Un estudio señala la escasa bancarización de Latinoamérica

El Banco de España advierte del escaso grado de bancarización de Latinoamérica, frente a regiones con niveles similares de renta, lo que perjudica fundamentalmente a los consumidores y usuarios, que se encuentran con menos y peores servicios.

Así lo asegura un estudio publicado en el último número de la Revista de Estabilidad Financiera del Banco de España con el título La bancarización en Latinoamérica. Un desafío para los grupos bancarios españoles, cuyo autor es José María Ruiz, inspector de entidades de crédito del Grupo Latinoamérica de la Dirección General Adjunta del Banco de España.

"Con una supervisión financiera eficaz, dice Ruiz, no hay perdedores en la bancarización, ya que los clientes tienen acceso a una mayor oferta de servicios y a mejores precios que los que se obtienen en el sistema financiero informal o usando medios de pago no bancarios". Según este informe, las diferencias entre la implantación de servicios bancarios en Latinoamérica y en otras áreas con similares niveles de renta son excesivas.

Incluso dentro de la región hay países, como Chile, con un producto interior bruto (PIB)per cápita de 7.121 dólares en 2005, donde sólo uno de cada diez chilenos tiene cuenta corriente en un banco, frente a los tres mexicanos o los cuatro brasileños que cuentan con ella. El PIB per cápita de Brasil era ese mismo año de 4.320 dólares, y el mexicano, de 7.298 dólares. El informe señala en primer lugar la falta de confianza en las entidades financieras, que viene de las sucesivas y frecuentes crisis monetarias, como el principal obstáculo para una generalización de los servicios bancarios.

También destaca la escasa defensa de los derechos de propiedad y la ausencia de mecanismos que incentiven la competencia, dentro de unas mal entendidas políticas de defensa del consumidor, así como el alto precio de los servicios y el exceso de requisitos. Todo ello produce una extraordinaria desconfianza del consumidor frente a la entidad financiera, que ha llevado al desarrollo de sistemas bancarios no sólo a estancarse sino, incluso, a retroceder, como ocurrió en Brasil tras la crisis de los años ochenta. En su informe, Ruiz propone un "buen diseño de las instituciones", basado en una mejora de la seguridad jurídica tanto para los usuarios como para las entidades.