Santo Domingo. La meta, entonces, era redondear un ingreso equivalente a 120 dólares mensuales.

Esa realidad quedó dos años atrás y 1.893 kilómetros al este de Costa Rica, donde ahora vive con dos colegas, ganando sumas que disipan cualquier recuerdo de los 120 dólares, descansando de día y trabajando de noche en un empleo que G. M. se niega a repudiar. "En cierta forma, sigo trabajando en turismo", ironiza esta prostituta de 28 años, con apariencia de más de 30 y casada con un costarricense de 19 años desconocido que le consiguieron unos abogados, a quienes entrega el 60% de las ganancias.

G. M. es una de las víctimas de la red de trata de personas que acaba de ser descubierta por las autoridades costarricenses de Migración. "Son casi 1.000 las muchachas dominicanas que este grupo explota sexualmente", aseguró a EL PAÍS Francisco Castaing, director de la Policía de Migración, yendo más allá de la cifra de 400 que se manejaba hasta hace unas semanas. "Poco a poco, vamos descubriendo más partes de esta red y cómo han usado las leyes para tenerlas casi como esclavas", agregó el funcionario. Esta misma semana llevarán a la Fiscalía General la acusación contra un grupo de cinco personas, a pesar de que el delito de trata de personas no está aún tipificado en las leyes costarricenses.

Licenciadas en educación, economistas y secretarias bilingües se incluyen dentro de los cientos de jóvenes dominicanas que se endeudaron con los tratantes. Por una suma que oscila entre 3.000 y 5.000 dólares, los abogados les daban el pasaje, la recepción en Costa Rica y la solución para su condición de migrantes ilegales. G. M. y otras prostitutas entrevistadas aseguran que les ofrecieron contratos con casinos o como modelos, pero en la primera semana se encontraban con que el empleo consistía en prostituirse con turistas extranjeros.

Las zonas costeras más turísticas se convirtieron en la nueva casa de las jóvenes. Redadas policiales en Jacó, en el Pacífico Central, y en Tamarindo, Pacífico Norte, han dejado al descubierto las historias de jóvenes a quienes, si bien se confiesan engañadas, las ganancias terminaron por convencer de quedarse en Costa Rica.

G. M. dice que no se va, que de sólo amor no engordan sus hijos y que no se avergonzaría de ver a su hija dentro de 20 años con ropas tan sensuales al servicio de "los rubios" y con posibilidades hasta de ser reclutada para ofrecerse en los burdeles europeos. Hace poco se despidió de una compañera que "enviaron" a Madrid.

La joven habla poco, pero tranquila. Sabe que su estatus migratorio está protegido por la ley y hasta por el Tribunal Constitucional costarricense, cuyas resoluciones ratifican la legalidad de matrimonios que se concretan hasta en la acera de una popular estación de autobuses en el centro de San José. El marido es un indigente al que le basta un pago de 20 dólares y la novia, una prostituta que en 15 minutos deberá abordar el taxi hasta la costa pacífica. Hay 10.000 costarricenses casados con extranjeros que no conocen, calculan las autoridades.

Una vez inscrito el matrimonio, las jóvenes dominicanas vuelven a su país y exigen el visado costarricense para volver sin los apuros de la primera vez, cuando debieron saltar de aeropuerto en aeropuerto para llegar a Nicaragua o Panamá y aprovecharse de la falta de vigilancia de las fronteras. Esta vez, entran mejor vestidas y pasaporte en mano por el aeropuerto Juan Santamaría, como cualquiera de los dos millones de turistas que cada año visitan Costa Rica.

"Están aquí para pagar la deuda, aunque eso signifique esclavitud sexual. Sabemos que la red lo controla todo. "Ellas viven amedrentadas y bajo amenaza. Eso dificulta liberarlas", aseguró a la prensa el director de Migración y Extranjería, Mario Zamora, cabeza de una entidad que ha debido afrontar, con realidades de país en desarrollo, problemas propios de naciones desarrolladas.

Se calcula que más del 10% de la población costarricense es inmigrante: nicaragüenses, por razones económicas, colombianos, por seguridad y otras nacionalidades, por negocios específicos, como el de las dominicanas.

Castaing reconoció tener información sobre otras redes que explotan a centroeuropeas, pero recalcó que ningún otro grupo ha sistematizado con tanta eficacia el negocio como el que trabaja con dominicanas. "Es increíble cómo lo han montado, aunque también es increíble como las autoridades anteriores permitieron esto", ha insistido el director de la Policía de Migración. Lo mismo opina G. M. "Ahora quieren presentar esto como si fuera un gran descubrimiento. Hasta tenemos un blog de todo lo que nos pasa aquí. Lo administra Susan, una compañera que es artista de teatro, según la visa". Y ríe.

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