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La violencia no da respiro en Kenia

El valle del Rift, en el oeste del país, ha pasado de ser un tranquilo destino turístico al sangriento escenario de la lucha étnica

La crisis por la que atraviesa Kenia desde las elecciones presidenciales de diciembre, se ha focalizado y recrudecido en el valle del Rift, especialmente en Nakuru, la cuarta ciudad más grande del país, y Naivasha. Convirtiendo en papel mojado el encuentro entre el presidente Mwai Kibaki y el opositor Raila Odinga, la violencia étnica de los últimos cuatro días en esta zona se ha cobrado la vida de al menos 64 personas, lo que eleva la cifra total de víctimas desde la sospechosa reelección de Kibaki a unos 800, en una espiral de tensión que la mediación sigue sin calmar.

El valle del Rift, conocido por sus parques naturales y por ser un habitualmente tranquilo destino turístico, muestra ahora una cara bien distinta. Se ha convertido en el epicentro de la lucha étnica y política, originada desde que el pasado 27 de diciembre Kibaki se proclamase presidente en unos comicios criticados por fraudulentos tanto por la oposición, el Movimiento Democrático Naranja (ODM), como por los observadores internacionales. Durante los últimos cuatro días, los ciudadanos se han servido de machetes, palos, arcos y flechas para combatir como pueden en Nakuru y Naivasha, dos ciudades de la región.

La cifra provisional de víctimas mortales, difícil de calcular, se ha confirmado por el número de cadáveres existentes en la morgue. "Hasta el momento son 64 desde que comenzaron los enfrentamientos", ha dicho un trabajador del citado centro. "Algunos tienen heridas de arma blanca, otros fueron heridos con flechas, y algunos quemados". En este sentido, ocho personas murieron quemadas encerradas en una casa de la zona, al tiempo que, según informaciones de la cadena británica BBC, la policía arrestó a 150 personas acusadas de asesinatos o incendios intencionados.

A los fallecimientos, que van ya por los 800 desde que comenzasen los enfrentamientos, se añaden también los refugiados, unos 250.000, número que podría incrementarse en vista de que miles ya huyen del caos del Rift. Además, en la ciudad de Kisumo, feudo de la oposición, miles de personas tomaron las calles para quejarse por la muerte de varios miembros de ciudadanos de la etnia de los luos, miembros de su comunidad. La policía reaccionó lanzando gases lacrimógenos y disparando al aire, lo que dejó a casi todo Kisumu "cubierto de humo", según Eric Odhiambo, taxista de motos.

La UE advierte

Los Veintisiete han vuelto hoy a lanzar un llamamiento a Nairobi en forma de advertencia, después de que la mediación del ex secretario general de Naciones Unidas Kofi Annan, la cual apoyan "totalmente", no haya surtido efectos, al menos inmediatos, pese a haber logrado una primera y significativa reunión entre Kibaki y el líder del ODM, Raila Odinga. Así, los ministros de Asuntos Exteriores de la UE subrayaron que no se puede "mantener relaciones normales con Kenia" hasta que "se llegue a un acuerdo para una solución legítima".

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La declaración adoptada en Bruselas reclama la necesidad de "proteger los Derechos Humanos de todos en Kenia", así como el "compromiso" de los líderes políticos del país africano. No obstante, el Consejo de Ministros de Exteriores ha asegurado en la nota que seguirá "supervisando muy de cerca los acontecimientos de Kenia y apoyando todos los esfuerzos para garantizar la democracia, el respeto por los derechos humanos y la estabilidad del país".

Respecto al posible fraude electoral, los ministros reclaman que estas acusaciones sean "investigadas en profundidad y con urgencia a través de los medios apropiados y de una manera que contribuya a restaurar la confianza de los kenianos en la democracia".

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