La presidenta electa de Argentina apuesta abiertamente por la relación con Brasil
La presidenta electa de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, volvió a encontrarse ayer por segunda vez en 50 días con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. El encuentro tuvo lugar en el Palacio de la Alborada de Brasilia y tenía como eje central la construción de una estrategia común en materia energética, un asunto candente para ambos países en este momento. La visita, además, demuestra que entre Fernández y Lula corre una vena de simpatía recíproca que supone una clara apuesta por parte de Argentina de escoger a Brasil como compañero privilegiado de camino en la aventura de Mercosur, el bloque comercial integrado además por Uruguay, Paraguay y Venezuela.
Tanto en Argentina como en Brasil los dos encuentros de Cristina y Lula han sido interpretados como una señal de que ambos mantienen entre sí una relación privilegiada, por encima de la que sostienen por separado con la Venezuela de Hugo Chávez, que intenta liderar Mercosur y que pretende arrastrarles hacia su aventura del socialismo bolivariano. En Buenos Aires se ha llegado a decir que, para Cristina Fernández, "primero está Brasil y después, el mundo".
De hecho, Argentina siente una cierta admiración por la empresa estatal brasileña de petróleo Petrobras, con la que quiere colaborar estrechamente. El nuevo Gobierno de Fernández alberga el sueño de crear una Petrobras argentina, algo parecido a lo que fue la argentina Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), privatizada en los 90 y vendida a la española Repsol.
Ttras un inicio no del todo idilíco entre Lula y el presidente en funciones, Néstor Kirchner, que en un principio dio la impresión de que deseaba arrebatar a Brasil el protagonismo en Suramérica, al final acabaron entendiéndose. Lula ha insistido últimamente en que Argentina "es fundamental e indispensable" para Brasil. Con estas declaraciones, intenta atraer a su vecino de continente para que no se rinda a los hechizos de Chávez, que le disputa la amistad del Gobierno de Buenos Aires.
Con la nueva presidenta argentina, las cosas parece que tienden a mejorar si cabe, ya sea porque ella aspira a dar un mayor protagonismo a la política exterior o porque Lula ha encontrado en su futura homóloga a una interlocutora aun más accesible que su marido y más dispuesta a abrir nuevos canales de colaboración bilateral.
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