Costa Rica decide su futuro
Los costarricenses acuden hoy divididos al primer referéndum de su historia para votar si quieren o no un TLC con EE UU
Los costarricenses acuden hoy divididos a la primera consulta popular de su historia para ungir un tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos o convertirse en el primer país del mundo en decir a Washington "no, gracias".
Las encuestas reflejan una mayor probabilidad del rechazo al acuerdo comercial en esta jornada electoral de 12 horas, convocada por el propio Gobierno de Óscar Arias como quien lanza un salvavidas a un acuerdo comercial que en abril naufragaba en la Asamblea Legislativa.
Opositores y defensores llaman a votar peleados hasta por los derechos sobre un logo con forma de corazón, en una febril campaña repleta de ideología e interés continental que causó incluso la caída del vicepresidente, Kevin Casas, coautor de un controvertido memorando filtrado a la opinión pública.
Prioridad del Gobierno
Unos 2,6 millones de votantes (65% de la población) tendrán hoy la posibilidad de enganchar al país más estable de Centroamérica al TLC que negoció en 2003 de manera conjunta con Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y República Dominicana, donde ya rigen las nuevas reglas de intercambio comercial con el mayor mercado del mundo. El acuerdo, heredado de la Administración de Abel Pacheco (2002-2006), es la mayor prioridad del Gobierno de Óscar Arias, pero se podría derrumbar por causa de un creciente movimiento opositor reunido en torno a ideas de soberanía y patriotismo.
Una alianza del Gobierno con el sector privado intenta vencer a fuerza de publicidad mediática el rechazo liderado por grupos académicos, sindicales y civiles que han capitalizado su trabajo de hormiga en los barrios aprovechando los gruesos errores de estrategia electoral del sí.
En medio está una masa de ciudadanos que a veces se muestra entusiasmada y otras se mueve entre la disyuntiva de la apertura a la economía mundial que ofrece el TLC o la conservación del esquema que ha permitido la creación de una gran clase media y logros sociales admirados en la región.
En medio está también la comunidad católica, que ha visto a cien sacerdotes transgredir en un manifiesto, "ni a favor ni en contra", que han proclamado sus obispos, mientras otro prelado emérito opuesto al TLC se sube a una tarima y con el puño cerrado habla de escoger "entre Dios y satanás".
Pero las cifras hablarán por sí solas. Si vota más del 40% del padrón y el sí es mayoría, Costa Rica se garantizará el acceso libre de casi todos sus productos al mercado más rico del mundo y allanaría el camino a más inversionistas extranjeros que, según el Gobierno, generarían trabajo y ayudarían a reducir la tasa de desempleo del 6%. A cambio, Costa Rica deberá mejorar el terreno para las inversiones y facilitar la gestión de las empresas privadas, incluso dándoles espacio en el negocio de los seguros y las telecomunicaciones que el Estado maneja como un monopolio, en un país donde un minuto de móvil no cuesta más de 30 colones (0,04 euros) y se tardan meses en instalar una línea telefónica.
100 observadores internacionales
Los opositores han planteado la decisión como una pugna entre clases, ya que argumentan que el TLC fue negociado para beneficio de unos pocos grupos privados, mientras Arias no se cansa de repetir que los principales favorecidos serán el millón de pobres, con el argumento de que el acuerdo comercial evitaría que las inversiones se vayan a países con fácil acceso a EE UU, destino del 42% de las exportaciones costarricenses. "Sin el TLC nos lleva el diablo" y "sería un suicidio colectivo" son algunas de las frases con las que Arias ha tratado de llevarse votos y el apoyo para trece leyes que deberían ser ratificadas en el Congreso antes de marzo si se quiere implementar el TLC. Sin ellas, el acuerdo comercial sería un cascarón inútil.
Los promotores del acuerdo insisten en que solo así se podrían asegurar los beneficios comerciales que ahora gozan por la Iniciativa de la cuenca del Caribe (ICC), un programa de exenciones a impuestos arancelarios que EE UU aplica de manera unilateral a productos de países caribeños y centroamericanos.
Cartas, visitas, llamadas telefónicas y convenientes mensajes de distintas autoridades estadounidenses sobre la estabilidad o fragilidad de la ICC se sumaron a voces cubanas, centroamericanas y de otras latitudes para poner el acento extranjero en un proceso donde "claramente se está jugando una carta continental", ha dicho el presidente del TSE. El referéndum ha atraído a más de 100 observadores internacionales, encabezados por el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza.
Quien evitó unirse al coro fue la comisaria de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Benita Ferrero-Waldner, quien evitó visitar Costa Rica en la gira que ha realizado esta semana por otros cinco países de Centroamérica y eludió comentarios sobre la consulta popular, sabiendo que autoridades costarricenses han puesto el TLC casi como un requisito para la participación en las negociaciones de un Acuerdo de Asociación entre el istmo y la UE, cuya primera ronda de negociación está programa para el 22 de octubre en San José.
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